La directora francesa Alix Delaporte captura los distintos matices que puede tener el amor y las diferentes circunstancias en las que nace en la cinta Un apasionado amor (2010), filme sobre los sentimientos que surge por encima de las adversidades. La película se estrenó a nivel nacional este fin de semana en la Cineteca Nacional, The Movie Company y la Cineteca Tijuana.
La historia se desarrolla en una pequeña aldea de pescadores de Normandía, a la que llega Angèle (Clotilde Hesme) para tratar de recuperar a su hijo y obtener su custodia, antes de que sus suegros logren tener la responsabilidad legal definitiva, ya que se han hecho cargo del niño por dos años, mientras ella purgaba una pena por su responsabilidad en el accidente en el que murió su esposo.
Su condición de exconvicta dificulta el panorama de la atractiva y joven mujer, quien para obtener la custodia de Yohan (Antoine Couleau) debe obtener un empleo, una casa e incluso un nuevo esposo y demostrar que cuenta con estabilidad social y económica. Sin embargo, todo parece indicar que se aproxima al camino contrario, pues recién ha salido de la cárcel y ya tiene algunas dificultades.
Responde entonces a un anuncio de Tony Vialet (Grégory Gadebois), un duro e introvertido pescador que busca una mujer seria, honesta y trabajadora que quiera sentar cabeza, y a pesar de sentir una inmediata atracción por Angèle al conocerla, rechaza tener sexo de inmediato con ella, pero le ofrece empleo y un cuarto donde dormir aun sin saber nada de ella ni de su pasado.
A pesar de la oposición de su madre (Evelyne Didi), Tony le ofrece a la desconocida que se quede a vivir con ellos. Y a partir de entonces ella intenta complacerlo en todo, como agradecimiento por su apoyo, inclusive Angèle le propone que tengan relaciones sexuales y él sigue negándose, a pesar de la atracción que parece empiezan a sentir ambos.
Tony es un hombre mayor que ella, muy trabajador, serio, un tanto tosco y muy callado, aunque comparte esta cualidad con el resto de los personajes, pues son pocos los diálogos que se desarrollan durante la trama. Sin embargo, Delaporte aborda muy bien a los personajes a partir de largas tomas contemplativas y planos cerrados, que dejan ver al espectador sus emociones. Por ejemplo, los largos paseos en bicicleta de la protagonista, en los que las tomas cerradas reflejan su frustración y sus alegrías, mientras pedalea vigorosamente.
Ya con empleo y casa dónde vivir, busca acercarse a su hijo, pero éste, aún dolido por el inexplicable abandono repentino de sus padres, ni si quiera le habla y la rechaza constantemente. Y ella debe ganarse nuevamente su confianza para recuperarlo.
La también periodista y cineasta nos presenta en este que es su primer largometraje una historia de amor distinta, pues lejos de las emociones alegres y el exceso de cariño que se desbordan en películas más comerciales, esta es una pieza sobre personajes marginales de un lejano lugar, donde las condiciones de vida se tornan cada vez más difíciles para los pescadores, debido a las imposiciones de leyes de la Unión Europea.
A pesar de la situación y el antagonismo de los personajes principales, surge lentamente, pero de manera intensa el amor entre ellos. Tony, termina por aceptar, poco a poco, todas esas cosas que desconocía de ella y resuelve la vida de ambos de manera muy inteligente. Mientras que Angèle termina por adaptarse al nuevo entorno, genera empatía con Myriam y aprende el trabajo de la pescadería, encaminándose a la estabilidad que requiere para rehacer su vida.
La película, cuyo título original es Angèle et Tony, narra la historia de un amor que surge de la convivencia y la necesidad afectiva de los personajes, en la que la inestabilidad de uno de ellos choca con la seriedad y estabilidad del otro, y a pesar de ello surge un sincero y gran amor. La realizadora plantea que no todos los afectos surgen del mismo modo, y que no siempre quienes se enamoran parecen ser el uno para el otro.