Sin censura – Un presidente sin memoria

Se cumplen cuatro años de aquella accidentada toma de posesión como Presidente de la República de Felipe Calderón, sin lugar a dudas la más dramática de todas las del México Contemporáneo, incluyendo la de Carlos Salinas de Gortari, que estuvo a punto de reventar no el primero de Diciembre sino en los meses anteriores, cuando el Frente Democrático estuvo a punto de impedir la calificación de la elección por la Cámara de Diputados en aquella época convertida en colegio electoral.

Que lejano parece hoy aquel primero de diciembre cuando panistas y perredistas se trenzaban a golpes, empujones, mentadas de madre, patadas, volaban curules, para, los amarillos pretender impedir el acceso de los integrantes de todas las fracciones al recinto parlamentario y con ello reventar el quórum y los otros – los blanquiazules – defender la tribuna que habían tomado desde 67 horas antes, con el objeto de instalar la Sesión Solemne del Congreso General.

Ahí están las imágenes de cómo desde la puerta de atrás de banderas del presidium de San Lázaro, uno a uno fueron entrando los priistas encabezados por Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, enfundados en adustos trajes negros y con una bandera en la mano para así lograr la ansiada validez de la sesión.

Finalmente a las 09:30, Jorge Zermeño – hoy exiliado embajador de México en España – instaló la sesión con 335 diputados y 94 senadores, mientras los perredistas volvían a intentar al grito de “voto por voto, casilla por casilla” tomar el único acceso posible por el cual suponían entraría Felipe Calderón.

De pronto y después de un operativo implementado estratégicamente, incluyendo la complicidad de las televisoras que transmitían el acto que congelaron las señales en un supuesto traslado a través de la Avenida Congreso de la Unión, apareció a las 09:47 Felipe Calderón Hinojosa seguido segundos después de Vicente Fox, que cual ujier de buen linaje portaba en sus manos la banda presidencial.

De inmediato entre más gritos y más mentadas de madre, Felipe Calderón cumplió con el ritual… “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos…” para luego entonar el Himno Nacional, que los panistas cantaban, mientras los Priístas levantaban sus “banderitas” y los Perredistas hacían la “V” de la victoria que más parecía una mueca de impotencia; al concluir Calderón salió como entró, por la puerta de atrás, en tanto los Legisladores de su partido asumían con gran entusiasmo y hasta las lágrimas la consigna de Roberto Madrazo… “sí se pudo, sí se pudo”.

Se consumaba así la entronización al poder del segundo Presidente surgido del partido fundado por Manuel Gómez Morín, producto de una elección altamente competida y cuestionada que acabó con el prestigio del IFE, de Carlos Ugalde, del Tribunal Electoral, que nos “regaló” un campamento a todo lo largo del Paseo de la Reforma, que dividió a la izquierda y polarizó a la sociedad nacional.

Pero como la política al igual que la vida, no es una foto fija, hoy los escenarios han cambiado, perdida “la guerra santa” que Calderón emprendió contra el crimen organizado, sostenida la economía con “alfileres”, con una popularidad a la baja inversamente proporcional a los índices de marginación y de pobreza del país y de cara al 2012, el egresado de la Libre de Derecho se enfunda en su armadura, y cual Cid Campeador se lanza a tratar de ganar la madre de todas las batallas cuando ya la muerte política de su gestión está consumada.

Y así, los aliados de ayer son los enemigos jurados de hoy, el PRI, el mismo y el único que pudo franquearle el acceso a la formalidad jurídica en la que rindió protesta, es motivo de sus misiles “tierra a tierra”, mediante los cuales pretende minar la posibilidad de que lo derroten en las urnas, y así con un discurso beligerante que linda los tonos “fachos”, los acusa de todos los males de la nación, incluyendo el “pecado original”.

En contraparte, – Calderón – ha tejido una alianza con la dirigencia nacional del PRD, quienes ante su evidente incapacidad para consolidar una base social en torno al partido, y encarando el rudo acoso descalificador de Andrés Manuel López Obrador no les ha quedado más remedio que permitir que desde los Pinos les “mesan la cuna”, posibilitando así acciones y alianzas que en otros tiempos hubieran sido impensables.
Sin embargo, habrá que esperar hasta dónde y hasta cuándo estos acuerdos se pueden sostener, el Estado de México será un buen indicador y también habrá que seguir muy de cerca el juego de Marcelo Ebrard, quien fiel a su pragmatismo Camachista parece no disgustarle la posibilidad de ser candidato presidencial de una alianza PAN – PRD similar a la que tan buenos dividendos les dio en Oaxaca.

Volveremos a encontrarnos aquí en “SIN CENSURA”