Recordarán que previo a la jornada electoral del domingo pasado, la Comisión de Orden y Disciplina Intrapartidista del Partido Acción Nacional (PAN) determinó por unanimidad la expulsión de los senadores Ernesto Cordero y Jorge Luis Lavalle, así como de la diputada local Eufrosina Cruz Mendoza.
Entre otras causas porque apoyaron a Margarita Zavala como candidata independiente a la Presidencia de la República, y tras su dimisión, respaldaron a José Antonio Meade Kuribreña, abanderado presidencial de la coalición “Todos por México” (PRI-PVEM-Panal).
Eufrosina claramente dijo apoyar a la persona, no al partido.
Pero la Comisión de Orden aplicó con rigor literal la norma interna. Sin embargo, ante la debacle del PAN (igual de grave que la priista) los panistas deberían plantearse la siguiente pregunta: ¿Quién le hizo más daño al partido? ¿Los expulsados? ¿O Ricardo Anaya Cortés con su política dictatorial?
Ricardo. ¿Alguien opina diferente? Seguramente sí: Sus incondicionales que ya se veían en el gabinete presidencial, sin apreciar que el mando arbitrario de Anaya Cortés perfilaba su propia derrota como candidato presidencial de “Por México al Frente”, coalición además que nunca fue fuerte.
El PRD olió la derrota frentista por eso no opuso mayor resistencia a que el candidato fuera un panisa, amén de carecer de prospecto propio. Y al perredismo solo le importó negociar candidaturas camerales. Movimiento Ciudadano igual buscando conservar el registro.
Y, oh sorpresa, las elecciones ofrecieron sabios resultados: Están en la tablita.
En fin, retomando el tema: Ricardo Anaya construyó su propia derrota desde el momento mismo en que se auto-impuso como candidato a la Presidencia de la República usando su cargo de dirigente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN; juez y parte.
Perdió desde ese momento. Y quedó como el culpable de la renuncia de Margarita Zavala a más de 20 años de militancia en Acción Nacional ante la oposición anayista de abrir la selección interna de la candidatura presidencial.
Además Ricardo Anaya se creyó su propia simulación de estructura panista, que debió crear y consolidar como presidente nacional del PAN rumbo a las elecciones del 2018.
Añadan la imposición de candidaturas a las cámaras del Congreso de la Unión, y a cargos locales en 31 entidades federativas con elecciones concurrentes. ¡No fueron las mejores! Más bien, fueron los mismos de siempre alternando con postulaciones de ex priistas que no representaban gran cosa.
Entonces, ¿quién le hizo más daño a Acción Nacional? ¿Los expulsados o Ricardo Anaya? Su candidatura, por si fuera poco, siempre estuvo empañada por los escándalos sobre un presunto lavado de dinero en el ramo inmobiliario.
Y quien sabe si se conozca la verdad, pues una vez pasada la elección casi siempre viene el perdón a cambio de la sumisión de la oposición.
Ricardo Anaya no merece regresar a la dirigencia nacional del PAN, pero sí merece la expulsión buscándole el hilo a la norma panista. Claro, como dice la vox populi “o todos coludos o todos rabones”.
El pecado de Ernesto Cordero, Jorge Luis Lavalle y de Eufrosina Cruz Mendoza, fue manifestar públicamente su postura tras la advertencia de Margarita Zavala de los riesgos del PAN con la candidatura de Anaya Cortés, quien a todas luces gana en el daño hecho al partido.
Por lo tanto, la expulsión también aplica políticamente al hoy candidato aplastantemente derrotado, para que el panismo sobreviviente parta de ahí la reconstrucción del PAN.
Hay otro remedio: La reconciliación interna, pero ésta implicaría dar marcha atrás a la expulsión de Cordero, Lavalle y Eufrosina, así como el no regreso de Ricardo Anaya a la presidencia nacional del PAN, porque se trata de “borrón y cuenta nueva”.
Acción Nacional necesita un líder en la dirección del partido, no un dictador vengativo.
EUFROSINA
Su expulsión del PAN no fue la mejor decisión, más bien fue un error. No solamente por los votos que le pudo haber costado a Ricardo Anaya, sino porque Eufrosina Cruz Mendoza es un ícono en la lucha del reconocimiento de los derechos político electorales de las mujeres indígenas.
Es un cuadro político valioso. Hay quienes la critican, pero no han hecho lo que ella se atrevió a hacer desde cuando quiso participar en la elección a la presidencia municipal de su natal Quiegolani, donde enfrentó a los caciques y el machismo.
Como legisladora, Eufrosina ha impulsado reformas político electorales trascendentes a favor de las mujeres indígenas, por lo cual ha merecido el reconocimiento nacional e internacional. El PAN debió enorgullecerse de tenerla en sus filas.
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