Chicos que cometen delitos grandes

Sueña ser abogado; ahora es “halcón”

ACAPULCO.- José, de 13 años de edad, tiene una aspiración: ser abogado. Aunque ahora su objetivo diario se centra en ganar dinero por medio de sus dos trabajos, «el bueno y el malo», y en tener más horas libres para poder dormir.

Su jornada empieza a las 4:00 de la mañana, cuenta mientras está sentado en una banca del parque Papagayo tratando de sofocar un rato el calor.

En la madrugada se levanta para ir al negocio avícola donde despluma pollos. Eso lo hace desde los 11 años, dice.

«Me baño en mi trabajo, me pongo mi uniforme y de ahí me voy a la secundaria», comenta.
A las 7:00 llega a la secundaria ubicada en la zona suburbana del puerto. Después de las clases, empieza su otro trabajo, «el que no es tan bueno pero le deja dinero».

De mirada esquiva y pocas sonrisas, José se atreve a confesar que un señor lo juntó con un grupo de adolescentes que tienen que vigilar a las personas que les piden, o avisar cuando llegan a ciertos lugares los policías. Esta actividad, llamada «halconeo», es lo que le deja a veces mil 500 pesos, y de la que ya no puede salir.

José cuenta que mantiene a su mamá, desde hace dos años cuando su papá los dejó; también ayuda con los gastos para su hermana de 9 años de edad.

Con tantas horas de trabajo, dice, duerme poco y seguido se queda dormido sobre el mesabanco, pero dice que no tiene opción.

Afirma que el señor que lo llamó a trabajar de «vigilante» de personas lo tiene amenazado si se sale del grupo. «Yo me he querido salir, yo no quiero hacer algo malo, pero dicen que me van a llevar con la policía si me voy».

Su sueño desde niño es ser abogado para hacer justicia y tener dinero, dice, pero eso deberá esperar porque cree que ya no tendrá más tiempo ni para estudiar.

Ahora comenta que se junta con puros adolescentes o adultos que tienen un tipo de vida alejado de las escuelas.

Al preguntarle qué hará el Día del Niño, José ríe y dice que él no es un niño porque mantiene a su familia y ya no tiene tiempo ni para dormir, «menos para jugar».

Lo detienen cuatro veces en dos años

QUERÉTARO.- Tiene a penas 14 años de edad, no va a la escuela y se dedica a robar. Sin embargo, en su corta carrera delictiva que ha durado dos años y meses, ha sido detenido en cuatro ocasiones.

La primera vez que Julio fue a parar dentro de una comandancia de la policía municipal de Querétaro, fue en junio de 2010, cuando tenía sólo 12 años. En esa ocasión había sido acusado de haber participado en un el delito de robo simple.

En esa ocasión, poco después de las dos de la mañana, personal del Centro de Comunicación y Monitoreo (Cecom) de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM) informó a los tripulantes de la patrulla M-780 que dos menores de edad habían causado daños a un vehículo en la calle de Benjamín Argumedo de la colonia 15 de Mayo.

La persona ofendida explicó que dos menores de edad habían causado daños al parabrisas de su automóvil marca Volkswagen, tipo Jetta, en tanto que otra persona, también agraviada por los niños asaltantes, informó que le habían robado un motor de su camioneta marca Volkswagen, tipo combi y dos botes de pintura.

Julio volvió a ser detenido el 30 de diciembre de 2010 por daños culposos y lesiones dolosas. Luego, el 22 de abril de 2011 fue asegurado por los delitos de lesiones dolosas y robo a casa habitación; el 28 de agosto de 2011 fue puesto a disposición del Ministerio Público por el delito de robo simple.

En sus declaraciones ante la autoridad especializada, Julio ha dicho, una y otra vez, que roba porque necesita dinero para sobrevivir. Por eso apenas se encuentra en libertad vuelve a delinquir.

