Numerosos pintores del norte de Europa siguieron el estilo de Caravaggio, quien provocó el escándalo por el excesivo realismo de sus pinturas religiosas
Michelangelo Merisi, conocido como Caravaggio, nació en Milán en 1571 pero vivió su éxito profesional en Roma, donde se convirtió en una especie de mito viviente para toda una generación de pintores. Entre 1600 y 1630 se establecieron en Roma más de 2.000 artistas, una tercera parte de ellos extranjeros. Los pintores del norte de Europa, al igual que muchos italianos, estaban dispuestos a seguir el estilo de Caravaggio, quien provocó el escándalo por el excesivo realismo de sus pinturas religiosas: sus modelos no eran bellos y etéreos, sino gente de la calle como mendigos o prostitutas.
La representación natural, basada en los motivos visibles que hay alrededor, era una costumbre muy arraigada en los Países Bajos y en las regiones germánicas. Esto establecía un vínculo con la forma de trabajar de Caravaggio, cuyo origen lombardo le predisponía a pintar ad vivum, un método que los pintores de formación clásica consideraban inadecuado porque suponía un obstáculo para alcanzar la perfección en el arte. El estilo de Caravaggio era atractivo para todos estos artistas holandeses, flamencos o franceses por la la posibilidad de trabajar del natural y por el destacado uso de la luz, las sombras y el color.
Sus modelos no eran bellos y etéreos, sino gente de la calle como mendigos o prostitutas
Del 21 de junio al 18 de septiembre de 2016, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid presenta la exposición Caravaggio y los pintores del norte, dedicada a la figura de Caravaggio y a la influencia que ejerció entre los pintores del norte de Europa, quienes difundieron su estilo fascinados por su pintura. La muestra explora la carrera artística de Caravaggio, desde el período romano hasta las emotivas pinturas oscuras de sus últimos años, y reúne una selección de obras de sus más destacados seguidores en Holanda o Flandes.
En las salas se exhiben 53 cuadros, doce de ellos del maestro lombardo, procedentes de colecciones privadas, museos e instituciones como el Metropolitan Museum de Nueva York, la Galleria degli Uffizi de Florencia, el Museo del Ermitage de San Petersburgo, el Rijksmuseum de Ámsterdam o la iglesia de San Pietro in Montorio en Roma. Las dos últimas salas están dedicadas a la producción de Caravaggio y sus seguidores extranjeros en Nápoles y el sur de Italia. Fue precisamente en Nápoles donde se refugió el pendenciero artista tras matar a un adversario en una riña. De ahí pasó a Malta, luego a Sicilia y de nuevo a Nápoles, donde pintó la magnífica obra El martirio de santa Úrsula, en la que Caravaggio se autorretrata sujetando una lanza mientras el rey de los hunos hiere con su flecha a la santa. El artista lombardo murió en 1610 en Porto Ercole, en la Toscana, víctima de una fiebre.