Hoy, políticos tránsfugas, “chaqueteros”, saltimbanquis, se sienten revolucionarios redentores sociales y mesiánicos salvadores de México. Está de moda hablar de regeneración y refundación.
¿Pero a la luz de la Historia y a partir de la condición humana con sus miserias y grandezas, realmente hay salvación de México y de los mexicanos, de Oaxaca y de los oaxaqueños?
Sin ser simplista ni menos simplona, la respuesta aparentemente contradictoria, es simple y sencilla: Sí y no, como en todos los procesos humanos de crecimiento y desarrollo o de involución.
No hay que olvidar que por más irónicamente incongruente que parezca, el retroceso y la reversa, también es cambio. Cambio gatopardista, retrógrada y reaccionario, para que nada cambie.
A primera vista pareciera que Oaxaca no tiene salvación. A quienes lo duden, ahí están los chantajes de los grupos de presión ya conocidos que empañan la celebración de la Guelaguetza.
A las mismas organizaciones sociales de siempre cada semana se suman nuevos membretes, muchos ellos auspiciados desde diversas secretarías y dependencias del Gobierno del Estado.
Los grupos de choque de la CTM y del Sindicato Libertad protegen a taxistas urbanos, foráneos y mototaxistas, principales narcomenudistas en la capital y conurbados de la zona metropolitana.
Integrantes del Comité por la Defensa de los Derechos Indígenas (Codedi) bloquearon la carretera federal 200, en el entronque con la carretera a Santa María Huatulco, tras el secuestro y asesinato de Abraham Hernández González, coordinador de esa organización en el municipio de Pochutla.
El Frente Indígena de Pueblos Olvidados de Oaxaca (FIPOO), Bloque Anticapitalista, comuneros de San Juan Mixtepec, entre otros, cerraron calles y tomaron el zócalo para presionar y chantajear.
Integrantes del Movimiento Agrario Indígena Zapatista (MAIZ) tomaron la mañana de este lunes la Caseta de Peaje de Huitzo. Todos los dirigentes denuncian desatención y presuntos ataques.
No son los únicos que ensucian la imagen de Oaxaca en la gran fiesta de los oaxaqueños. Las agencias de viajes vendieron boletos gratuitos de las secciones C y D proporcionados por Turismo.
Este último caso prueba que muchos empresarios no tienen entre sus virtudes la honestidad. La imposición de empresarios en el gobierno, tampoco, garantiza honestidad, menos integridad.
Claro, no es un problema exclusivo de este gobierno. Los vicios y prácticas corruptas de los empresarios-políticos-funcionarios tienen vieja data desde el gobierno de Víctor Bravo Ahuja.
Los pueblos no tienen memoria histórica y olvidan que con el tuxtepecano surgieron grandes fortunas, como la de Salvador Acevedo, y otras aumentaron como la de Guillermo Rojas.
Dos de los casos más recientes son los de los juniors Gabino Cué, de familia abarrotera, y de Luis Julián Ugartechea Begué, hoy flamante asesor del Gobierno de Oaxaca, de familia restaurantera.
Ambos son hasta hoy los peores, gobernador del Estado y alcalde de la capital oaxaqueña, respectivamente, pasando por Juan José Gutiérrez Chapa en el gobierno de Diódoro Carrasco.
Para probarlo imperioso es recuperar la memoria y recordar que el principal operador político-financiero de Diódoro compró un avión con dinero del gobierno al que lo rentó todo el sexenio.
No es coincidencia que Germán Tenorio está preso por la compra corrupta de un avión. Más bien es un típico “modus operandi” del grupo político de Diódoro al que pertenece Gabino Cué.
Tan es así que el genial y perverso Jorge Enrique Castillo Díaz, es probable autor intelectual del fraude con aeronaves, vehículos y armas, con Diódoro Carrasco como Secretario de Gobernación.
¿Es la tercera alternancia de corte populista la solución? ¡No! Manuel Andrés López Obrador (MALO) y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es la solución. ¡Claro que no¡
¿Y por qué no? Por la simple y sencilla razón que la solución a los problemas nacionales de 128 millones de mexicanos, no está en los partidos políticos ni menos en los mesías iluminados.
¿En dónde está, entonces, la solución largamente anhelada a lo largo de cinco siglos desde la Conquista por los españoles? En cada uno de los mexicanos y en cada familia nuclear y ampliada.
Las personas individualmente conforman las familias como célula básica de la sociedad, de la nación y del Estado mexicano. Aun cuando se da por sabido, siempre hay que tenerlo presente.
Con el arribismo de los trepadores efebos del populismo echeverrista, agravado por la frivolidad del lopezportillismo y las puterías del delamadridismo, inició la perversión política del país.
Ello explica a grandes rasgos el hundimiento de México en la kakistocracia o gobierno de los peores, con el asalto al poder de los tecnócratas neoliberales, quienes hablan y piensan en inglés.
Hoy por hoy tenemos un Estado fallido en México porque están fallando las personas individualmente, la familia, la escuela y la sociedad en general. No es nada casual ni fortuito.
En tales condiciones, nada de extraño tiene que actualmente carezcamos de Proyecto de Nación. Con el asalto al poder de MALO se recrudece la disputa por la nación por intereses globales. Resurge la guerra fría capitalismo-socialismo-comunismo. Y la lucha de clases entre pobres y ricos.
La moneda está en el aire y la disyuntiva puede ser democracia o dictadura, libertad o esclavitud, dados los compromisos de MALO con el Foro de Sao Paulo, promotor del socialismo-comunismo.
Un fragmento de México, creo en ti, de Ramón López Velarde explica poéticamente la etiología y teleología de la idiosincrasia que explica muchas de los traumas y atavismos de los mexicanos.
México, creo en ti,/ Porque escribes tu nombre con la X/ Que algo tiene de cruz y de calvario:/
Porque el águila brava de tu escudo/ Se divierte jugando a los “volados:/ Con la vida y, a veces, con la muerte.
Los pueblos tienen los gobiernos que merecen, pero también los gobiernos tienen los pueblos que merecen. Son corresponsables del progreso y desarrollo o de la ruina de los estados-nación.
Es un proceso causal, que suma y acumula graves errores crecientes, sobre todo, por el efecto devastador, por multiplicador, del binomio corrupción-impunidad, círculo vicioso y perverso.
Si bien es cierto que la corrupción, a querer o no, guste o no, es consubstancial a la naturaleza humana –todos tenemos un precio-, no es menos cierto que ésta dejó de combatirse y acotarse.
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