
La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no son los líderes, ni grupitos de maestros; son las bases, donde la mayoría de mentores comulgan con la ideología de izquierda y algunos en ocasiones han incursionado en filas guerrilleras.
No tienen mando, solo dirección. Un claro ejemplo es la Sección 22 de la CNTE que opera en el estado de Oaxaca, donde por más de 20 años mantuvo el control educativo y se convirtió en un brazo político-electoral al servicio del mejor postor, pero sin entregarse a éste.
La Sección 22 fue artífice y columna vertebral del “movimiento del 2006”, cuyo objetivo final fue la caída del entonces gobernador Ulises Ruiz Ortiz. El propósito inicial era el cumplimiento de su “pliego petitorio”, en el cual, como siempre, además de demandas educativas, tenían exigencias sociales, políticas y de justicia para sus “presos políticos”.
El “movimiento” empezó cuando el gobierno se declaró en insuficiencia presupuestal para cubrir las demandas económicas de la gremial, entonces los mentores cumplieron su amenaza de instalarse en plantón indefinido en el zócalo de la Ciudad de Oaxaca.
Al “movimiento” de la Sección 22 se sumaron “organizaciones sociales”, poderes fácticos y priistas rivales del mandatario estatal. En ese marco dieron nacimiento a la llamada Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), en la cual nunca hubo representantes democráticamente electos en cada pueblo.
Así, el “movimiento”, de origen magisterial, se convirtió en una masa amorfa con intereses más políticos que educativos. Luego tomó matiz electoral, como si prepararan el terreno para la derrota del PRI para las elecciones del 2010; más bien la derrota de Ulises Ruiz como jefe político del priismo oaxaqueño, y lo consiguieron, pues su candidato perdió la gubernatura y el partido, la mayoría del Congreso local y los municipios más importantes.
Claro, la derrota fue multifactorial: La ciudadanía estaba harta de los gobiernos priistas, enojada con Ruiz Ortiz por la corrupción de muchos de sus funcionarios, y cansada de tanto bloqueo, plantones, paros, marchas, no solamente magisteriales, sino también por parte de otros sindicatos y “organizaciones sociales”.
2006 fue caótico: Había barricadas por toda la capital oaxaqueña, bloqueos a calles y carreteras, un prolongado plantón en el primer cuadro de la ciudad, enfrentamientos entre integrantes del “movimiento” y la policía. Incluso, fue necesaria la presencia de la Policía Federal para apaciguar ese “desbordamiento social”.
El gobierno de Ulises Ruiz intentó desalojar a los manifestantes de aquél plantón, que tenía ahorcada la economía local, pero fracasó y el movimiento se intensificó. Después poco a poco fue mermando, pero continuaron las marchas, plantones, paros, bloqueos.
En ese contexto llegaron las elecciones del 2010, donde el PRI se enfrentó a una coalición electoral conformada por los partidos de la Revolución Democrática (PRD), Acción Nacional (PAN), del Trabajo (PT) y Convergencia, postulando a Gabino Cué Monteagudo como candidato a gobernador.
Gabino era un candidato natural, con mucho carisma y contaba con el respaldo de una oposición fuerte, de poderes fácticos y hasta de priistas; en parte aliados en el “movimiento” del 2006.
Dada la convulsión político “social” en Oaxaca, la coalición opositora estratégicamente se denominó “Por la paz y el progreso”, mismo lema de Cué, quien prometió una entidad donde reinara la tranquilidad, la prosperidad económica y el desarrollo social. En su triunfo, la Sección 22 de la CNTE jugó un papel fundamental.
Pero esa alianza (Cué-magisterio) duró muy poco. La luna de miel terminó cuando la gremial planteó su primer pliego petitorio. Volvieron los paros, marchas y plantones.
La tensión llegó al máximo cuando Gabino dio el golpe de timón quitando a la gremial el control sobre el presupuesto y estructura educativa. Quien sabe si por iniciativa propia o presionado por el Gobierno Federal, el cual habría encontrado irregularidades en la administración de Cué.
Como haya sido, casi al final de su sexenio, el gobernador ayudó a operar la Reforma Educativa en el estado de Oaxaca, rompiendo totalmente con quienes habían sido sus aliados electorales: Los maestros de la Sección 22.
Antes, para poder “gobernar” Gabino Cué repartió secretarías, direcciones y jefaturas de departamentos entre los partidos políticos integrantes de la coalición que lo llevó al poder. Y en órganos autónomos aparecieron personajes ligados a los poderes fácticos aliados, que de algún modo también participaron en el “movimiento” del 2006.
En la Legislatura electa junto con Cué los diputados emanados de la coalición electoral conformaron una “coalición legislativa, que al principio obedeció al gobernador y después lo presionó para obtener toda clase de prebendas; en esa Legislatura varios maestros tuvieron una curul.
