Costas del Egeo…vestigios clásicos playas ídílicas

El viaje por la costa sur de Anatolia, las tierras que ocuparon griegos, lidios, carios y licios en la Antigüedad, regala un cúmulo de emociones, sensaciones y conocimientos difícil de superar en ningún otro lugar.

Siguiendo la huella que dejaron aquellas culturas, podemos iniciar nuestro recorrido en la ciudad de Izmir, la antigua Esmirna. Aunque ha crecido de manera desmesurada y caótica, el dédalo de callejuelas que forma su gran mercado, siempre abarrotado, a espaldas de la plaza Konak, aún deja sentir los olores y sabores de Oriente.

No en vano los griegos usaban el nombre de la ciudad para designar la mirra y, todavía hoy, en griego a esa especia se la conoce como smirni.

Nuestro recorrido rumbo sur nos conduce en un par de horas de autobús a Éfeso, una de las ciudades más importantes de la Antigüedad. De su importancia dan fe los vestigios de las ciudades griega y romana. Los edificios más llamativos son el teatro y la biblioteca de Celso, pero las casas privadas y las amplias y lujosas avenidas dejan igual de maravillado al viajero.

Entre el recinto arqueológico y la pequeña ciudad de Selçuk se alza solitaria la columna que señala el lugar en el que estuvo una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, el Templo de Artemisa, la diosa de los múltiples pechos que propicia la fertilidad.

Éfeso también desempeñó un importante papel en los primeros siglos del cristianismo. Sede de dos importantes concilios en el siglo V, el del año 431 estableció que María fue la Madre de Dios, y está bien que fuera precisamente en Éfeso, pues aquí se encuentra la casa en la que supuestamente durmió su último sueño.

En el animado puerto de Kusadasi, un antiguo caravansar convertido en hotel ofrece su patio para tomar un café acompañado de un delicioso baklava, un pastel de hojaldre relleno de nueces o pistachos