El director estadunidense Spike Jonze presenta una ficción sobre la transformación del amor y las relaciones personales a partir del avance de la tecnología
La tecnología ha simplificado la vida del hombre pero al mismo tiempo ha fomentado su aislamiento, a partir de la implementación de nuevos modos de convivencia, que parecen alejarlo de la realidad y vivir en un entorno virtual, como lo plantea Spike Jonze en su película Ella (2013), que se estrenó a nivel nacional el pasado fin de semana.
Este largometraje, que figura en la cartelera de la Cineteca Nacional, ha sido premiado y nominado en múltiples festivales internacionales de cine y competirá por cinco Premios Oscar de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos.
Los reconocimientos, en su mayoría, se deben a la dirección y escritura del guión, fruto de la inspiración del también director de títulos como ¿Quieres ser John Malkovich? (1999) y El ladrón de orquídeas (2002), quien en esta ocasión nuevamente recurre a la ficción para contar una historia de amor totalmente fuera de lo convencional, entre Theodore Twombly (Joaquín Phoenix) y su sistema operativo de nombre Samantha (Scarlett Johansson).
Una de las características por las que se dice que el filme cuenta con un gran guión es porque el sustento de esta trama se basa en los diálogos entre los dos personajes protagónicos, uno de ellos interpretado únicamente a través de la voz de Johansson, quien por este trabajo recibió de la Asociación de Críticos de Cine de Austin el reconocimiento y mención especial por “su excepcional interpretación de una voz”.
Igualmente Phoenix hace gala de una extraordinaria actuación al interpretar al desangelado, solitario y taciturno Theo, quien parece tener una existencia plana e insignificante, ensombrecida constantemente por los recuerdos de su ex esposa Catherine, de quien aún no se divorcia y se encuentra separado.
En esta historia Jonze describe una simple historia de amor, con todos sus altibajos, el enamoramiento pleno, la emoción y el posterior decaimiento de la relación hasta su ruptura. Pero de manera inteligente le añade la complejidad de las circunstancias que enfrenta la pareja en situaciones divertidas e irónicas, como las dificultades que les significa el que ella no tenga un cuerpo y las posibilidades que buscan para sustituirlo.
El realizador plantea algo más allá que una historia de amor y sutilmente presenta al espectador un conflicto adicional, el de la dependencia de las personas hacia otros seres y la necesidad de una pareja, así como lo difícil que puede resultar encontrar a un ser compatible.
Theo trabaja en una empresa escribiendo hermosas cartas para distintas personas, de parte de otras que no tienen la capacidad de plasmar con palabras sus sentimientos. Al escribir, el protagonista pone al descubierto sus sentimientos, sus deseos y frustraciones afectivas, y da cuenta de que es un ser humano de buenos sentimientos, sin embargo parece haber perdido la capacidad de relacionarse con personas reales y prefiere entablar relaciones virtuales.
Una ficción futurista plagada de frases sobre el amor y las diversas formas de visualizarlo, y enfrentarse a sus retos. Una visión de cómo se han transformado las relaciones humanas, a partir de la tecnología y lo que se podría esperar en un futuro no muy lejano.
La fotografía de Hoyte Van Hoytema nos presenta un colorido y cálido mundo onírico y futurista, en el que los colores son más vivos, las luces predominan en el ambiente, las computadoras y las figuras en láser o en tercera dimensión son parte de la cotidianeidad, pero sin caer en los excesos. Ella muestra un mundo parecido al actual, que incluso, podría llegar en muy poco tiempo.
La cinta se proyecta en la Cineteca Nacional durante las siguientes semanas en diversos horarios y salas, que se pueden consultar en:
http://www.cinetecanacional.net/controlador.php?opcion=carteleraDia