Duarte, Padrés, Borge, Gabino Diódoro, Ulises, Franco, “zombis”

(A la memoria de mis viejos abuelos mixteco-zapotecas, a mis padres y a los de mi esposa, a todos aquellos que amo y me aman desde el Cielo, pero especialmente a mi niño guerrero, Alejandro Rommel, convertido en estrella, cuya luz ilumina por siempre mi vida, la de su madre y la de sus hermanas. ¡Bendita sea la muerte!¡Bienvenida!)

El sincretismo pagano religioso de las festividades del Día de Muertos posibilita a este columnista un abordaje diferente y novedoso sobre la celebración de los Fieles Difuntos.
Este giro permite escribir sobre el legado de los políticos muertos a las nuevas generaciones de mexicanos y oaxaqueños, y de los muertos políticos más allá del simple juego de palabras.
Mucho más interesante todavía es referirnos al fenómeno de los políticos “zombis”, es decir, a aquellos personajes que están vivos, pero muertos políticamente en vida, por sus graves errores.
Es el caso de los corruptazos gobernadores priistas de Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo, Javier Duarte de Ochoa, César Duarte Jáquez y Roberto Borge Ángulo, respectivamente.
Pero es, también, el caso del gobernador panista de Sonora, Guillermo Padrés Elías, y del ex gobernador priista de Oaxaca, hoy connotado panista poblano, Diódoro Carrasco Altamirano.
No podemos olvidar al ex priista y convergente, hoy movimiento ciudadanista gobernador saliente de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, y al ex gobernador priista Ulises Ruiz Ortiz.
En este breve recuento de los más destacados políticos “zombis” a nivel nacional y local, tampoco podemos dejar de lado, por supuesto, al priista Jorge Eduardo Franco Vargas.
Indispensable es detenerse para analizar el caso particular de este último, importante actor político que, con su soberbia y desmedida ambición, marcó un parteaguas en Oaxaca.
Educado en la Escuela del Honor de las instituciones nacionales, jamás regateamos mérito alguno a los demás, por tanto, reconocemos la genialidad, que no simple inteligencia, de Jorge.
Ello no significa que tampoco dejemos de reconocer su enorme perversidad, producto de su ambición política y económica sin límite, ni llenadera alguna, al incendiar Oaxaca en 2006.
Por ahora sabemos que, después de robar el triunfo a Gabino Cué e imponerse como gobernador Ulises Ruiz traicionó a José Murat al no cumplir los compromisos políticos contraídos.
Lo que todavía no sabemos es quién traicionó a quien entre Ulises Ruiz y Jorge Franco Vargas, después que el primero convirtió al segundo no solo en su hijo putativo, sino en su delfín.
Por ahora difícil saber la causa, no imposible, a menos que nos den la oportunidad de entrevistarles para formular ésta y otras preguntas que flotan en la opinión pública.
Lo cierto es que sintiéndose traicionado por Ulises Ruiz, Jorge Franco puso personalmente a disposición de Gabino Cué la estructura electoral y la ubicación de las casillas ‘zapato’.
De esta manera, Jorge Franco, el todopoderoso ex secretario general de Gobierno de Ulises Ruiz se vengó con la rotunda derrota del candidato del PRI a gobernador, Eviel Pérez Magaña.
Retomando el enfoque inicial, es indispensable reconocer, no admirar, porque el mal ni los actos negativos deben admirarse, la inteligencia genial de todos los actores políticos mencionados.
¡Cómo dudar de las palabras del presidente Enrique Peña Nieto en el sentido que, Javier Duarte de Ochoa, César Duarte Jáquez y Roberto Borge Ángulo, representaban al ‘nuevo PRI’.
Javier Duarte y Roberto Borge al igual que en su momento Diódoro Carrasco treparon al poder entre los 30 y 40 años, salvo César Duarte, que arribó al poder en Chihuahua a los 47 años,
De poco o nada sirvió que egresaran de las supuestas mejores instituciones educativas privadas
y menos todavía que contaran con maestrías y doctorados de universidades del extranjero.
Es el mismo caso del gobernador coalicionista Gabino Cué, egresado del Tec de Monterrey, con maestría en el Instituto Directivo de Empresas y doctorado en la Complutense de Madrid.
Son diferentes los casos de Ulises Ruiz Ortiz y Jorge Franco Vargas, egresados de universidades públicas, la Universidad Nacional y la Universidad Benito Juárez, respectivamente.
No obstante estas coincidencias y divergencias, todos tuvieron la invaluable oportunidad histórica, política y social de trabajar por Oaxaca y no lo hicieron, fue suya y la dejaron ir.
Obligado es preguntar por qué fallaron y por qué en el sexenio que gobernaron a sus estados les hundieron cada vez más igual a Veracruz que Chihuahua, Quintana Roo, Sonora y Oaxaca.
En una primera aproximación de exploración podemos señalar que, independientemente de su enorme soberbia y desmedida ambición política y económica les traicionaron los afectos.
Todos ellos han mantenido relaciones amistosas hasta cierto grado patológicas de total codependencia con sus amigos, algunos compañeros de banca desde la infancia y adolescencia.
En muchos casos pasaron de la amistad inicial al compadrazgo y, posteriormente fortalecieron y consolidaron sus lazos afectivos, a través de la sociedad en los negocios y las complicidades.
En muchos casos, también, les unieron hasta la ignominia las adicciones al alcohol y a las drogas, preferentemente cocaína, sus perversiones sexuales y, sobre todo, la corrupción.
Ésta es la razón fundamental por la que no presentan su declaración 3de3, patrimonial, fiscal y de conflicto de intereses. Y que no nos vengan con la pendejada que corren peligro si lo hacen.
Salvo honrosa excepción, difícilmente obtendrían resultados negativos al practicarse un examen antidoping. Ésta es la causa por la que creció el narcotráfico, la inseguridad y la brutal violencia.
Es una incongruencia hipócrita culpar solo a los capos del narco de la creciente violencia, cuando miles de millones van a las cuentas de políticos y gobernantes de todos los partidos.
Tampoco algunos prominentes empresarios escapan a esta amplísima red de complicidades al dedicarse al lavado de dinero. Jefes policíacos y algunos militares no son la excepción.

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