El acuerdo nuclear con Irán superó este miércoles un obstáculo clave. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ya suma los votos necesarios para evitar que el Senado lo bloquee. Los esfuerzos del Partido Republicano, de Israel y de los grupos de presión no han dado frutos. Con el apoyo de Barbara Mikulski, demócrata de Maryland, Obama cuenta con 34 senadores, de cien, a favor. Es una minoría suficiente para impedir que la mayoría republicana arruine una iniciativa central en el segundo y último mandato del presidente demócrata. según información de El País.
El acuerdo entre Irán y EE UU, la Unión Europea y las potencias del Consejo de Seguridad de la ONU se aprobó el 14 de julio en Viena. El documento, ratificado por unanimidad en el Consejo de Seguridad de la ONU, impide durante diez años como mínimo el acceso de los iraníes a la bomba. Para asegurarse de su cumplimiento, Irán se somete a un régimen estricto de inspecciones. A cambio, logra el levantamiento de las sanciones internacionales.
“Ningún acuerdo es perfecto, especialmente uno negociado con el régimen iraní”, dijo Mikulski en un comunicado. La senadora añadió que acuerdo “es la mejor opción disponible para impedir que Irán tenga la bomba nuclear”.
Mikulski no se presentará a la reelección, con lo que no se arriesga al castigo de los votantes por su posición. El martes otros dos senadores demócratas, Bob Casey, de Pensilvania, y Chris Coons, de Delaware, también anunciaron que apoyaban el acuerdo. Hasta ahora, sólo dos senadores demócratas —Chuck Schumer, de Nueva York, y Bob Menéndez, de Nueva Jersey— han dicho que votarán en contra.
En el Senado y la Cámara de Representantes, los republicanos tienen una mayoría suficiente en contra del acuerdo. Pero el presidente Obama, haciendo uso de sus prerrogativas presidenciales, puede vetar la resolución de las Cámaras. Para anular un veto presidencial, se necesitan dos tercios de votos en cada una de las Cámaras. Con los 34 votos demócratas ya anunciados, la mayoría de dos tercios es inalcanzable.
Obama se ha jugado su crédito en la negociación con Irán, un país que hace unos años la Administración Bush incluyó en el llamado eje del mal. El pacto refleja la doctrina del presidente: diplomacia en vez de guerra, diálogo con los enemigos respaldados por la fuerza militar de la primera potencia. Además, resuelve un contencioso de más de una década entre Irán y la comunidad internacional por el programa nuclear, y permite el acercamiento entre dos países que rompieron sus relaciones tras la revolución de 1979.
La batalla ha sido feroz y ha dejado desperfectos entre aliados. En marzo el Partido Republicano invitó al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, a exponer ante el Congreso sus razones contra los planes de Obama, un gesto que la Casa Blanca interpretó como una afrenta y una ruptura de las buenas costumbres entre amigos. AIPAC, el principal lobby proisraelí, ha gastado millones de dólares en contra del acuerdo.
Los detractores argumentan que se trata de una concesión temeraria a un régimen, el iraní, que patrocina a terroristas y amenaza a sus vecinos. Sostienen que el texto no evita que Irán se haga con la bomba y que levantar las sanciones reforzará al régimen. Y quieren que EE UU fuerce a Teherán a negociar de nuevo o exponerse a más sanciones. O a una guerra.
“Un mensaje sencillo para el ayatolá”, dijo en Fox News el senador Marco Rubio, aspirante a las presidenciales de 2016. “Si intentas construir un arma, destruiremos tu programa”.
Vetos y votos
Si el Senado y la Cámara de Representantes aprueban la llamada resolución de disconformidad sobre el acuerdo con Irán, Obama podrá vetarla. El veto no sería definitivo. El Congreso podría anularlo con dos tercios de votos. Los 34 que Obama sumó ayer garantizan que estos dos tercios no se alcancen.
Pero el proceso puede terminar antes. Si Obama sumase siete votos más de los que tiene, no sería necesario ejercer el veto.
Con 41 votos de 100, los demócratas tendrían una minoría de bloqueo en el Senado y abortarían la resolución sin que Obama tuviese que vetarla.
Los debates empezarán la semana próxima. Después vendrá la votación.