Ramón López Velarde es el autor bisagra entre la sensibilidad semisecular del siglo XIX y la evolución estética, lingüística, formal y hasta moral de las vanguardias que alumbraron la primera mitad del siglo XX; la piedra de toque, el parteaguas entre modernismo y vanguardias.
Así se expresa el poeta, ensayista y traductor Hernán Bravo Varela sobre el célebre poeta zacatecano nacido el 15 de junio de 1888. “Sigue siendo un autor insustituible para entender ese largo viaje a la luz de la modernidad en México. No me cabe la menor duda que López Velarde es una herencia, un saldo futuro del romanticismo. Estamos frente a ese padre prolíficamente soltero de la patria poética moderna”.
López Velarde es conocido por ser el autor de La suave patria, poema que necesita un desacondicionamiento ideológico y retórico, refiere el profesor de la Universidad del Claustro de Sor Juana, donde imparte, desde 2010, el Laboratorio Continuo de Poesía como parte del Programa de Escritura Creativa, y el también colaborador de Letras Libres, Laberinto de Milenio Diario, La Tempestad, Paréntesis, Pauta y la Revista de la Universidad de México, entre otras publicaciones.
“No es culpa del poema, sino de las artes políticas y de la burocracia que terminaron por llevar esa obra a la zona de la recitación, cuando es uno de los grandes portentos de nuestra tradición poética mexicana. Sigue sin ubicarse como debería estar, entre Primero sueño de sor Juana Inés de la Cruz, Muerte sin fin de José Gorostiza y Piedra de sol de Octavio Paz, los grandes poemas de largo aliento en México.
“Es indudablemente un texto de una riquísima complejidad léxica, que contempla el verso endecasílabo de otra manera. López Velarde nos dio una lección contrafractual y absolutamente arriesgada de la historia de México. Todas esas minucias han pasado inadvertidas ante el ejército de declamadores que siguen tomando el poema a costa de su extraordinaria modernidad. Seguimos viéndolo como una curiosidad por el peso de su instalación declamatoria”, agrega Bravo Varela, quien ha sido beneficiario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y de la Fundación para las Letras Mexicanas.
José Ramón Modesto López Velarde Berumen (Jerez de García Salinas, Zacatecas, 15 de junio de 1888-Ciudad de México, 19 de junio de 1921) fue el primero de los nueve hijos del abogado José Guadalupe López Velarde y de Trinidad Berumen Llamas.
A unos cuantos kilómetros de su casa se encontraba la Hacienda de la Ciénaga, donde vivió Josefa de los Ríos (Fuensanta), su musa y a quien dedicó sus primeros textos.
En octubre de 1900 ingresó al Seminario Conciliar y Tridentino, donde cursó los dos primeros años de humanidades. Continuó sus estudios en el Seminario Conciliar de Santa María de Guadalupe y en la Academia Latina de León XIII de dicha institución.
En 1906 fundó la revista literaria Bohemio, de la cual publicó nueve números. A fines de 1907 ingresó a la licenciatura en Derecho en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí. Colaboró en diversas publicaciones periódicas con ensayos de crítica literaria y cultural.
Conoció a Francisco I. Madero en 1910, a quien apoyó durante su estancia en San Luis Potosí. En 1911 obtuvo el título de licenciado en Derecho. Se le eximió del examen profesional por sus excelentes calificaciones.
Publicó en El Regional de Guadalajara un poema y varios textos prosísticos, en los que cuestionó, siempre con un tono irónico, al porfirismo. En marzo de 1912 llegó a la Ciudad de México en compañía de su hermano Jesús. A raíz de una entrevista con Madero recibió un nombramiento como actuario de un juzgado, cargo que desempeñó por un breve periodo.
Su reencuentro con antiguas amistades, como Eduardo J. Correa, lo llevaron a conocer a otros poetas y a continuar con sus publicaciones, sobre todo de crítica literaria y periodismo político.
Después de la Decena Trágica se dedicó a combatir en sus textos a Victoriano Huerta. El periódico El Eco de San Luis fue su trinchera literaria. Publicó su primer cuento, El obsequio de Ponce, en El Mundo Ilustrado de la Ciudad de México.
Fue a partir de 1915 cuando comenzó a escribir sus poemas más personales, marcados por la añoranza de su Jerez natal –a donde nunca regresó– y de su primer amor, Fuensanta.
En 1916 publicó su primer libro, La sangre devota, que dedicó a «los espíritus» de los poetas mexicanos Manuel Gutiérrez Nájera y Manuel José Othón. En 1917 comenzó a preparar su segundo poemario, Zozobra, publicado en 1919.
Con la llegada de José Vasconcelos a la Secretaría de Educación Pública, editó artículos en las revistas México Moderno y El Maestro, en la cual apareció el ensayo Novedad de la patria, cuyas ideas retomó para La suave patria.
El 19 de junio de 1921, cuatro días después de cumplir 33 años, falleció de bronconeumonía. Sus restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón de Dolores de la Ciudad de México.