La XIII campaña de excavaciones arqueológicas del Proyecto Djehuty, liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), culminó a finales de febrero con el descubrimiento de un ataúd intacto, de un hombre llamado Neb, en un pozo funerario situado junto al patio de entrada de la tumba de Djehuty, a los pies de la colina de Dra Abu el-Naga, en la orilla occidental de Luxor, al sur de Egipto.
La misión española halló el año pasado el ataúd intacto de un niño de cinco años y en esta ocasión ha topado con la cámara sepulcral inviolada de un hombre de unos 45 años de edad. «La inscripción que recorre verticalmente la tapa del ataúd sólo nos informa de su nombre, sin mencionar, por desgracia, qué cargo desempeñó en la administración local o qué relación pudo tener con la familia de gobernantes tebanos», informa José Manuel Galán, director de las excavaciones, a Historia National Geographic. «El ataúd tiene pintado en la tapa un par de alas extendidas sobre el cuerpo del difunto, como si una diosa alada le abrazara por detrás, otorgándole así su protección en el más allá», agrega Galán en un comunicado del CSIC.
El cuerpo de Neb ha sido hallado en una cámara sepulcral cerrada con adobes y situada a cuatro metros de profundidad. El ataúd antropomorfo ha sido fechado aproximadamente en el año 1600 a.C., durante la dinastía XVII del Antiguo Egipto. Neb debió formar parte de la élite de la dinastía XVII, cuyos reyes derrotaron a los invasores hicos, convirtieron a Tebas en la capital del reino y reunificaron el país del Nilo. «La apertura del ataúd no estuvo exenta de emoción y de tensión.
En el vestíbulo de la tumba de Djehuty debían haber unas 25 personas. Quitamos las clavijas que unían la tapa a la caja y, tras un pequeño forcejeo, conseguimos abrirlo con éxito. En el interior del ataúd, la momia se encontraba envuelta en un sudario sencillo, atado a los pies», explica Galán a este medio. «Encontrar un enterramiento intacto del año 1600 a.C., de la dinastía XVII, es un sueño para cualquier egiptólogo, y el ataúd tan bien conservado, con una policromía excepcional… es más que un sueño. La suerte es un componente importante en un hallazgo, pero donde verdaderamente se mide la calidad del investigador es en el estudio y en la publicación científica del hallazgo, que es el objetivo final y lo verdaderamente bonito».
La próxima campaña del Proyecto Djehuty se centrará en el estudio de la momia con tal de conocer más detalles sobre el individuo, como por ejemplo cómo era su fisonomía y si padecía algún problema físico. La momia no llevaba asociado un ajuar funerario, probablemente porque ésa no fue su tumba original. «Todo parece indicar que habría sido trasladada allí posteriormente, con motivo de un segundo enterramiento y por causas que desconocemos», concluye Galán