Salzburgo es mundialmente conocida por ser la ciudad de Wolfgang Amadeus Mozart y la sede del que posiblemente sea el festival de música y ópera más prestigioso del mundo, pero es también el lugar perfecto desde donde explorar los Alpes austriacos, cuyas primeras estribaciones se hallan a menos de 30 kilómetros.
Fue precisamente su privilegiada posición lo que la convertiría durante muchos siglos en una de las ciudades-estado más poderosas de Centroeuropa. Desde el año 739, cuando san Ruperto la convierte en sede episcopal fundando la basílica de San Pedro, hasta el siglo XIX, estuvo en manos de una serie de príncipes-obispos que controlaban el comercio a uno y otro lado de los Alpes.
Ya en la Edad Media, el intercambio de la sal y el hierro de la región por vino, especias y tejidos del sur contribuyó decisivamente a que a Salzburgo se la denominara «la Roma del Norte», una ciudad repleta de palacios y magníficas iglesias diseñadas y decoradas por los artistas más destacados.
El abrazo de los Alpes.
Lo primero que llama la atención de Salzburgo es el excelente estado de su núcleo antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996. Aunque lo realmente sorprendente es el marco natural en el que se encuentra, flanqueada por dos inmensas peñas de más de cien metros de altura cada una y atravesada por el torrencial río Salzach, que separa el casco viejo de la que se conoce como Ciudad Nueva.
Es recomendable comenzar a familiarizarse con Salzburgo subiendo al Mönchsberg o Monte de los Frailes, donde se encuentra el Hohensalzburg, el gran castillo de los Obispos (siglos X-XVI), desde donde se domina toda la zona. Muchos de los grandes monumentos se encuentran a sus pies, en el entorno de su Dom o Catedral, diseñada por el italiano Santino Solari en el XVII.
Desde el castillo se distinguen las elegantes plazas del centro: la Residenz, presidida por uno de los palacios episcopales y una grandiosa fuente barroca; la del Kapitel, a la derecha de la Catedral; y la dedicada a Mozart, donde se alza un monumento al compositor.
Getreidegasse, la calle principal del viejo Salzburgo, aparece cerca de ese conjunto de plazas. Además del Ayuntamiento y edificios de origen medieval ahora ocupados por tiendas de recuerdos, en el nº 9 se halla la casa en la que nació Mozart. Para conocer el lugar donde el compositor vivió más tiempo con su familia, el Mozarteum, hay que cruzar el curso del Salzach por el Staats-Brücke, el puente que comunica con la Ciudad Nueva.