El presidente Barack Obama desafió el lunes a Estados Unidos y al mundo a aumentar los esfuerzos para luchar contra el calentamiento global en la presentación formal de su polémico plan para recortar las emisiones de carbono de las centrales eléctricas.
Según información de Reuters, Obama, que declaró que el cambio climático era la mayor amenaza que enfrenta el mundo, dijo que la regulación requerirá que el sector energético recorte sus emisiones en un 32 por ciento para el 2030, desde los niveles del 2005.
Esto reducirá las cuentas de energía de los estadounidenses y mejorará la salud de poblaciones vulnerables en todo el país.
El plan, que también autoriza un cambio a energías renovables, tiene como objetivo colocar a Estados Unidos en una posición fuerte en las negociaciones en París más adelante este año para alcanzar un acuerdo que frene el calentamiento global.
Obama promulgará el plan por orden ejecutiva, esquivando al Congreso, que rechazó intentos legislativos para reducir la polución por dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero al que los científicos señalan como el culpable del aumento de temperatura en la Tierra.
Las normas enfrentan algunos desafíos legales de estados e industrias, y su suerte a largo plazo depende de su capacidad para resistirlos.
El Plan Energía Limpia pretende ser una parte clave del legado del presidente sobre el calentamiento global, que prometió combatir como candidato a la Casa Blanca en el 2008.
«Somos la primera generación en sentir el impacto del cambio climático. Somos la última generación que puede hacer algo al respecto», dijo Obama al público en la Casa Blanca.
«Tenemos un solo hogar. Tenemos un solo planeta. No hay plan B», agregó.
Su anuncio recibió la condena inmediata de los republicanos.
El líder de la mayoría en el Senado dominado por republicanos, Mitch McConnell, dijo que las nuevas reglas ocasionarían el cierre de plantas de energía y elevaría los costos de electricidad.
«Haré todo lo posible por detenerlo», dijo.
Obama rechazó las críticas de que su plan generará un aumento en las facturas de energía de los estadounidenses, afectará a los pobres y costará puestos de trabajo.