Tres años después de que fuera detenido en Irak en mayo de 2010, el soldado Bradley Manning, se libró este martes de la cadena perpetua por haber filtrado la mayor cantidad de documentos secretos —700.000, militares y diplomáticos— de la historia de Estados Unidos, pero no eludirá la cárcel -según nota de El PAÍS-.
La juez militar encargada del caso, la coronel Denise Lind, absolvió a Manning, de 25 años, del delito de ayudar al enemigo, el más grave de los 22 cargos que pesaban sobre él, pero lo encontró culpable de otros 20 —que incluyen espionaje, fraude informático y robo—, unos crímenes que atentan contra la Ley de Espionaje y por por los que el uniformado podría pasar hasta 136 años en prisión.
El veredicto supone un duro revés para el Pentágono que con la grave acusación de ayuda al enemigo perseguía disuadir a otros potenciales soplones del Ejército de seguir el ejemplo de Manning.
El juicio por el caso Wikileaks, sin embargo, aún no ha concluido. Tras la lectura del veredicto, el miércoles dará comienzo la fase procesal para determinar el contenido concreto de la sentencia y establecer la pena definitiva que deberá cumplir Manning, un proceso que, debido al número de testigos llamados a declarar por la defensa y la acusación se prolongará a lo largo de todo el mes de agosto.
Manning se declaró culpable a principios de febrero de 10 delitos menores por los que únicamente se enfrentaría a una pena de 20 años de cárcel. No obstante la Administración fue más allá y presentó el cargo de ayuda al enemigo, remontándose a un caso de la Guerra de Secesión en la que un soldado fue encontrado culpable de ese delito tras filtrar información a un periódico de Alexandria (Virginia) y condenado a tres meses de prisión.
Lind, con fama de prudente, no ha admitido el argumento de la acusación de que la publicación de documentos secretos en Internet, no sólo es un delito contra el código militar y la Ley de Espionaje, sino una forma de ayudar al enemigo que tiene acceso de manera franca a la red.
La juez sí considera a Manning culpable de robar documentación confidencial pero no cree que publicarla en la web pueda auxiliar a las naciones y grupos hostiles a EE UU, lo contrario hubiera sentado un serio precedente para el periodismo de investigación ya que el veredicto podría haberse aplicado a cualquier otra información secreta colgada en la web otros medios de comunicación.
A la magistrada tampoco le han convencido los alegatos de la defensa del soldado que se ha esforzado en presentarlo como un joven idealista que solo quería provocar un debate en la sociedad. El letrado de Manning, David Coombs, procuró restar importancia a los efectos de las filtraciones para el aparato de inteligencia de EE UU, asegurando que éstas apenas pusieron en riesgo la seguridad nacional.
Durante el proceso, la fiscalía ha tratado de presentar a Manning como un traidor que fue consciente en todo momento de que con sus filtraciones a Wikileaks ponía en peligro la seguridad de EE UU favoreciendo de manera indirecta a Al Qaeda y otros grupos terroristas.
El fiscal Ashden Fein insistió en que en la guarida de Osama Bin Laden en Abbotabad (Pakistán) se encontraron cables filtrados por Manning e incluso lo responsabilizó de desencadenar la Primavera Árabe en Túnez. “Siempre supo que cediendo la información a Wikileaks ésta llegaría al enemigo porque sabía que el enemigo se servía de Wikileaks”, señaló durante su turno de alegatos finales.
La defensa alertó sobre la argumentación del Pentágono al advertir de que concluir que las filtraciones a Wikileaks constituían un delito de ayuda al enemigo, disuadiría a quienes quisieran delatar conductas inapropiadas del Gobierno a través de medios de comunicación que pudieran acabar en la red.
“Ese cargo es militar pero nos afecta a todos”, declaró el lunes a la cadena CNN Julian Assange, el fundador de Wikileaks. La web calificó el martes de “extremado” el veredicto de la juez. La reputación y el carácter del portal de filtraciones han sido uno de los asuntos más controvertidos que han centrado los dos meses de testimonios entre la defensa y la acusación.
Los abogados de Manning han tratado de equiparar Wikileaks con cualquier otro portal de información, cuya función de servicio público es incompatible con la acusación de ayudar al enemigo, insistiendo en que “no difiere” de EL PAÍS o del resto de medios que también publicaron a través de sus páginas web cables del Departamento de Estado y vídeos e información de las guerras de Afganistán e Irak filtrados por Manning.
La fiscalía, sin embargo, presentó tuits publicados por Wikileaks en los que solicitaba información clasificada como prueba de que su único propósito era filtrar secretos de los Gobiernos y no informar.
En la nueva fase que se inicia, la fiscalía tratará de presionar a la juez para que imponga la máxima pena al soldado, mientras que la defensa procurará enfatizar los problemas psicológicos de Manning, que se agravaron cuando, con 21 años, fue destinado a Irak.
El veredicto de ayer aleja del punto de mira de la Justicia estadounidense a Assange, si bien la sentencia final sí será seguida con atención por Edward Snowden, el último en incorporarse a la lista de ilustres filtradores de EE UU, que también está acusado de cargos de espionaje.