¡Año del libro!

Nuestra propuesta es ésa, precisamente, que el 2011 sea el “Año del Libro”. Que por fin los mexicanos nos decidamos a adentrarnos en el mundo de las letras, en las páginas que guardan tesoros inconmensurables. Todavía estamos en fechas en las que nos planteamos los mejores deseos en el seno familiar. La educación parte del hogar. Es ahí donde se debe empezar por fomentar el amor a la lectura. No solamente como uno de los mejores pasatiempos, sino como una herramienta vital, que lleve a nuestros hijos a la cumbre del éxito. Como el mejor instrumento para llegar a ser mejores. El “llegar a ser”, es uno de los pilares de la educación, que plantea la UNESCO como uno de los fines a seguir por el ser humano.

Hoy, muy de mañana, me encuentro con una frase enviada por uno de los amigos que siempre nos enseñan algo importante. Me dice (nos dice) que “leer un libro es aún mejor que conocer a su autor; porque en su obra, éste habrá puesto solamente sus mejores pensamientos”. Tiene razón, en lo general, aunque no siempre los pensamientos del lector coincidan con los suyos. De cualquier manera, la lectura mueve a la reflexión y la reflexión mueve lo más importante en el hombre, que es su cerebro. No en el vacío, acuñaron los griegos aquella otra frase inmortal e insuperable: “Pienso, luego existo”. Por lo demás, no se mueve un dedo si no lo ordena el cerebro. Por eso hay que alimentar a ese órgano tan sensible y tan ávido de conocimientos, con las mejores ideas, frases, palabras, imágenes. Hay que acudir a los mejores amigos, los libros. Un buen libro es obra de un buen ser humano, que nos entrega todo su saber, sus mejores experiencias. Su valor es incalculable.

A las quinceañeras, a quienes en diversas ocasiones nos dirigimos en su ritual social, les hemos regalado un libro y un buen disco. Alguna vez comprobé que alguno de los autores logró el objetivo. Siempre he guiado mis pasos, en lo profesional, en un apotegma que conlleva la filosofía más profunda, que debería regir a la educación: “To teach is to touch someone’s life in progress”. Sí, ése ha de ser el fin máximo de los educadores, “tocar el alma de sus alumnos hacia el progreso”. En esa línea se conjuga otro de los señalamientos que ha establecido la propia Unesco, la “relevancia” de la educación. A veces, una sola lectura logra hacer el milagro, de movernos hacia el éxito. Un poema puede marcar la diferencia en nuestras vidas. He ahí la obra de Amado Nervo, de Rudyard Kipling, de Juan de la C. Velasco.

El “año de hidalgo”, tiene muchos seguidores en nuestro país. En nuestro estado, Oaxaca, se acaba de aplicar, al término del sexenio. La historia sí se repite. Ahora deberíamos hacernos el propósito de establecer el año del libro o muchos años del libro, Solamente de esa manera, circulando por ese camino, tan lleno de sensaciones, de emociones, de sueños, de tristezas y alegrías, de esperanza, podríamos salir del bache. Conquistaríamos mejores sitios en la escala universal, para colocar a México en el lugar que merece, el que desearíamos quienes hemos tenido el privilegio de leer a Benito Juárez, a José Vasconcelos, a Justo Sierra, a Renato Leduc, a Gabriela Mistral, a Juan Rulfo, a Carlos Monsiváis, a José Narro, a Jaime Sabines, a Mario Benedetti, a Neftalí Reyes a) Pablo Neruda…