México.- Hace más dos décadas, Xavier Velasco trabajaba en agencias de publicidad inventando slógans para productos y servicios de variada índole; hoy protagoniza un atractivo anuncio de whisky, filmado en blanco y negro en calles de Coyoacán, que se transmite por tv de paga y que pronto llegará al cine.
Entre la chamba de copywriter y la de “actor” pasaron muchas cosas en su vida: trabajó en suplementos culturales, escribió en torno al rock, se sumergió en antros de mala muerte e hizo deslumbrantes crónicas para el extinto diario El Nacional (recogidas en el libro Luna llena en las rocas). Con Diablo Guardián ganó en 2003 el prestigiado Premio Alfaguara y se trepó de golpe a los cuernos de la luna; publicó Éste que ves (2009) acerca de su fiera infancia, y Puedo explicarlo todo (2010), divertida novela en la que el lenguaje coloquial es la mejor arma para contar las aventuras de un malandrín que pergueña libros de autoayuda y de su infiel escudero.
En 2011, Velasco se ha ido a los torneos de tenis de Grand Slam de Australia, París y Londres, y en los próximos días al de Nueva York, para escribir reseñas periodísticas y, a mediano plazo, un libro que recoja su pasión por ese deporte.
La entrevista es en casa del escritor, rumbo al Desierto de los Leones. Atestiguan la plática Boris (un perro fiel gigante de los Pirineos) y el Doctor Godínez (un muñeco de ventrílocuo capaz de fungir como presentador de libros).
¿Ahora que escribe sobre tenis revalora a iconos de la crónica deportiva como el “Mago” Septién y Ángel Fernández?
No he tenido que revalorarlos porque son los estándares con los que uno creció. No pretendo alcanzar las alturas del “Mago”, no estoy loco. Me siento un poco más cerca de Juan José Arreola cuando él hablaba de tenis, porque no soy un especialista sino un fan que escribe.
¿Su literatura es una combinación de los estilos tenísticos de John McEnroe y Novak Djokovic?
Ayyy. Eso sonó muy bonito. Primero brinqué por lo de McEnroe, pero es un elogio porque era un gran estilista…
Y rebelde…
Sí, gritón y berrinchudo, como es mi caso. Me gustaría compararme con Borg, pero no tengo el temperamento de hielo de él ni el de Federer. Mi carácter sí es como el de McEnroe y, sobre todo, como el de Djokovic, quien tiene un especial sentido del humor para imitar a sus colegas; nos parecemos por andar echándole carrilla a los demás y meternos en problemas por eso mismo.
¿Hay vasos comunicantes entre la literatura y el tenis?
Tantos como los que puede haber entre literatura y épica. El tenis lo hallo absolutamente homérico.
¿Cómo será el libro con la experiencia del Grand Slam?
Lo más emocionante es que no tengo la menor idea. Uno no sabe cómo será un libro hasta que se sienta a hacerlo. Es como cuando vas a ver a una mujer y te imaginas lo que va a pasar, pero finalmente no es así.
¿Sharapova e Ivanovic tendrán un capítulo aparte?
Desde que vi que Sharapova medía tres centímetros más que yo, me acomplejó un poco. Ana Ivanovic siempre te hace sufrir; no agarra su ritmo, disputa mucho los juegos y luego los pierde con dobles faltas, se nota la falta que le hago a la pobre.
¿Preferiría ser el perro de Sharapova o el gato de Ivanovic?
Miiiaaauuu.
¿Jugaría con Serena Williams?
Deberías preguntarle a ella lo que haría conmigo, yo no tendría mucho chance de opinar.
¿6-0, 6-0, 6-1?
¡Nooo! ¿Cuál uno? También 6-0 en el tercer set.
¿Escribir “Puedo explicarlo todo” fue parecido al juego entre John Isner y Nicolas Mahut en Wimbledon 2010, que duró 11 horas?
No es para tanto, pero sí temí que fuera a ser así. Cuando le conté a Arturo Pérez-Reverte de lo que trataba, se me quedó mirando con una sonrisa irónica y preguntó: “¿En cuántos tomos?”
¿El personaje Isaías Balboa es un profeta del siglo XXI?
