Platicamos el fin se semana con el ex gobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz, en la arbolada terraza del restaurante de un céntrico hotel; él, vestido ad hoc para el intenso calor: Guayabera blanca con bordado rojo típico de su tierra natal.
__¿Por qué anda de pleito con José Murat? ¿Por qué quiere usted que pierda el PRI?, soltamos en tono de broma cuando el líder de la expresión política “Democracia Interna” se acomoda en el asiento de la mesa del jardín.
__Yo no ando de pleito con él, ¿eh?,__dice con toda seriedad.
__¿No? ¿Y los agarrones en Twitter? Eso de llamarlo “senil” ¿no es pleito?,__ precisamos, mientras Ruiz Ortiz sonríe tenuemente para luego comentar en voz baja: “Se quita los años. Dice tener 64 y ya tiene como 71. ‘Pérame, ya mero te alcanzo’, le dije (alguna vez)”.
__¿Cuántos años tiene usted?__indagamos.
__62.
__Pues ya tampoco se cuece al primer hervor, ¿eh?
Dejamos a un lado trivialidades para retomar el tema inicial. En el contexto de la primera pregunta, Ruiz Ortiz alude: “Piden intervención de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (por los hechos violentos del 2006 en Oaxaca) y me traen una semana pegándome duro en medios nacionales…”
No lo dice. Pero suponemos tratarse del motivo de la respuesta en Twitter. Y comentamos: “Eso sí fue muy obvio”. Incluida la manifestación de perredistas oaxaqueños en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido de la Revolución Democrática (PRD), pidiendo fuera manos de Ruiz Ortiz en la postulación de candidatos al Congreso de la Unión.
Léase casos: Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva y Manuel García Corpus; ambos ex priistas abanderados de la coalición “Por México al Frente” vía PRD; el primero encabezando la primera fórmula oaxaqueña al Senado, y el segundo, en la 2ª posición de la lista de diputados federales plurinominales por la Tercera Circunscripción Electoral.
Y los dos renunciaron al PRI tras los destapes de los abanderados priistas.
Adelantándose a la pregunta, Ulises Ruiz apresura: “Me echan la culpa de la salida de Héctor Pablo. Yo nada tengo que ver. Creo que ellos no le cumplieron…”
Eso es vox populi. En los corrillos políticos oaxaqueños se comenta que en ocasión de la elección de gobernador del 2016, cuando Héctor Pablo también pretendía la postulación llegó a un acuerdo con el grupo priista que impulsaba a Alejandro Murat Hinojosa como candidato a la sucesión.
El acuerdo habría sido: La candidatura a Senador para Héctor Pablo, en 2018.
Ulises Ruiz complementa su conjetura: “…no le cumplieron y creo que tampoco le ofrecieron nada para evitar la fractura…”
El ex mandatario estatal se refiere a alguna otra posición política como por ejemplo un lugar en el gabinete de Alejandro Murat o la segunda posición en la lista de candidatos a diputados locales plurinominales y liderar el Congreso en la próxima Legislatura oaxaqueña.
Así, como si los políticos fuesen dueños de los cargos públicos o como si Héctor Pablo realmente lo mereciera en base a acciones desinteresadas a favor de Oaxaca, realizadas además con recursos propios.
En fin, cambiamos de tema: El escenario del PRI en las elecciones presidenciales. Ruiz Ortiz insiste en su creencia de que aun puede ganar, nada más hace falta sustituir unos cuantos candidatos y candidatas al Congreso de la Unión, sobre todo a la Cámara Alta vía la lista nacional plurinominal.
Evidentemente, los personajes que según el ex mandatario oaxaqueño le restan votos al PRI se encuentran entre los siete primeros lugares, que son los seguros para llegar a tan alta tribuna (y sin el menor esfuerzo).
Además, insiste en el cambio de Arturo Nuño Mayer como coordinador general de la campaña del candidato de la coalición “Todos por México”, José Antonio Meade Kuribreña, porque además de ser neófito en tareas partidarias y electorales, nada más se toca el tema de la reforma educativa y se desborda en defensa de la misma.
Cuando Meade lo que debiera hacer –en opinión de Ulises Ruiz— es hablar de que toda reforma es perfectible, modificable y cambiable. “Aunque no lo haga, pero que lo diga”, sugiere el estratega electoral.
Algo así como hace el candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, Andrés Manuel López Obrador, que hace promesas de impredecible, imposible y dudable realización. Pero la gente le cree.
Ulises Ruiz considera haber mala planeación en la campaña de Meade, una estrategia de pocos resultados. Por ejemplo, le han venido pegando al segundo lugar (al panista Ricardo Anaya) cuando el flanco es el primero, pues si se tira a éste, es más fácil rebasar al otro.
Puede que tenga razón. La cúpula priista debería hacer un poco de caso a los consejos, sugerencias y recomendaciones de Ruiz Ortiz.
Hasta parece que lo escucharon, porque en el primer debate presidencial Meade no quitó el dedo del renglón en sus cuestionamientos a López Obrador, sobre todo en relación a tres departamentos no declarados en la 3de3, en el trabajo de familiares en Morena y en su modus vivendi de los últimos años.
“¿Y todavía es alcanzable Meade?”, preguntamos con bastante duda. Y Ruiz Ortiz dice: “Sí, sí se le puede alcanzar en cuestión de días, nada más hay que hacer algunos ajustes…”
En fin. Mientras transcurre la plática, Ulises Ruiz es muy solicitado por personas que se encuentran en ese restaurante de la capital oaxaqueña. Se arrebatan el lugar para tomarse la foto con él. Primero se acercan dos señores, luego dos señoras y una niña, y después un grupo de jovencitas.
Ruiz Ortiz se levanta varias veces de la mesa para tomarse la foto conforme se lo solicitan. No pone ninguna objeción, sino por el contrario; posa muy sonriente todo el tiempo necesario. “¡Me voy a tomar la foto con el mejor gobernador de Oaxaca!”, dice emocionada una de las señoras.
En una de esas, cuando regresa a la mesa, le decimos: “Por favor, cuando termine la platica, tómese una foto conmigo, no sea que cuando sea presidente del PRI nacional ya ni me salude…”
Ruiz Ortiz sonríe; infiere la broma. Lo que sí toma con absoluta seriedad es el convertirse en el líder del Comité Ejecutivo Nacional priista tras las elecciones de julio próximo. Y vaya que entonces el Revolucionario Institucional necesitará de un líder para sacarlo del hoyanco si acaso pierde la Presidencia de la República y/o el Congreso de la Unión, gubernaturas, congresos locales y alcaldías.
“Ups. Me imagino que el PRI volverá al momento del 2000 cuando por primera vez perdió las elecciones presidenciales, y los grupos priistas empezaron a culparse; algunos militantes pidieron democratización interna, la refundación del partido, etc…”, comentamos.
Y Ulises Ruiz reacciona con algo así: “Sí, pero no con el mismo escenario. Entonces eran 20 gobernadores, después de las próximas elecciones serán 10”. Además tampoco tendrá la mayoría de los Congresos locales.
Al ex gobernador no le desagrada para nada la idea de liderar el PRI nacional. Quizá sea su aspiración inmediata.
Y si como resultado de las elecciones de julio próximo, el Revolucionario Institucional se queda sin jefe político, el presidente del Comité Nacional será el mando único. En un escenario de derrota, seguramente abundarán las voces priistas diciendo: Ulises tenía razón.
¿Y entonces todos los grupos priistas estarán de acuerdo en celebrar elecciones internas para elegir presidente del Comité Ejecutivo Nacional y las siguientes candidatura a cargos de elección popular?
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