México.- El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) rememoró al poeta Manuel Acuña, quien a pesar de su corta trayectoria artística, fue uno de los escritores más representativos del romanticismo mexicano.
Acuña nació el 27 de agosto de 1849 en Saltillo, Coahuila, y murió a la corta edad de 24 años, en 1873; sin embargo, en su carrera literaria logró un desempeño fructífero que se refleja en su obra integrada por poemas amorosos y satíricos, describió el Conaculta en comunicado.
Sus estudios los realizó en el Colegio Josefino de la ciudad de Saltillo, y en 1865 se trasladó a la capital del país para ingresar el Colegio de San Ildefonso, donde aprendió matemáticas, latín, francés y filosofía.
Tres años más tarde inició sus estudios en la Escuela de Medicina, paralelamente realizó actividades de índole cultural, participando en tertulias literarias, gracias a esto conoció al escritor, periodista y político Ignacio Manuel Altamirano y a los poetas Agustín F. Cuenca y Juan de Dios Peza.
Es así como a los 20 años comenzó su labor como poeta, y al lado de varios intelectuales fundó la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl.
En 1871 se le reconoció por la crítica a su obra «El Pasado» , publicado en un folleto del periódico «La Iberia» , junto con 11 de sus poemas, entre los que se encontraba una de sus creaciones más célebres, «Nocturno a Rosario» .
Es uno de sus poemas más famosos para el que se inspiró en el amor de Manuel hacia la joven Rosario de la Peña, cuyo presunto desprecio fue la causa de suicidio de Acuña.
Rosario fue hija de Juan de la Peña, hombre culto de la época, reconocido por organizar constantes reuniones con intelectuales como Francisco Zarco, Justo Sierra y Vicente Riva Palacio.
El trabajo de Acuña se realizó en un contexto en el que existía una gran influencia del romanticismo. Algunos de los títulos de sus obras son «Ante un cadáver» , «Amor, nada sobre nada» , «El reo a muerte» , «Un arroyo» , «A Asunción» , «A la Patria» y «Resignación» .
Fue sepultado el 10 de diciembre de 1873 en el Cementerio del Campo Florido, con la asistencia al sepelio de representantes de la comunidad literaria y científica. Más tarde sus restos fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres del cementerio de Dolores, lugar en el que se le erigió un monumento.
En 1917 el estado de Coahuila reclamó las cenizas y fueron trasladadas a Saltillo, su ciudad natal, a la Rotonda de los Coahuilenses Ilustres.
Agencia El Universal