Los suplementos culturales están plagados de visitas de personajes como Isaías Balboa, a quienes les urge que salgan a la luz sus escritos para hacerle un gran favor a la humanidad. La diferencia es que Isaías tiene posibilidades económicas; es un pasado de vivo que, finalmente, sí tiene su sabiduría.
De que sabe, sabe, ¿no?
Me gusta que sea un miserable total. He tenido jefes sarcásticos que al final terminan divirtiéndome mucho. Isaías puede tener cierto parentesco con Huberto Batis, en apariencia muy duro y que a la mera hora termina dándote una información sin la cual tu vida no sería igual. Batis nunca me trató como Isaías Balboa a Joaquín, lo habría mandado al cuerno, pero sí me topé con personas en varias chambas que me intimidaron mucho.
¿Manolo es un Pedro Páramo chilango?
Es un patriarca salido del infierno. Utiliza a toda la gente a su alrededor, particularmente a las mujeres, demostrando y demostrándose que puede tener más y más. Es un mexicano del siglo XX, de los que podían tener seis o siete mujeres y manejarlas con su dinero. Actualmente, alguna de ellas ya lo hubiera dejado en la calle.
¿Quiénes son sus maestros del lenguaje coloquial?
Básicamente, autores mexicanos, pero antes que ellos, aunque no estrictamente coloquial, Francisco de Quevedo, por su furia y su poco respeto a nada… Hay una novela a la que poca gente le hace caso, de la que se hizo una muy mala película, un western sofocliano en la ciudad de México, Noche de Califas, de Armando Ramírez. El vampiro de la colonia Roma, de Luis Zapata, también me parece un gran clásico del lenguaje coloquial. Otro maestro en ese sentido, que me agarró a los 15 años: José Agustín. Garibay, por supuesto. Otros maestros no son escritores y están en las cárceles, que he visitado con frecuencia.
¿Su mordacidad y sarcasmo surgieron como un arma para defender su antigua timidez?
(Antes de contestar, se recuesta como si estuviera en el diván del psicoanalista y ríe.) Ahora que lo dice… me parece que sí.
¿Cómo fue la negociación para hacer el anuncio de whisky?
Yo pensé que iba a ser más ardua. Obviamente, había un guión, lo leí y les dije que estaba bien, pero que yo no podía decir palabras que no fueran mías. De pronto, ya estaba otra vez de publicista.
¿Qué diría Isaías Balboa?
Que soy una puta más.
¿Fue una “prostichamba”?
No. La prostichamba es la que tengo que hacer por dinero y que la odio. Así sería si tienes que vender una bebida con no sé qué argumento. Pero si te piden que sólo hables de tu trabajo, es una delicia. Es bueno que existan marcas líderes que puedan darse el lujo de no hablar de sí mismas y que te transfieran ese mismo lujo.
¿Nunca estuvo en sus planes una beca del gobierno?
Tras dos rechazos, ya no (ríe).
¿Al fin que ni quería?
Sí. Ahora agradezco que no me hayan dado nada. La literatura y el arte en general se tratan de que tengas la mayor cantidad de obstáculos posibles y saltarlos. Es como cuando estás loco por una mujer, no te importa que su papá saque una pistola.
¿La puerta negra sale sobrando?
Sí, como dirían los clásicos.
¿Algún día llegará “Diablo Guardián” al cine?
No sé. Yo no empujo en ese sentido. Es como la tentación del demonio: te llama la atención porque puedes cambiar de coche o pagar deudas, pero al mismo tiempo se desata una gran desconfianza por el resultado. Diablo Guardián es puro lenguaje, y si lo vas a cambiar a imagen, me da frío. Me gustaría toparme con gente talentosa que pudiera hacer esa transferencia. En mis libros yo soy responsable desde la primera letra hasta el punto final, y en las películas todo mundo mete mano.
¿Qué es “Engaño colorido”?
Un título provisional para una novela que escribo. En el plan original, las dos novelas se iban a llamar “Éste que ves” y “Engaño colorido”, completando el endecasílabo de Sor Juana. La primera, ya publicada, es de la infancia, y la otra es de la adolescencia, de cuando te sale un monstruo al que no conocías.
Agencia El Universal