CRÓNICA POLÍTICA: En Nochixtlán, ¿quién disparó?

¿Y cómo para cuándo tendrán el resultado de las investigaciones sobre los hechos ocurridos el 19 de junio en Asunción Nochixtlán? El Presidente de México, Enrique Peña Nieto, y el Gobernador de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, se comprometieron a que se investigaría cómo estuvo el enfrentamiento entre policías y manifestantes, el cual dejó un saldo de ocho muertos.

No lo dijeron tan puntualmente, pero sí se comprometieron a la investigación. Los resultados urgen. Los familiares de las personas fallecidas y la población en general, de todo México, necesitan saber con certeza quiénes dispararon, los calibres de las balas, si los impactos produjeron la muerte o si la causa fue distinta, etc.

Nada más no vaya a ocurrir como en el caso Luis Donaldo Colosio Murrieta, que después de 22 años prevalece la duda sobre su asesinato, a pesar de que la versión oficial atribuyó la autoría intelectual y material a Mario Aburto Martínez; nada más.

O como en el asesinato del reportero y camarógrafo William Bradley Roland, a quien alguien disparó cuando policías ministeriales y preventivos respaldados por presuntos militantes del PRI atacaron a balazos una de las barricadas de la autodenominada Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) instaladas en proximidades del municipio de Santa Lucía del Camino, Oaxaca, el 27 de octubre del 2006.

En el caso de Brad Will hubo muchas versiones. Incluso, se llegó a decir que los mismos manifestantes le habrían disparado. Hubo detenidos y consignados ante el Ministerio Público. Sin embargo, siempre quedó la duda sobre el asesinato.

En torno a los hechos violentos ocurridos en Asunción Nochixtlán urge el resultado de la investigación para evitar dilaciones que después generen dudas sobre el mismo.

Los policías dispararon, y también hubo disparos provenientes del numeroso grupo de manifestantes; grupo inicialmente integrado por maestros que instalaron una barricada para bloquear la carretera para impedir el paso de cualquier convoy de policías, después se le sumaron organizaciones sociales y el día del enfrentamiento se les unió casi todo el pueblo porque alguien dijo que la fuerza pública entraría a la población.

Entonces, si hubo intercambio de disparos, cualquiera de las balas pudo haber alcanzado a las personas que fallecieron. Incluso, según dicen, una bala perdida mató a una persona que estaba en un taller mecánico. Solamente una investigación puntual, seria y profesional, podrá determinar de dónde provinieron las balas asesinas: Si de los policías o de los mismos manifestantes, o de ambos lados.

Los manifestantes han negado haber disparado sobre la policía. Sin embargo, hay versiones contrarias. ¿O fueron los “infiltrados”? El Gobernador de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, recuerden, habló de la existencia de “infiltrados” en los hechos violentos de Asunción Nochixtlán.

El fotoperiodista Jorge Luis Plata, en sendas entrevistas, aunque sin señalar a nadie, ha dado testimonio de haber escuchado disparos incluso antes del arribo de la Gendarmería.

Saber quién disparó ayudará a aclarar los hechos y, sobre todo, a saber si hubo excesos por parte de la policía, de los maestros, o de la población de Asunción Nochixtlán, y si éste municipio, Oaxaca y México, enfrenta movimientos de otra naturaleza.

¿Prosperará el diálogo Segob-CNTE?

Difícilmente, aunque tampoco es imposible. Pero de entrada es complejo, porque una de las principales demandas de la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) es la derogación de Reforma Educativa, y ya dijo el presidente Enrique Peña Nieto, que ésta no se negocia.

Amén de los objetivos políticos presidenciales, la educación como derecho humano se beneficia del principio de progresividad, entonces es prácticamente imposible dar reversa a un derecho humano en mejoría.

Derogarla sería derogar disposiciones constitucionales y legales, además de ir en contra de principios reconocidos y exigidos en los tratados internacionales.

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