México, D.F.- Un nuevo tratamiento de restauración de fotografías, que consiste en la utilización de geles no acuosos para el retiro selectivo de manchas, será incorporado próximamente en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), institución pionera en la atención de imágenes con valor artístico e histórico.
Dichos materiales, creados por el químico Richard Wolbers, del Programa de Conservación del Arte, de la Universidad de Delaware, Estados Unidos, son de reciente uso en fotografías, aunque con anterioridad (hace 15 o 20 años) ya se habían utilizado para la limpieza de barnices de pinturas al óleo.
Los geles se han utilizado para la eliminación de manchas de fotos susceptibles a dañarse con tratamientos acuosos o con disolventes líquidos. Este tratamiento, que se basa en disolventes dentro de un coloide, limita la penetración de la solución e impide que ingrese a los estratos inferiores, de manera que no daña la fotografía.
Estos geles serán incorporados en 2013, en el siguiente ciclo escolar de la Especialidad de Conservación y Restauración de Fotografía de la ENCRyM, plantel del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), que tiene el reconocimiento de la UNESCO desde 1968. Instancia educativa que desde hace cuatro años se ha enfocado en la conservación y atención del patrimonio fotográfico de América Latina, destacó Fernanda Valverde Valdés.
En ese sentido, la responsable de la especialidad indicó que esta escuela de conservación ha buscado en todo momento la innovación y vanguardia en los materiales y herramientas usadas en la atención de los bienes culturales, así como en la formación de especialistas. De 2008 a la fecha han egresado 27 especialistas en Restauración de Fotografía, de los cuales 19 son mexicanos, y el resto de Colombia, Chile, Brasil y España.
De acuerdo con Nora Kennedy, conservadora de la Fototeca del Museo Metropolitano de Arte, de EU, y Peter Mustardo, quien ha atendido imágenes de los archivos de Washington y Nueva York, fue a partir de 1970 que surgió el interés de restaurar las fotografías, tras comenzar a ser consideradas piezas de arte.
Tanto los tratamientos, como los materiales y las herramientas de restauración se han transformado, y se han ajustado a los nuevos criterios de conservación. En ese sentido, Peter Mustardo indicó que dichos criterios y el valor de las fotografías ha variado respecto a los de hace 20 años, pues la antigüedad de una imagen comenzó a ser un elemento fundamental a preservar como parte de su esencia, lo que a su vez incrementó su valor histórico.
En 1970 era común la restauración química de fotografías, mediante el “proceso de intensificación de imágenes, con el cual los fotógrafos corregían la opacidad de negativos a través de un revelado enérgico que las ennegrecía y modificaba sus características físicas y químicas, y que en el caso de las imágenes históricas, representaba la perdida. Ésta fue la razón por la cual quedó en desuso”, explicó la especialista Fernanda Valverde.
“Otro caso similar —añadió la experta del INAH— fue la eliminación sistemática de los soportes de cartón, a los que muchas fotografías estaban adheridas y se creía causaban su deterioro químico. Fue usado durante la década de los ochenta, y consistía en retirar este tipo de papel por nuevos soportes cien por ciento de algodón y libres de ácidos.
“Sin embargo, hoy este proceso rara vez se realiza, pues frecuentemente los soportes tienen firmas o inscripciones que brindan información valiosa de la imagen; además, se ha comprobado que a pesar de las impurezas que tengan, no son la principal causa del borrado de las imágenes”.
Según Nora Kennedy, actualmente deterioros como la difuminación de imágenes o el envejecimiento del papel o cartón, son elementos que ya no se consideran en la restauración, ya que en sí mismos forman parte de la historia de la fotografía, de modo que la atención se centra en la corrección de roturas, manchas, hongos, huellas o marcas, que ocasionan daños graves en las imágenes, y cuya atención no modifica el valor artístico o histórico de la foto.
Tal es el caso de la pieza histórica Cuadro de la Proclamación de Independencia de los Estados Unidos Mexicanos, realizada por el fotógrafo Vicente Rivera Melo, con motivo del Centenario de la Independencia, por encargo del entonces presidente Porfirio Díaz.
La obra data de 1912 y se integra de 760 fotografías de diversos personajes políticos de la época, así como imágenes de los héroes de la Independencia, que están unidas a manera de periódico mural; mide 3.2 metros de ancho y 2.5 de largo.
“La pieza pertenece al Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec”, y ha sido intervenida desde noviembre de 2011 por alumnos de la especialidad de Conservación de Fotografía, que egresarán este año de la ENCRyM. Se prevé terminarla en un mediano plazo, para su exhibición temporal por primera ocasión, luego de haber permanecido guardada en bodega debido a sus deterioros”, señaló Valverde Valdés.
La especialista informó que la obra es atendida de roturas, manchas y presencia de hongos. Los primeros deterioros son contrarrestados mediante la unión de las fibras con adhesivos inocuos, pulpa de papel molida y papel japonés colocado por debajo de la fractura. Mientras que la eliminación de los microorganismos se hace con químicos especiales que desvanecen parcialmente las manchas que éstos originaron.
En tanto que las manchas, causadas por escurrimientos de agua y humedad, son retiradas a través de la mesa de succión o vacío, sobre la cual se coloca la obra a la que, a su vez, se le dejan caer gotas de un disolvente directamente sobre la mancha de manera controlada, mismas que son succionadas por la máquina.
Fernanda Valverde mencionó que al paso del tiempo “los tratamientos han evolucionado bajo el criterio de la mínima intervención para alterar lo menos posible las cualidades estéticas y materiales de las fotografías”, además ha variado la percepción del valor de las imágenes análogas frente a las digitales.
La especialista del INAH señaló que existe un gran reto con las fotos digitales una vez impresas, porque además de ser mucho más delicadas y susceptibles a daños químicos (como difuminación de tintes por exposición a la luz, imposibles de reintegrar) o físicos (rayaduras sobre la superficie), los procesos de restauración son complicados, “ya que incluso el roce de las brochas para retoques pueden causar abrasiones”.
Al respecto, Peter Mustardo y Nora Kennedy destacaron también el inconveniente del acceso a los archivos digitales, porque se necesita de equipos especiales para poder verlos; “es por eso que debe hacerse una constante actualización y traslado de los archivos hacia nuevas tecnologías, pues de lo contrario, será material perdido que no se podrá consultar”, concluyeron.