CRÓNICA POLÍTICA: ¿En qué momento se pervirtieron los gobernadores?

Al pasó que va el PRI se quedará sin militantes…o por lo menos sin “cuadros distinguidos”. Trae una política de expulsión de ex gobernadores señalados de enriquecimiento ilícito, desvío de recursos, tráfico de influencias, delincuencia organizada, etc.
Prácticamente toda una generación de ex mandatarios priistas han resultado con investigaciones por excesos, que configuran tipos penales, dentro de su administración: Tomás Yárrington Ruvalcaba de Tamaulipas, Javier Duarte de Ochoa de Veracruz, Humberto Moreira Valdés, César Duarte Jáquez de Chihuahua, Humberto Moreira Cortés de Coahuila y Rodrigo Medina de la Cruz, entre otros.
El Partido Revolucionario Institucional ya expulsó a algunos de ellos; el último fue Humberto Moreira (apenas este miércoles); aunque a él se le acusa de haberse registrado como candidato a cargos de elección popular por partido político distinto al PRI y su incorporación al mismo.
Sin duda, es la mejor de las salidas para Moreira quien en enero del 2016 fue detenido en el aeropuerto de Madrid por la Policía Nacional de España acusado de lavado de dinero y malversación de fondos de su gobierno, pero después fue puesto en libertad.
Y ahora van tras Rodrigo Medina por nuevos delitos como daño al patrimonio, peculado y ejercicio indebido de funciones.
Caray, y ante tanto ex mandatario acusado cabe la pregunta: “¿En qué momento se pudrió el PRI? ¿O más bien, en qué momento se pudrieron los priistas? El Revolucionario Institucional es uno de los mejores partidos políticos existentes en México; sin embargo, sus militantes, sus “cuadros distinguidos”, han corrompido las estructuras proyectándolo como lo peor.
En Alto Nivel, José Fernández Santillán, politólogo del Tecnológico de Monterrey (http://www.altonivel.com.mx/los-exgobernadores-buscados-corrupcion-en-mexico/) vierte una interesante reflexión sobre el momento en que los entonces gobernadores entraron a la esfera de la corrupción y de la impunidad.
El politólogo explica que cuando en 1997 el PRI pierde por primera vez la mayoría en el Congreso Federal, “cuando los estados dejan de ser hegemonizado por el máximo partido y empiezan a ser panistas y perredistas, México logra tener un sistema democrático y se rompe con el viejo presidencialismo”.
Y explicó: “En el viejo sistema político del presidencialismo, el máximo control era el presidente y los gobernadores acataban órdenes. Cuando pasamos al sistema democrático (pensamos falsamente) que los congresos estatales iban a limitar a los gobernadores, pero no. Los controles fallaron y los gobernadores tuvieron las manos libres para enriquecerse”.
Coincido con la postura. Y agregaría que tal situación empeoró cuando el PRI pierde la Presidencia de México, entonces los gobernadores priistas hacen su regalada gana, ignorando a los Congresos locales y al presidente del Comité Ejecutivo Nacional, no se diga a las dirigencias estatales puestas por ellos mismos.
Y tampoco la llamada “democratización” en el país y en las entidades federativas fue un coto a la corrupción. También panistas y perredistas le entraron con singular alegría al desvío de recursos, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, delincuencia organizada, etc., en las entidades donde llegaron a ser gobierno; claro con sus honrosas excepciones.
En fin, que ahora tenemos un país donde quien gobierna es la delincuencia organizada. ¿O los ex gobernadores y algunos gobernadores actúan solos? Tienen padrinos y ahijados, ¿qué no?
Y en las entidades federativas donde no había gobernador del PRI se replicó el esquema de corrupción en la militancia incrustada en los pocos espacios de poder. Sin el control de un jefe político, los priistas hicieron y deshicieron. Hablamos de aquellos en los cargos de dirigencia estatal o en los liderazgos de las bancadas en los Congresos locales.
Un caso emblemático es el de Oaxaca.
En esta entidad primero los gobernadores y sus colaboradores más cercanos atracaron el erario con las más amplia impunidad. No había Jefe Político nacional que les marcara el alto. Y cuando el PRI pierde la elección de gobernador, los priistas hasta se dividieron por quedarse con los pocos espacios de poder: El Comité Directivo Estatal y la coordinación de la fracción parlamentaria en el Congreso, local lo cual daba el pase en automático para presidir la Junta de Coordinación Política y, en consecuencia, el manejo de recursos públicos.
Sin rienda, se engolosinaron con el poder. Y ahora Oaxaca y el gobierno de Alejandro Murat Hinojosa están viviendo y padeciendo la resistencia de priistas locales para apartarse de los excesos en el uso de los recursos públicos.
La pregunta es, si en México hay un presidente emanado del PRI, ¿ya no habrá gobernadores priistas que desvíen recursos públicos, con vínculos con el crimen organizado? ¿Y cuál será la suerte de los mandatarios y ex mandatarios de la oposición?
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