Carta abierta a los seguidores de AMLO

Comienzo por expresar mi respeto a la larga y por momentos heroica lucha que muchos de ustedes han dado a lo largo de décadas. Resulta admirable la rectitud de conciencia y la invencible convicción con la que se han entregado a esas causas que desnudan qué tanta solidaridad anida en el corazón humano.

Sé que a muchos de ustedes los mueve la indignación ante la pobreza, la marginación y la violencia, así como una denodada búsqueda por liberar mentes a través de la educación y crear un México que sea, sencillamente, democrático y justo.

Comprendo sus luchas y su indignación. Sé lo que es combatir el autoritarismo: para eso me enrolé en las filas de Acción Nacional y, paradójicamente, también por eso fui despojado de mi militancia. Asimismo sé lo que es pisar la cárcel por defender la democracia y he vivido en carne propia la primera línea de la resistencia civil pacífica.

Sin embargo, igualmente sé que seguir alimentando enconos y rivalidades no podrá llevar a victorias de unos sobre los otros, pero no a victorias compartidas por todos los mexicanos.

Una vez terminados los procesos electorales y agotados todos los procedimientos legales para dirimir las diferencias entre las diversas visiones que sostenemos, la única opción constructiva que tenemos es trabajar juntos. Ya no se trata de que gane un partido o una ideología, sino de que gane México.

Por ello, les extiendo una invitación plena de sinceridad democrática para que celebremos diálogos transparentes y encontremos puntos de coincidencia en los cuales trabajemos unidos.

Ya en la Concertación Mexicana hemos hecho grandes avances para consolidar un espacio de concordia política en la que convivimos personas de todas y cada una de las diversas formas de pensar que hay en nuestra patria. Aquí izquierda y derecha son tan solo teorías; la realidad viva es lo que hacemos juntos por el bien de nuestra patria.

Seguramente hay asuntos muy específicos en los que no estamos ni estaremos de acuerdo, pero esos los podemos dejar fuera de la mesa y enfocarnos en aquellos en los que sí concordamos.

Lo que nos une pesa mucho más que lo que nos divide, si nos damos la oportunidad de hablar con la voluntad de superar agravios, de reconciliarnos e, incluso, de perdonar. Tenemos ideas diferentes, pero tenemos una vocación compartida: luchar por la democracia, por sus prácticas y por sus valores, ante los cuales todos somos iguales.

En estos momentos en los que los tribunales han dictado la última palabra y ya tenemos en Enrique Peña Nieto a nuestro presidente electo, es tiempo de la Concertación Nacional, de deliberar, decidir y actuar en lo mejor para México. Nuestras puertas están abiertas y nuestras manos extendidas.

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