*Formó parte de la nueva generación de periodistas y fotógrafos tras el movimiento del 68
Jorge Acevedo Mendoza (Ciudad de México, 1949), documentalista, luchador social y colaborador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) falleció este sábado en la ciudad de Oaxaca a la edad de 70 años.
En un comunicado, el INAH lamentó su muerte e informó que en esa entidad realizó un valioso registro fotográfico de varios proyectos arqueológicos; como líder sindical participó en la construcción de las Condiciones Generales de Trabajo y, posteriormente asumió la Secretaría General de la D-III-24 de la Sección XI del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Acevedo Mendoza estudió cine y se instruyó en las técnicas de la fotografía, a la que dedicó su vida. Formó parte de una nueva generación de periodistas y fotógrafos que se unieron a Nacho López y Héctor García en el periodo posterior al movimiento estudiantil de 1968.
Participó en varios movimientos sociales como activista, cuyo acontecer documentó al formar parte de varios grupos fotográficos de la Ciudad de México; desde 1972 trabajó como fotógrafo en la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH.
A finales de 1985 se trasladó al Centro INAH Oaxaca, donde contó con la amistad de muchos compañeros del quehacer cultural estatal. Allí llevó a cabo un amplio trabajo creativo en la formación de artistas visuales y más de una treintena de exposiciones, entre las que se encuentra Al país de la ilusión, exhibida en 2015, en el Museo de las Culturas de Oaxaca, Ex Convento de Santo Domingo de Guzmán. Su producción también incluyó catálogos y libros.
Jorge Acevedo integró el grupo Luz 96, fotógrafos en Oaxaca, al que después se uniría Francisco Toledo para fundar, en el año de 1996, el Centro Fotográfico «Manuel Álvarez Bravo».
Colaboró en diversas publicaciones, como los suplementos Ojarasca, del diario La Jornada, y La Cultura en México, de la revista Siempre. Participó en los Coloquios Latinoamericanos de Fotografía realizados en 1978 y 1981, y su producción fotográfica, en la que combinó la calidad con la pericia creativa, se volvió una apuesta de la memoria contra el olvido.