El Papa Francisco pidió hoy no olvidar los rostros de millones de personas que padecen hambre y no comen dignamente, en su discurso por la apertura de la Expo 2015 de Milán, dedicada justamente a la alimentación.
El pontífice intervino en la inauguración con un mensaje en video que fue transmitido en el anfiteatro central del complejo expositor, durante una ceremonia en la cual estuvo presente el primer ministro italiano Matteo Renzi y buena parte de la clase política del país.
Advirtió que si la Expo obedece a la “cultura del desperdicio y del descarte”, y no contribuye a impulsar un modelo de desarrollo equitativo y sostenible, entonces será parte de la “paradoja de la abundancia”, denunciada por el Papa Juan Pablo II en 1992.
“Por eso, hagamos que esta Expo sea la ocasión de un cambio de mentalidad, para dejar de pensar que nuestras acciones cotidianas –en todo grado de responsabilidad– no tengan un impacto sobre la vida de quien, cerca y lejos, sufre hambre. Pienso en la multitud de niños que mueren de hambre en el mundo”, dijo.
Como obispo de Roma, aseguró alzar la voz a nombre de tantos pobres que “son parte del pueblo de Dios” y que “buscan ganarse el pan con el sudor de la frente”.
Instó a que la manifestación de Milán sea una oportunidad para globalizar la solidaridad. “Busquemos no desperdiciarla y aprovecharla plenamente”, insistió.
Agradeció la elección de un tema “tan importante y tan esencial” como “Nutrir el planeta. Energía para la vida”. Pero exhortó a que no quede sólo en “un tema”.
El Papa deseó que cada visitante de la Expo, atravesando los “maravillosos pabellones”, pueda percibir la presencia de los rostros de las personas que no tienen para comer.
“Una presencia escondida, pero que en realidad debe ser la verdadera protagonista del evento: los rostros de los hombres y las mujeres que tienen hambre, que se enferman, incluso mueren por una alimentación demasiado carente o nociva”, precisó.
También recordó a otros protagonistas de la exposición: los obreros e investigadores del sector alimentario. Invocó para ellos “la sabiduría y la valentía” porque su responsabilidad es grande.
Llamó a los empresarios, comerciantes y estudiosos a involucrarse en un gran proyecto de solidaridad: el de nutrir el planeta en el respeto de cada hombre y cada mujer que lo habita y en el respeto del ambiente natural.
“Este es un gran desafío al cual Dios llama a la humanidad en el siglo XXI: dejar finalmente de abusar del jardín que Dios nos ha confiado, para que todos podamos comer de los frutos de este jardín. Asumir tal gran proyecto da plena dignidad al trabajo de quien produce y de quien investiga en el campo alimentario”, indicó.
Evocó a los rostros de los trabajadores que contribuyeron a la realización de la Expo, especialmente los más anónimos, los más escondidos, que también gracias a la Expo han ganado el pan para llevar a casa.
Entonces clamó porque nadie sea privado de la dignidad del trabajo y que “ningún pan” sea fruto de un trabajo indigno del hombre.
“El señor nos ayude a aprovechar con responsabilidad esta gran ocasión. Nos done él, que es amor, la verdadera energía para la vida: el amor para compartir el pan, nuestro pan cotidiano, en paz y fraternidad. Y que no falte el pan y la dignidad del trabajo a todo hombre y mujer”, estableció.