Chihuahua.- Por cobrar 300 pesos de “cuota” a dos adultos mayores propietarios de una tienda de abarrotes de una colonia popular de Ciudad Juárez, Hiram Humberto Castañeda, de 25 años de edad, y Alfonso Erick García Ahumada, de 23, pasarán el resto de sus vidas en la cárcel.
Ambos se dedicaban a extorsionar negocios, pero fueron capturados y se convirtieron en las dos primeras personas en el país en recibir cadena perpetua tras ser encontrados culpables de ese delito, el pasado 11 de septiembre. Según dio a conocer el ministerio público durante el juicio, cada semana durante siete meses los hombres acudieron al establecimiento de los ancianos a recoger 500 pesos bajo la amenaza de dañarlos si no recibían su paga.
En cada “visita” aprovechaban para llevarse cajetillas de cigarros y comestibles. La tarde del 4 de noviembre del año pasado, cuando llegaron de nuevo al lugar a cobrar la “tarifa” que habían fijado, la familia solo había reunido 300 pesos. Ante eso, los delincuentes dijeron que volverían al día siguiente por el resto. Antes de retirarse, tomaron unas tortas de las que se vendían en la tienda.
Los dueños de la tienda aprovecharon la distracción de los extorsionadores para avisar a la policía, que llegó minutos después.
Agentes federales llegaron cuando los extorsionadores aún estaban estaban en el negocio de abarrotes.
Las investigaciones arrojaron que junto con otros cómplices extorsionaban a prácticamente la totalidad de los establecimientos ubicados en la colonia Francisco Sarabia y zonas aledañas, aunque no había denuncias formales en su contra por miedo de las víctimas a represalias.
Zona abandonada
El anillo Pronaf, anteriormente zona dorada de Ciudad Juárez a la que por años acudieron residentes locales y turistas estadounidenses a divertirse, hoy es una zona abandonada, plagada de edificios vacíos además de paredes grafiteadas.
Varios restaurantes y bares fueron incendiados deliberadamente; algunos de los dueños gerentes y jefes de seguridad murieron asesinados. En estos casos las autoridades asumen que en la mayoría de los casos se trató de extorsiones malogradas.
Lo mismo ocurrió con otros negocios del giro ubicados en diferentes puntos de esa frontera y en la capital del estado.
“Yo cerré mi bar porque un día llegaron a pedir cuota. Unos hombres de mal aspecto ingresaron de forma sospechosa y preguntaron por mí, afortunadamente yo no estaba. El gerente adivinó de lo que se trataba y se hizo pasar por un mesero que no sabía nada. Esa misma noche cerramos, pero intentaron quemar el bar con bombas caseras. A los dos días mataron al dueño de una cantina ubicada a dos cuadras”, relata el propietario de un bar, quien dejó la ciudad hace unos meses.
Agencia El Universal