Así lo platicamos con el Huehuetl

El sueño es un estado fisiológico, es decir, normal, que nos sucede con regularidad, cada día, alternando con el estado de vigilia que es el que tenemos cuando estamos despiertos. Está presente durante toda nuestra vida, pero con características distintas a lo largo de ésta. Es necesario para que nuestro organismo funcione normalmente. Durante años se pensó que el sueño era un proceso pasivo que sobrevenía al cerebro; hoy en día se ve como un proceso activo del cerebro, complejo, que está controlado por distintas sustancias llamadas neurotransmisores. No todo el mundo necesita dormir las mismas horas. Dependerá de muchas circunstancias, entre otras, la edad. En el recién nacido el tiempo de sueño es de 16 a 18 horas o más; los adolescentes necesitan unas nueve horas de sueño; los adultos tienen una necesidad media de 7 a 8 horas de sueño, aunque hay quien tiene suficiente con 5 horas y otros necesitan 10. A medida que aumentamos la edad, de manera normal, el sueño suele hacerse más superficial y acortarse sus horas, aunque las necesidades son similares a las de la edad adulta. El insomnio es un trastorno del sueño que consiste en la incapacidad o dificultad para dormir, ya sea por que cueste conciliar el sueño, porque existan despertares durante la noche, porque se da un acortamiento del sueño, un despertar precoz o una disminución de su calidad. Esto produce cansancio y afecta a la vida diaria de las personas que lo padecen. Es un problema frecuente que aqueja entre el 10 y el 30 por ciento de la población adulta, más frecuente en mujeres, ancianos, personas de un nivel socioeconómico alto y en los que padecen una enfermedad psiquiátrica. Las distintas enfermedades, tanto psíquicas como somáticas; algunos de los tratamientos utilizados para tratar estas enfermedades; síntomas aislados, como el dolor; sustancias de consumo habitual, como el café, la nicotina y el alcohol, y el consumo de drogas pueden producir insomnio. A veces, son los hábitos de vida los que introducen comportamientos que interfieren con el sueño normal hasta generar insomnio, como sucede en los casos de estrés, entorno muy ruidoso, temperaturas extremas, cambios de horarios… No siempre es posible determinar la causa de un insomnio y entonces hablamos de insomnio primario o idiopático. Si usted no duerme bien debe consultar con su médico de familia para que valore si están presentes algunas de las causas que se citan en un apartado anterior y le sugiera un tratamiento o le remita al especialista correspondiente. Nunca tome medicación por su cuenta aunque le parezca que no tiene efectos secundarios si no se lo ha recetado su médico. Existen pruebas complementarias capaces de obtener registros del sueño de una persona que ayudan a establecer el diagnóstico del tipo de insomnio que se padece. Procure respetar un horario habitual para acostarse y para levantarse. El ejercicio físico regular es una buena ayuda para el sueño de calidad; sin embargo, si se hace muy cercano al momento de acostarse puede empeorarlo. Limite el consumo de excitantes (café, cola…), nicotina y alcohol o elimínelos de sus hábitos diarios si no duerme bien, sobre todo en horas próximas a irse a dormir. Intente que su cama y dormitorio sean lo más confortables posibles: cómodos, suficientemente oscuros, ventilados, con poco ruido, sin temperaturas extremas. Evite leer, ver la televisión, comer, escuchar la radio u otras actividades que no son propias de la cama y que pueden estar estimulándolo o impidiendo un descanso suficiente. Intente resolver los problemas que le preocupen antes de acostarse o trate de no utilizar el momento previo a quedarse dormido para solucionar lo que no ha podido hacer durante el día. Seguir estos consejos u otros parecidos puede ayudarle a solucionar algunos problemas de insomnio. De no ser así consulte, como ya se ha indicado anteriormente, con su médico de familia.

Viatusalud. Clínica de la Universidad de Navarra. España