La Zona Arqueológica Teteles de Santo Nombre, localizada en el municipio de Tlacotepec de Benito Juárez, al sur de Puebla, y su museo de sitio fueron abiertos al público este 25 de enero. De características arquitectónicas similares a Teotihuacan, Santo Nombre se revela como punto importante en las rutas de comunicación antiguas y centro urbano de primer orden durante el periodo Clásico mesoamericano. Ahora, se constituye como el segundo sitio monumental abierto a la visita pública en la región, después de Tehuacán.
La apertura de la zona y del museo de sitio son resultado de tres años de exploraciones intensivas y dos de mantenimiento de las antiguas edificaciones, a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como de la participación del Gobierno del Estado de Puebla que otorgó los recursos para la construcción del museo y de la carretera Tlacotepec-Xochitlán, de 5 kilómetros que da acceso al sitio, con una inversión de 66 millones 214 mil 765 pesos.
La nueva zona arqueológica quedó abierta tras una ceremonia encabezada por Rafael Moreno Valle, gobernador Puebla, y Diego Prieto Hernández, director general del INAH, quienes estuvieron acompañados del presidente municipal de Tlacotepec de Benito Juárez, Pablo Pérez Maceda, y el arqueólogo Blas Castellón Huerta, titular del proyecto de investigación de Teteles de Santo Nombre, entre otras autoridades.
El mandatario estatal destacó el gran equipo que formaron el gobierno de Puebla y el INAH, durante su administración, para poner en valor el patrimonio cultural de la entidad, y recordó también los trabajos realizados para las aperturas del museo de sitio y zona arqueológica de Tehuacán, abiertos al público en días pasados. Dijo que como resultado del trabajo coordinado con el INAH, al término de su gestión se deja un legado extraordinario y mejores condiciones de vida para las nuevas generaciones de poblanos.
El director general del INAH, antropólogo Diego Prieto, señaló que para el instituto siempre es un gran acontecimiento abrir un nuevo sitio arqueológico, porque con él se abre un espacio a la historia y a la riqueza multicultural de México.
En la región de Tehuacán, recordó el antropólogo, inicio la historia de domesticación del maíz, hace cinco mil años, lo que da una relevancia en el desarrollo cultural de Mesoamérica. Teteles de Santo Nombre, dijo, es la ciudad prehispánica más grande de la región de Tehuacán-Zucatlán, y ahora se pone al alcance del público gracias al trabajo de investigación de 15 años del arqueólogo Blas Castellón Huerta.
Diego Prieto hizo un reconocimiento al gobierno de Puebla por haber hecho posible la apertura del museo de sitio y de la zona arqueológica. Lo conocido, refirió, es apenas un mínimo porcentaje de la grandeza que encierra este sitio, porque bajo tierra aún hay ocultos muchos vestigios que deberán explorarse en el futuro. Con Teteles de Santo Nombre, el INAH tiene abiertas al público 189 zonas arqueológicas en el país.
Teteles (palabra nahua que significa montículo de piedras) es uno de los asentamientos más importantes de la región de Puebla-Tlaxcala, Tehuacán y el centro de México, que floreció hacia 400-650 d.C., y fue contemporáneo de grandes ciudades como Teotihuacan y Cholula. En su extensión aproximada de 60 hectáreas se conservan restos de plataformas habitacionales, montículos piramidales, plazas, terrazas, zonas de circulación, construcciones aisladas y altares que hacen de este sitio el más grande y monumental del sur de Puebla.
Los trabajos arqueológicos realizados en la zona, ubican a Teteles de Santo Nombre como uno de los asentamientos urbanos más importantes del periodo Clásico en la región del centro de México. Comparte rasgos culturales con el área de Tehuacán y la Mixteca, así como con el valle de Puebla-Tlaxcala y Teotihuacan.
Los trabajos arqueológicos permitirán apreciar el conjunto arquitectónico de la Plaza Gran Altar, donde se encuentran la Plataforma sur y el Edificio de los Caracoles, de 14 metros de altura. Otros espacios que se pueden visitar son la Plaza Central, Fogones, Plaza de los Altares, Casa del Nahual y conjuntos domésticos.
El Museo de Sitio quedó abierto temporalmente como Sala Interpretativa, cuya información se profundizará a medida que avancen las investigaciones de la zona arqueológica. Presenta una panorámica general del desarrollo de las poblaciones antiguas que ocuparon el área de Tehuacán- Zucatlán.
El espacio museográfico está conformado por ocho salas que hacen énfasis en la época de esplendor del sitio, entre 400 y 650 d.C., aunque la ciudad tuvo una ocupación de mil años.
La primera sala es introductoria al tema, en la segunda se aborda el tema de rutas comerciales y las relaciones de Teteles con otras regiones; la tercera se refiere a la arquitectura, haciendo énfasis en su carácter monumental.
La cuarta sala es sobre la vida cotidiana, aquí destaca la reconstrucción hipotética de una casa de bahareque. El espacio está conectado al exterior donde fueron descubiertas tres áreas habitacionales durante exploraciones hechas entre octubre y noviembre pasados, mismas que se integraron al área de museo.
La quinta sala proyecta un video sobre la historia y características del sitio prehispánico; la sexta aborda la religión, con énfasis en el proceso de clausura de la ciudad. El arqueólogo Blas Castellón explicó que antes de abandonar Teteles, los habitantes hicieron un ritual de terminación, en el que destruyeron objetos y edificios, y posteriormente sepultaron todo con arena y tierra. Aún no se tiene certeza de la razón pero se piensa en posibles causas naturales o en ciclos de productividad.
La séptima sala describe los trabajos arqueológicos desarrollados en el sitio, y la octava está dedicada al patrimonio e identidad, donde se presenta la historia regional, los antecedentes históricos de Teteles y se ofrece una reflexión invitando al cuidado de la herencia cultural de los pueblos prehispánicos.
Teteles de Santo Nombre es un asentamiento clave para entender la interacción que mantuvieron en la época prehispánica las áreas del Centro, Golfo y de Oaxaca, y se ha definido como un desarrollo local de muchos siglos que fue aprovechado por Teotihuacan para crear un puesto de avanzada hacia el sur y las costas oaxaqueñas, a través de un acuerdo para intercambiar productos comerciales. De ahí su semejanza con la gran urbe del Clásico pero también con características propias.