Consumada la Independencia en el México del siglo XIX, los gobernantes y políticos buscaron definir la identidad nacional para congregar ideológicamente a sus habitantes. Para ello, una estrategia fundamental consistía en difundir la historia del país entre los niños, a través de relatos que combinasen hechos reales con leyendas, con el fin de promover el amor a la patria y la admiración por los próceres nacionales.
Un ejemplo de estas publicaciones es la serie Biblioteca del niño mexicano, editada entre 1899 y 1901 por los italianos Carlo y Alessandro Maucci, en una colección de 110 relatos históricos escritos por el periodista, novelista e historiador Heriberto Frías, con portadas ilustradas por José Guadalupe Posada.
De este acervo, la Galería de Historia, Museo del Caracol exhibirá 85 cuadernillos provenientes de la colección particular del librero y editor Miguel Ángel Porrúa, en la exposición organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) bajo el título Biblioteca del niño mexicano, abierta al público a partir del 14 de mayo.
La muestra, curada por los historiadores Bertha Hernández y Pavel Luna Espinosa, surge como parte de un proyecto que data de hace tres años y cuyo propósito es saber cómo se ha enseñado la historia a través del tiempo, sobre todo a los públicos más jóvenes.
“Hemos desarrollado una serie de trabajos encaminados a mostrar el Museo del Caracol como un espacio emblemático. Indagamos las raíces del pensamiento pedagógico que anima este recinto y las encontramos en los grandes pensadores de finales del siglo XIX y principios del XX, como es el caso de Enrique Rébsamen y Guillermo Prieto”, comentó Bertha Hernández.
“Guillermo Prieto fue profesor de historia en el Colegio Militar, sus enseñanzas se plasmaron en Lecciones de Historia Patria, un libro que tuvo gran difusión en su época”. En dicho texto, indicaba que los alumnos debían aprender que el régimen era liberal y republicano; además, asumía que los hechos del pasado se deben contar con objetividad, y que el conocimiento histórico puede servir para hacer patria.
El proyecto pedagógico de Enrique Rébsamen pugnaba para que los maestros contaran los hechos como sucedieron, sin falsificar el pasado, aun cuando fuera por patriotismo. En 1901, fungía como director general de la Enseñanza Normal en el país, e insistía en que la historia se narrara a los niños a través de la recuperación de cuadros (sucesos relevantes) y biografías de la historia mexicana. “El Museo del Caracol muestra una selección de cuadros donde se narra la historia de México con la lucha del pueblo mexicano por su libertad como hilo conductor”, aseguró la historiadora.
El proyecto del pedagogo de origen suizo prevaleció por mucho tiempo, pese a las transformaciones que trajo consigo la Revolución. Jaime Torres Bodet y Arturo Arnaiz y Freg (autor del guión histórico del recinto), creadores del museo, se formaron en esas resonancias; eso explica que algunos hechos históricos que aparecen en la narrativa de la Biblioteca del niño mexicano se encuentren, medio siglo después, en la creación del libro de texto gratuito y en la narrativa de la Galería de Historia.
“Ejemplo de ello es el diorama que muestra cómo Vicente Guerrero rechazó el indulto español, aun cuando su padre intentó convencerlo, con la frase ‘La patria es primero’”. Otro cuadro es la aprehensión del mismo caudillo por parte del marino italiano Francisco Picaluga.
En este sentido, Pavel Luna comentó que la Biblioteca del niño mexicano y el Museo del Caracol guardan correspondencia en varios niveles; en lo gráfico, muchas de las portadas de la publicación son casi idénticas a los dioramas del museo, por ejemplo, el “Fusilamiento de Maximiliano”.
“Esta colección de textos ilustrados es una narración lineal que muestra todas las luchas que ha librado el pueblo mexicano para llegar a un momento de paz, que en esa época era la que proporcionaba el Porfiriato. El Caracol extiende un poco más su discurso y lo lleva hasta la Revolución Mexicana”.
Bertha Hernández precisó: “Estas publicaciones ilustradas no eran un instrumento escolar, pero tuvieron mucha aceptación entre los infantes de esa época. Fue un éxito comercial y editorial, y no se descarta que en algunos casos se usara para reforzar alguna lección de historia”.
Los curadores resaltaron que los cuadernillos contenían una narración heroica. A la voz de “Lectorcito mío conoce…”, Heriberto Frías mostraba a los niños los hechos más trascendentes de la historia nacional y los momentos difíciles que vivió el país para consolidar la paz. Pese al carácter crítico de Frías y de Posada, ambos relatan una historia no idílica, narran lo complicado que resultaba la construcción del país. “Por eso, cuando hay triunfos o victorias militares, o cuando llegamos a un momento más estable en la vida nacional, es importante valorarlos”.
La Biblioteca del niño mexicano consta de cinco series: Relatos de tradición indígena, Descubrimientos y conquistas, Época colonial, Independencia y Época moderna.
La muestra incluye la exhibición de un par de piezas bibliográficas antiguas: Lecciones de Historia Patria, de Guillermo Prieto, y Guía metodológica para la enseñanza de la Historia, de Enrique Rébsamen.
José Guadalupe Posada realizó 440 dibujos para la colección. Cada cuadernillo incluía 16 páginas y contaba con una portada impresa a color en la novedosa técnica de cromolitografía, y en el interior tenía tres ilustraciones en blanco y negro.
Pavel Luna expuso que actualmente se deben aprovechar herramientas como el internet, las redes sociales, el cómic o los videojuegos para que la historia llegue a públicos jóvenes y a los no especializados.
La Galería de Historia, Museo del Caracol se ubica en la rampa de acceso al Castillo de Chapultepec, Primera Sección del Bosque de Chapultepec. Horario: de martes a domingo de 9 a 16:15 horas. El acceso cuesta 65 pesos. Los domingos la entrada es libre.