El rumor del agua llena todos los rincones del Parque Natural del Monasterio de Piedra, un paraje del término de Nuévalos (Zaragoza) por el que corre el río Piedra formando una docena de lagos y cascadas.
En el siglo XII, un grupo de monjes escogieron este recóndito lugar para fundar un monasterio. La entrada al parque se realiza por este recinto, que conserva el claustro románico, la sala capitular y restos de la abadía; también aloja la oficina en la que se informa de los senderos que aproximan a las cascadas.
Las más llamativas son la Caprichosa, el Baño de Diana –en la fotografía– y la Cola de Caballo que, con 90 metros de caída, es la más alta. Tras el manto de agua, algunas esconden cuevas con salientes que sirven de miradores.
El lago Espejo y la cascada Chorreadero ponen el punto final a un recorrido de casi dos horas