Andrés Manuel López Obrador igualmente fue determinante en el triunfo de la oposición en Oaxaca, por su fuerte presencia en la entidad. La buena relación entre AMLO y Gabino Cué poco a poco se fue deteriorando, porque, según dicen, el gobernador puso oídos sordos a los consejos (o ¿instrucciones?) del tabasqueño.
La relación se rompió totalmente cuando Cué dio el golpe a la Sección 22 de la CNTE.
Llegaron las elecciones del 2016 y el PRI recuperó la gubernatura; fue una victoria multifactorial, donde sobresalió el hartazgo por la falta de carácter de Cué y la corrupción de sus funcionarios. Claro, la pulverización del voto de la izquierda fue determinante.
Como candidato, Cué generó demasiadas expectativas de cambio en el estado de Oaxaca. Pero no pudo o no quiso cumplir. Terminó como el peor de los gobernadores.
El gobierno de Alejandro Murat Hinojosa tampoco ha podido con la Sección 22 de la CNTE, la cual, por cierto, en el inter de la transmisión del Poder Ejecutivo local, nuevamente contribuyó al caos en la entidad. ¿Influyó la entrega-recepción de la administración? ¿Una forma de presionar? Es incierto.
Curiosamente la bandera de la Sección 22 de la CNTE no era cosa de “fraude electoral”. El lío terminó en el enfrentamiento entre mentores, “organizaciones sociales” aliadas a éstos y policías, con saldo rojo, en el municipio de Asunción Nochixtlán.
Actualmente, ya la gremial en esta semana empezó con su amenaza de boicotear la Guelaguetza y de instalarse en plantón indefinido en el zócalo de la capital oaxaqueña si el gobernador Alejandro Murat no da respuesta satisfactoria a su pliego de demandas, entre las cuales se encuentran la reversa a la Reforma Educativa (de competencia federal) y la aprobación del Plan para la Transformación de la Educación de Oaxaca (PETEO).
Además de sus demandas económicas, sociales, políticas y las estrictamente educativas. Pero realmente se desconocen las peticiones de fondo porque las negociaciones son privadas. Eso sí, la gremial cada año pide más.
Pregunta: ¿La amenaza de la Sección 22 de la CNTE es solo buscando respuestas a sus demandas? ¿O se trata de una estrategia electoral rumbo a la jornada electoral de julio próximo?
En el 2016, en su campamento permanente se encontraron símiles de boletas electorales usadas para enseñar a los integrantes de la Sección 22 cómo votar a favor del candidato a gobernador de Morena, Salomón Jara Cruz; hoy abanderado al Senado por la coalición “Juntos Haremos Historia” por la segunda fórmula oaxaqueña.
En fin, todo el contexto anterior sale a colación para preguntar:
Si Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República consigue la abrogación de la Reforma Educativa, ¿bastará a la CNTE y a sus secciones sindicales? ¿O la gremial va por más?
Si AMLO gana la elección ¿la CNTE y sus secciones ya no harán marchas, plantones, paros laborales y bloqueos carreteros? ¿O todo México se convertirá en un Oaxaca cuando los mentores reclamen al Presidente el cumplimiento de sus promesas y pidan más?
Imagínense, marchas, plantones, bloqueos carreteros y hasta barricadas en todo el país.
La abrogación de la Reforma Educativa no depende solo de AMLO, sino del Congreso de la Unión, cuya composición es incierta; se complicaría si ningún partido político tiene la mayoría.
Incluso, nada garantiza que siendo mayoría los legisladores emanados de la coalición “Juntos Haremos Historia”, abroguen dicha Reforma. ¿Qué tal que los legisladores del PES o del PT no siguen la línea de AMLO?
En fin, como lo declaró Eloy López Martínez, dirigente de la Sección 22 de la CNTE en Oaxaca: López Obrador “no resolverá el problema del tema magisterial”; y seguirán en la lucha durante y después de las elecciones de julio próximo.
Es más, su lucha seguirá gane quien gane la Presidencia de la República, salvo que ocurra un milagro o el jefe del Ejecutivo Federal, en coordinación con los otros dos Poderes, la corten de raíz, lo cual se antoja difícil porque la CNTE no son los líderes magisteriales, sino las bases y éstas registran infiltraciones diversas, incluso de grupos políticos.
En fin, AMLO, como Cué en su momento, también ha generado demasiadas expectativas de cambios. ¿Podrá cumplirlos? Porque además en su mayoría son ofertas cuyo cumplimiento requiere mucho presupuesto.
Por el bien del país, si López Obrador gana las elecciones presidenciales ojalá cumpla sus promesas de campaña, y México no se convierta en un Oaxaca.
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