La crisis económica de finales de 1994 que causó cierre de empresas, desaparición de patrimonios, deudas impagables, migración a Estados Unidos e incluso suicidios de personas que lo perdieron todo, le sirvió al director de cine León Serment para filmar la película “El Efecto Tequila”.
“Busqué trabajar en el sentido de generar memoria, desafortunadamente tenemos mala memoria”, expresa.
A 20 años de aquella crisis, derivada de lo que ahora es conocido como “el error de diciembre”, Serment comparte con Quadratín México qué lo llevó a hacer el film, cuyo guión fue coescrito por él, Patricio Saiz y Reyes Barcini, y protagonizado por el actor Eduardo Victoria.
La trama se inscribe en el género de ficción, pero tiene diversos y numerosos elementos tomados de la realidad.
El 19 de diciembre de aquel año se registró una devaluación del peso frente al dólar, que causó fuga de capitales, pérdidas económicas en la bolsa de valores, y la creación del Fondo Bancario de Protección a los Ahorradores (Fobaproa), para pagar créditos de personas y empresas insolventes, que de no pagarse hubieran ahondado la crisis, de acuerdo con la versión oficial.
Serment presenta este contexto centrado en la historia del personaje José Fierro, un especulador que se beneficia de sus contactos políticos y económicos, pero cuya ambición lo lleva a perder su patrimonio.
“Desafortunadamente el Efecto tequila en 94 fue tan doloroso como una guerra, generó devastación, migración a falta de pérdidaseconómicas, de puestos de trabajo, de fuerza laboral altamente capacitada”, dice el director.
El propio Serment se vio afectado, porque previamente a la devaluación en los inicios de la administración de Ernesto Zedillo, él había cerrado la venta de un programa de televisión con unos productores españoles.
“Nos dimos la mano para empezar un contrato en enero sobre la prevención del VIH e iban a redituarme posteriormente y cuando fui a verlos en enero el negocio ya no se hizo, ya no daba para eso”, recuerda.
Pero supo de más casos e incluso de parientes lejanos suyos que se suicidaron ante el derrumbe de la economía. Como anécdota comparte que un edificio que tenían contemplado para usarlo como una locación, había sido escenario para el suicidio de tres hombres, abrumados por la crisis de 1994 y 1995. “En efecto, se sentía rarísimo el ambiente del edificio que ya no usamos”, dice.
Considera que la crisis de hace 20 años fue similar a la de Estados Unidos en 2009, con la diferencia que los efectos fueron mayores en México y lo atribuye a la asociación cómplice entre el poder político y económico en el caso mexicano, y a la falta de regulación económica que había en esos años y aún a la fecha.
“¿Cuántos de nuestros ex secretarios de Estado de esos momentos ahora no son dueños de empresas de internet y de aerolíneas?”, pregunta. El director ve que la situación actual se parece a la de entonces.
Ve con preocupación la paulatina depreciación del dólar frente al peso. “Veo un proceso económico desordenado a pesar de lo que diga el secretario de Hacienda Luis Videgaray, que es un sinvergüenza porque paga su casa de Malinalco con efectivo cuando a los demás no los deja”.
La película fue estrenada en 2011, y en su momento Serment acusó que la exhibición fue restringida por motivos políticos.
A 20 años de la crisis de aquel año, buscó que fuera exhibida en la Cineteca Nacional para recordar el vigésimo aniversario de aquel desastre económico, pero el director de dicho foro, Alejandro Pelayo no accedió, afirma. “Alejandro Pelayo se paniqueó, es político.
Dijo que sí, que lo viéramos y platicáramos y desafortunadamente ya no me dejaron pasarla, el programador tomo una decisión unipersonal”, lamenta. Recuerda que aunque ha sido por políticos, no le brinda apoyo.
Eso pasó con la bancada panista de la LXI Legislatura, que al término dela exhibición del largometraje lo felicitaron, pero sin ofrecerle algún apoyo para promocionarla.
“Fue muy fuerte porque no es que no me hicieran comentarios, me dijeron: “está peligrosa tu historia, felicitaciones”, pero a la hora de darnos apoyo los asustamos con una película que denuncia esta asociación entre políticos y poderes económicos”, agrega.
Reconoce que él no es economista, pero considera que algunas lecciones se pueden extraer de su película.
“Primero es comportarse con honestidad, la figura del papá de Eduardo Victoria es José Alonso, quien encarna al empresario que todos quisiéramos ver, comprometido con sus trabajadores.
Otra lección es que no hay que confiar en instituciones bancarias, no son espacios donde ganar dinero. Desconfiar de laBolsa de valores, cuya información es confidencial y a la cual no se tiene acceso”.
Añade que aunque haya regulación, nada garantiza que no haya fraudes y ahí está el caso de Exxon en Estados Unidos.
“Si tienen para invertir en oro inviertan ahí”, concluye.
INF./TELEFONO ROJO / QUADRATÍN