La hidra de la corrupción

Pronto se cumplirán tres meses de que Cuauhtémoc Gutiérrez Nájera se viera obligado a renunciar a la presidencia del PRI en la Ciudad de México, ahogado por un escándalo vergonzoso y brutal para su credibilidad: diversos testimonios lo acusaron de aprovechar su poder político y económico para allegarse servicios sexuales.

Es significativo que a pesar de la estridencia del caso y de que la procuraduría del Distrito Federal ha citado a declarar a más de 200 personas, Gutiérrez sigue siendo el único político acusado. La paradoja es que se habla de una “red de prostitución” pero únicamente se señala a un individuo.

Este es un enfoque habitual y paradigmático de las batallas que libran las diversas instituciones del Estado mexicano. En este caso hablamos de la procuraduría capitalina, pero lo mismo cabe decir de la Procuraduría General de la República o de diversas instituciones locales: se hace un gran esfuerzo por “cortar cabezas” pero no se desmantelan en su totalidad las estructuras criminales.

Hace ya más de un año que Elba Esther Gordillo se encuentra encarcelada. La pregunta es, ¿por qué en todo este tiempo los interrogatorios, las investigaciones y los documentos generados por su arresto no han conducido a la detención de ninguno de sus cómplices de alto nivel?

Lo mismo cabe decir del arresto de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Si se hizo un esfuerzo tan importante por atraparlo con vida —lo cual implicó acrecentar los riesgos para los honorables miembros de las fuerzas armadas— fue porque se trata no solo de un líder criminal, sino de un “tesoro” de datos que puede generar información de inteligencia de la más alta trascendencia, nacional e internacional. De allí el interés de los Estados Unidos por extraditarlo. No obstante, no se ha apresado a ninguno de los políticos y autoridades que necesariamente encubrieron sus actividades ilícitas.

De alguna manera, las autoridades mexicanas de los diversos órdenes de gobierno comparten la obsesión por el arresto que genera titulares en la prensa, pero no desmantelan las estructuras criminales. Por ello, en esencia la situación de inseguridad y corrupción sigue igual. El Chapo y La Maestra están tras las rejas, pero se mantienen operantes las redes de complicidad que construyeron.

Urge desterrar este proceder inmediatista que solo busca generar ganancias electoreras y exposición mediática. Nuestras autoridades tendrían que comprender la lección de la mitología griega encarnada en la Hidra: hay monstruos a los que es contraproducente atacándolos únicamente cortando sus cabezas, pues de inmediato les vuelven a crecer más. Lo que es indispensable es cortar el mal de raíz y asegurarse que caigan no solo los capos, sino todos y cada uno de sus cómplices, dentro y fuera del poder.

www.twitter.com/ManuelEspino
manuespino@hotmail.com