La última ocasión que lo detuvieron fue por haber robado la bolsa a una señora en plena vía pública, en la colonia Satélite, al norponiente de la ciudad de Querétaro. Lo hizo en compañía de su mejor amigo, quien también es menor de edad.

A Julio los policías le encontraron el bolso de la mujer, en el que se encontraba un teléfono celular, un monedero color rosa y mil 200 pesos en efectivo.

Por eso es que Julio nuevamente fue puesto a disposición de la Agencia Especializada en Justicia para Adolescentes.

Julio no terminó la primaria, poco sabe de leer y escribir, por tal motivo -según declaró ante las autoridades- siempre sale con su amigo, quien es un poco mayor que él, pues es su única compañía y entiende lo que necesita.

“Ya no pude convertirme en sicario”

CHIHUAHUA.- «Yo ya estaba bien amarrado, a me iban a subir a la sierra a entrenarme como sicario, en unos dos meses me iba, pero me agarraron y ya no se hizo», dice Raúl. Luego de pasar un año recluido en un penal para menores, recuerda que su sueño de convertirse en asesino a sueldo se vio truncado por un «soplón» que lo delató, y lo llevó a la cárcel.

Su carrera criminal comenzó a los 12 y en dos años estaba listo para dedicarse a matar. «Si me entonaba (gustaba), se gana bien, y no tienes que trabajar diario».

En su casa nunca hubo violencia, dice. «Mi mamá siempre me ha querido mucho, mi papá ni toma, las ‘mañas’ las aprendí con los del barrio».

Todo comenzó con la venta de droga en la escuela, después vinieron asaltos, hasta que ya era «ayudante» en una célula.

La prueba de fuego fue en Ciudad Juárez, donde con otros tres adolescentes tenía que robar una camioneta. Tras buscar por horas en un vehículo como el que le pidieron, lograron ubicar a un hombre solo. «Lo estuvimos siguiendo, pero se me hace que se dio cuenta. Llegamos a un semáforo, nos bajamos a tumbarle la troca (camioneta), pero traía cuete (pistola) y se bajó disparando. Nosotros también le tiramos.

«Los jefes nos regañaron, pero vieron que no teníamos miedo de disparar, y nos dijeron que iban a entrenarnos para ser sicarios».

Su preparación sería de tres meses en la sierra, pero días antes uno de sus compañeros fue arrestado y delató a varios. Raúl fue acusado y sentenciado por asaltos a mano armada.

Ahora, a sus casi 15 años, regresó al hogar. Asegura que se alejará de la vida criminal, aunque no descarta que más adelante se integre de nuevo porque dice extrañar ganar hasta 10 mil al mes.

El menor de los “cigarros especiales”

CHETUMAL.- Josué, un menor de 14 años de edad de secundaria en Chetumal alardeó varias veces con sus amigos que vendía «cigarros especiales».

En los pasillos de la escuela se empezó a correr el rumor, sobre todo porque el estudiante hacía énfasis en que él vendía su producto y que un buen grupo de amigos le daba material para comercializarlo.

De vez en vez, un olor provenía de los baños, donde algunos compañeros empezaron a fumar el «cigarro especial» de Josué.

Esta historia la cuenta Mario, quien tiene 42 años de servicio en la educación y quien es director del plantel de la secundaria pública ubicada en el primer cuadro de la ciudad de Chetumal.

Un día, recuerda, se decidió que se revisarían las mochilas. Entonces encontraron un cuarto de kilo de mariguana envuelto en papel entre las cosas de Josué.

El chico admitió que la hierba era de él, pero aseguró que no la vendía en esa secundaria, sino en otra, menciona el director.

«En las cuatro décadas de docente, lo más que me había tocado enfrentar con los alumnos era la portación de licor, robo de celulares, robo de dinero y robo de libros, pero la venta de drogas, nunca», señala y destaca que ha notado que los padres descuidan cada vez más a sus hijos, y dejan todo el trabajo a los maestros.

Agencia El Universal