El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, revelará este lunes su plan definitivo para reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, consideradas como las principales responsables del calentamiento global.
Según El País, se trata de la primera vez que un mandatario norteamericano impone límites a las emisiones de las plantas energéticas del país, por lo que Obama puede convertir su lucha contra el cambio climático en una de las claves más importantes de su legado en la Casa Blanca.
“El cambio climático ya no es un problema de las generaciones futuras”, afirma el presidente en un vídeo publicado en Facebook. En él, Obama describe su plan como “el paso más importante que haya dado EE UU en la lucha contra el calentamiento global”.
Las plantas energéticas de EE UU son responsables de un tercio de todas las emisiones de dióxido de carbono y otros gases contaminantes del país. El paquete de medidas, que será firmado en la Casa Blanca por la directora de la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA), Gina McCarthy, va más allá que el planteamiento anunciado el año pasado por Obama y busca tanto la reducción de emisiones tóxicas como la adopción de energías renovables a mayor escala.
El objetivo más ambicioso del plan supone la reducción de las emisiones de las plantas energéticas en un 32% en 2030 con respecto a los niveles de 2005, a pesar de que el borrador había establecido el límite en un 30%. Según fuentes del Gobierno consultadas por medios estadounidenses, la EPA también exigirá la utilización de más energías renovables, como la solar o la eólica. La Administración ha eliminado la posibilidad de crear un período de transición para las plantas empleando recursos como el gas natural, considerado menos contaminante, para acelerar el proceso definitivamente, y exige el salto directo a las renovables.
La propuesta de Obama supone el colofón a su compromiso con la lucha contra el calentamiento global, uno de los ejes políticos de todo su mandato, eclipsado en su primera legislatura por la reforma sanitaria, y en el que ha querido ahondar especialmente en su última legislatura.
La Casa Blanca se ha apoyado en los datos científicos más recientes para justificar sus últimas propuestas. Las últimas previsiones apuntan a graves consecuencias si la temperatura global sube una media de dos grados y, como alerta Obama en el vídeo publicado ayer, su conjunto de medidas “puede no ser suficiente”. En EE UU preocupan especialmente las temperaturas de sus regiones agrícolas, que harían muy difícil la cosecha en las próximas décadas, la subida del nivel del mar, el aumento de las catástrofes naturales y las consecuencias para la salud de los ciudadanos.
Desde el anuncio del borrador el pasado verano, la Casa Blanca ha chocado con numerosos legisladores del Partido Republicano, que rechazaron el plan en nombre de los Estados cuyas economías dependen profundamente del carbón. Más de una docena de Estados se han negado a implementarlo. Los conservadores apuntaron a las graves consecuencias que atribuyen al plan de Obama, como el cierre completo de plantas energéticas, pérdida de puestos de trabajo y falta de alternativas.
La Administración apunta a un coste total de 8.800 millones de dólares anuales hasta 2030, aunque la cifra puede variar una vez que los Estados hagan su cálculo final. Obama asegura en su presentación inicial del plan que ha “escuchado” a las voces que hablaron en contra del plan, por lo que ha prorrogado en dos años la fecha límite para recortar las emisiones, hasta 2022. La Casa Blanca establecerá objetivos específicos de recortes para cada Estado y luego serán éstos quienes deban diseñar un plan para alcanzarlos y presentarlo antes de 2018.
El plan de Obama también contempla un refuerzo del sistema conocido como cap and trade y que ya recibió un fuerte rechazo por parte de los republicanos. El sistema consiste en la creación de un mercado en el que los Estados pueden comprar y vender licencias para contaminar, a cambio de interponer límites a sus emisiones. Las nuevas medidas añaden además la opción de recibir compensaciones fiscales si los recortes comienzan en 2020.
Los legisladores y gobernadores republicanos que se oponen a esta regulación ya han expresado anteriormente su intención de negarse a adoptar sus imposiciones, que consideran una intromisión del poder federal en la actividad de los Estados, así como una ofensiva en los tribunales. La estrategia es similar a la adoptada contra la reforma sanitaria de Obama, el otro pilar de su legado en política interna.
Y la respuesta de la Casa Blanca, también. En los últimos dos años y a pesar de la dura ofensiva planteada por los republicanos en contra de las principales medidas de Obama, el presidente ha obtenido un importante número de victorias judiciales. La última de ellas llegó el pasado mes de junio, cuando el Tribunal Supremo ratificó la legalidad uno de los módulos más importantes de la reforma sanitaria. Esa victoria y la ambición de Obama por cerrar su mandato con medidas para las generaciones futuras habrían impulsado los nuevos objetivos de su lucha contra el cambio climático.