Sin la ampliación de la red de transporte público en la Ciudad de México y las entidades vecinas, que permita a los usuarios dejar en casa el auto, las nuevas medidas planteadas en el programa Hoy No Circula serán contraproducentes porque alentarán la compra de vehículos nuevos y no repercutirán en reducir los niveles de contaminación ambiental que se viven en la llamada Megalópolis, integrada por los estados de México, Hidalgo, Morelos, Puebla, Tlaxcala y el Distrito Federal.
Pese a la existencia de sistemas como el Metrobús, Metro, Trolebús, Tren ligero y Suburbano, el transporte público sigue siendo deficiente, escaso y, en algunas zonas, inseguro frente a la demanda de los usuarios que diariamente invierten de 1 ½ hasta dos horas para trasladarse de sus hogares a sus centros de trabajo y viceversa.
Del total del parque vehicular en la Ciudad de México, el transporte público representa el 5% mientras que el automóvil particular representa el 80%.
Medidas recientemente tomadas, como la ampliación del Segundo piso del Periférico, han privilegiado el espacio público para el uso de automóviles particulares en lugar del fomento al transporte colectivo.
Entre las medidas que Greenpeace plantea para reducir de manera eficiente las emisiones de GEI a la atmósfera y que redunden en una mejor calidad del aire en la Ciudad de México y su área metropolitana, destacan:
•Fomentar el uso de transporte eléctrico tipo trolebús, tranvías y tren ligero e incrementar la generación de energía renovable para que ésta sirva de abastecimiento a este tipo de transporte.
•Desincentivar el uso del automóvil como principal tipo de movilidad en las grandes ciudades del país, a través de la eliminación progresiva de los subsidios a los combustibles fósiles.
•Estricto cumplimiento de la normatividad referente a la disponibilidad de diesel ultra bajo azufre en todo el país.
•Homologar los niveles de aceptación de contaminantes de las normas oficiales mexicanas NOM-025-SSA1-1993;NOM-020-SSA1-1993; NOM-042-SEMARNAT-2003; NOM-044-SEMARNAT-2006 42 con los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud.
•Impulsar el transporte público de calidad en las principales zonas urbanas del país.
A nivel nacional, el uso intenso de los automóviles contribuye a mantener la crisis de contaminación atmosférica que se vive constantemente y agudiza el cambio climático. El sector transporte contribuye con el 18% de los Gases de Efecto Invernadero.
A diario circula una gran cantidad de vehículos en las principales ciudades del país y a nivel nacional se promueven incentivos para incrementar el uso de automóviles, como el subsidio a la gasolina. Este tipo de medidas no contribuyen a una real disminución de las emisiones de GEI que se requieren para enfrentar el cambio climático en México y el mundo.
Contaminación atmosférica e impactos a la salud
La contaminación atmosférica constituye un riesgo medioambiental para la salud humana, “se estima que causa alrededor de dos millones de muertes prematuras al año en todo el mundo” [1].
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que la contaminación atmosférica urbana causa 1,3 millones de muertes al año en el planeta, que afectan de forma desproporcionada a quienes viven en países de ingresos medios [2]. En el mismo sentido, también señala que en 2010 murieron 14,734 mexicanos por padecimientos asociados a las altas concentraciones de partículas en el aire [3].
Los contaminantes atmosféricos, incluso en concentraciones relativamente bajas, se han relacionado con una serie de efectos adversos para la salud.
Los autos particulares contribuyen con el 41% de las emisiones de monóxido de carbono [4] y con el 76% de los óxidos de nitrógeno (NOX) emitido también por taxis, tracto-camiones y autobuses [5]. El bióxido de azufre (SO2) producto de las emisiones de los autos, provoca enfermedades respiratorias, daña directamente la vegetación y es irritante para los pulmones.
El ozono, -un contaminante producto de reacciones que ocurren en la atmósfera-, causa efectos en el sistema pulmonar (alteraciones en la función pulmonar y agotamiento de las defensas antioxidantes de las vías respiratorias), en el sistema cardiovascular, y en morbilidad y mortalidad generales [6].
Además sus efectos se han asociado con concentraciones atmosféricas de ozono comunes en grandes zonas urbanas. A nivel nacional existe una norma que regula la concentración máxima de ozono en el aire, la cual es rebasada más de 200 días al año [7].
Las partículas suspendidas PM están formadas por una mezcla compleja de componentes cuyas características físicas y químicas son muy variadas.
El potencial de que causen daños a la salud puede variar de acuerdo con su tamaño, su composición química y las fuentes de donde provienen. Hay evidencia sobre los impactos negativos en la salud por la exposición aguda o crónica a las PM en estudios epidemiológicos y toxicológicos en todo el mundo.
“Los efectos más documentados son la mortalidad y la hospitalización de pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, exacerbación de los síntomas y aumento de la necesidad de terapia en asmáticos, mortalidad y hospitalización de pacientes con enfermedades cardiovasculares, mortalidad y hospitalización de pacientes con diabetes mellitus, aumento del riesgo de infarto al miocardio, inflamación de los pulmones, inflamación sistémica, disfunción endotelial y vascular, desarrollo de aterosclerosis, aumento en la incidencia de infecciones y cáncer de pulmón” [8].
Inclusive “los resultados de los estudios hechos en México muestran una asociación significativa entre partículas y mortalidad total, estimando en conjunto un incremento de la mortalidad diaria de 1.4% por un incremento de 10 µg/m 3 en las concentraciones de PM10” [9].
Límites de la OMS y los límites en México
Una contingencia ambiental es una situación eventual declarada cuando las concentraciones de ozono (O3) o de partículas menores a 10 micrómetros (PM10) en la atmósfera alcanzan niveles que ponen en riesgo la salud de la población en general y producen efectos adversos en los grupos sensibles como niños, adultos mayores, personas con enfermedades respiratorias o cardiovasculares, de esta manera, la población que habita la ciudad de México se encuentra ante un permanente riesgo dada la mala calidad del aire que respiran sus habitantes.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que en un futuro cercano, todos los países establezcan como límite una concentración promedio anual de 20 µg/m³ en el caso de las PM10 [10], mientras que la norma oficial mexicana establece que éste parámetro sea menor o igual a 50 µg/m3 [11].
La OMS señala que el límite de la OMS sea de 10 µg/m³ [12] en lo que respecta a las PM2.5 y la norma mexicana señala que sea de 15 µg/m3” [13]. La normatividad mexicana para las PM es menos exigente que las recomendaciones de la OMS.