Arpino es una bella población de más de 7.000 habitantes que se extiende sobre una loma que supera los 400 metros de altura, a unos 100 kilómetros al sureste de Roma. Aún conserva los restos de una muralla ciclópea atribuida a los legendarios pelasgos, un pueblo prehelénico. En el año 188 a.C. sus habitantes recibieron la ciudadanía romana.
Cayo Mario, el general y político romano que fue elegido cónsul en siete ocasiones, nació en Arpino unos 30 años después. Sin embargo, su ciudadano más ilustre es Marco Tulio Cicerón, el célebre político y orador latino, quien nació en Arpino el 3 de enero de 106 a.C., es decir, hace 2.120 años.
La vida feliz y dichosa
Cicerón nació en el seno de una familia perteneciente a la orden ecuestre, una clase social. Destacó en la escuela por su extraordinaria inteligencia y su padre le llevó a Roma, donde conoció a los mejores oradores de su tiempo.
Se introdujo en la vida pública a través de la jurisprudencia y a partir de entonces llevó una vida agitada como político y orador, atacando en primer lugar al dictador Sila y en defensa de Roscio Amerino, un ciudadano acusado de parricidio.
Su discurso fue todo un éxito pero tuvo que partir hacia Atenas tras haber acusado a personajes muy influyentes. En la capital griega se inició en las grandes corrientes de la filosofía helénica, una disciplina que servía para alcanzar la sabiduría de la vida. «La vida feliz y dichosa es el objeto único de toda filosofía», dijo Cicerón.
