Siria se ha ceñido a los siete días de plazo estipulados por el acuerdo sellado entre Rusia y Estados Unidos para que entregara los detalles de su arsenal químico -SEGÚN NOTA DE eL país-.
La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAC) así lo ha confirmado, y su secretaría técnica revisa ahora la información remitida por Damasco. De todos modos, la reunión del Consejo Ejecutivo de la OPAC, prevista para este domingo, ha sido pospuesta hasta nueva orden. La misma debía analizar la forma de desmantelar el armamento químico almacenado por el régimen de Bachar el Asad. Una tarea difícil y costosa que requiere un alto grado de especialización.
La OPAC tiene su sede en La Haya y es un organismo internacional que no se ocupa de destruir armas químicas. Su labor consiste en gestionar la aplicación de la Convención sobre estos arsenales, firmada en 1993, y que ilegaliza su producción, almacenamiento y uso. Para ello, dispone de un equipo de inspectores que comprueban la veracidad de declaraciones como las sirias.
Es decir, que el número de instalaciones y los kilos de sustancias guardadas coincida con lo declarado. Aunque los datos concretos admitidos por los países son secretos, la CIA calcula que El Asad ha podido reunir hasta 1.000 toneladas de gas mostaza y sarín, además de gas VX, mucho más tóxico y persistente.
El otro mandato de los inspectores de la OPAC consiste en verificar la destrucción. Para ello, tendrán que elaborar un calendario que permita deshacerse de las plantas químicas, las sustancias y las armas ya montadas.
Siria no ha firmado la Convención (sí lo han hecho otros 188 países) pero ha iniciado los trámites para ello, y deberá franquear la entrada de los inspectores internacionales. Según el acuerdo alcanzado por Obama y Putin, para noviembre próximo debe estar destruida la maquinaria de producción, mezcla y rellenado del armamento. La eliminación total del arsenal se ha fijado a principios de 2014. Pero ¿Cómo se hace, en realidad?
La forma más directa, y menos eficaz por sus efectos medioambientales, es lanzarlo al mar. La Convención estipula el respeto del entorno y por eso no es viable. Según los expertos químicos consultados, las otras dos modalidades son más sofisticadas y seguras: incineración e hidrólisis de los productos letales.
La primera requiere la construcción de una instalación adecuada y el cumplimiento de requisitos muy estrictos con niveles bajísimos de emisiones. No puede escapar nada nocivo al aire. Las armas químicas utilizan los productos más letales del mundo, y la incineración -que incluye filtros de carbón activo para eliminar restos de sustancias- revisa cada etapa del proceso. Incluye asimismo la toma de muestras de agua y aire.
La hidrólisis es un proceso químico que añade el gas sarín a otra sustancia para provocar una reacción química que le permita hidrolizarse. Aunque es menos costoso, el resultado es que el gas dispuesto para su eliminación pasa a formar parte de un residuo, también tóxico. Limpiarlo requiere un tratamiento lento, si bien menos dificultoso, desde el punto de vista químico.
Aunque los arsenales químicos no suelen transportarse de un país a otro, y cada uno decide como destruirlos, el caso sirio es excepcional. La dureza de la guerra civil ha llevado a Rusia y Estados Unidos a exigir la destrucción inmediata, pero Siria no dispone de plantas para hacerlo.
Una tercera posibilidad sería emplear unidades móviles de destrucción para las armas ya montadas y listas para su lanzamiento. Al no tratarse de los productos químicos sueltos, sino de cohetes en toda regla así cargados, se provoca una explosión controlada en una especie de cámara acorazada.
La deflagración acaba con la munición empleada y con el producto químico. El Ejército de los Estados Unidos ya lo ha usado en esta década. Calentar las armas químicas a altísimas temperaturas en espacios acondicionados hasta pulverizarlas es otra opción.
De todos modos, el plan exigido por Washington y Moscú requiere aún la correspondiente resolución de la ONU para apoyarlo. Estados Unidos, Francia y Reino Unido piden un texto que permita sanciones o bien el uso de la fuerza contra Siria. Rusia se opone a esto último.