
El anuncio del cierre de la fábrica de montaje de autos Ford en la ciudad de Genk en Bélgica fue recibido con malestar por varios sectores de la sociedad.
Los sindicatos aseguraron que se perderán 4.500 empleos directos y más de 5.000 de forma indirecta.
El primer ministro de Bélgica, Elio di Rupo, dijo que la noticia era «una tragedia para toda nuestra economía».