“El conocimiento no debe ser un privilegio de pocos, sino el derecho de muchos; somos células transformadoras que se contagian unas a otras, sobre todo para una transformación social”, afirmó Adriana Kupijy Vargas Huitrón, creadora de la primera Biblioteca Comunitaria en la Sierra Mixe, de Oaxaca.
La alumna del cuarto semestre de la licenciatura en Pedagogía, en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM, e integrante del Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas (SBEI), del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural e Interculturalidad (PUIC), aclaró: “la biblioteca no es mía, es de toda la comunidad; seguiremos descentralizando el conocimiento y le daremos atención y continuidad a lo que ya tenemos”.
Además, hizo un llamado a la Universidad, a la sociedad y a los tres órdenes de gobierno para que “sigan poniendo interés en los proyectos que tienen los jóvenes, porque es importante que se mire hacia nuestras comunidades, hacia nuestros contextos, nuestras realidades, para gestar conocimientos desde ahí”.
En conferencia de medios anunció que a fin de año abrirá la segunda biblioteca en la comunidad Las Flores, y explicó que fue en enero de este año cuando logró la apertura de la primera, en la Ranchería de Tejas, con cuatro mil ejemplares.
Relató que su mochila azul con negro y bordes con vivos rosas fue su principal transporte para los primeros libros donados; además, reconoció el apoyo fundamental de sus compañeros de Acatlán y de la Facultad de Ciencias (FC), y ahora el patrocinio en Oaxaca.
La relación con los libros
Aquellas noches en Tlahuitoltepec, Oaxaca, regidas por el rumor del viento y los insectos, eran acompañadas por Adriana Kupijy Vargas Huitrón con letras de “Lilus Kikus”, la obra de Elena Poniatowska, que leía su madre cada que envejecía el día. Así se fraguó la relación de los libros con la ahora gestora universitaria de las Bibliotecas Comunitarias en la Sierra Mixe.
Kupijy (flor que asciende, en lengua mixe), como se auto reconoce, es un “botón de raíz”. Su ejercicio profesional y compromiso con la comunidad Ayuujk la llevó a crear una biblioteca comunitaria en Santa María Tlahuitoltepec, a través de una convocatoria en Facebook, en la que solicitó donaciones de libros. La meta inicial era llegar a 500, y ahora se abrirá una segunda casa repositoria.
Para la gestión de la segunda biblioteca, la estudiante mencionó que se ha topado con algunas barreras, como la falta de recursos, pero sobre todo de carácter humano, pues requieren de bibliotecólogos y talleristas que estén en dicho espacio para convertirlo en un centro de cultura.
Ja wejën ja kajën
Adriana Kupijy explicó que esta iniciativa se basa en una sola palabra en ayuujk (mixe), que es Ja wejën ja kajën, que significa “las cualidades del ser humano y de su cuerpo para la comunidad”, por lo que reiteró su compromiso con su raíz y su colectividad.
“Desde que estaba en sexto grado de primaria sabía que la educación es crucial para la trasformación, y que leer nos hace libres; desde ese momento supe que quería estudiar en la UNAM; dije ‘ahí, donde estudió Octavio Paz y Rosario Castellanos’. Pensé que cursaría Letras o Historia, pero la educación me llamó más la atención”, afirmó.
Kupijy tiene 20 años de edad, su madre es maestra de educación especial, atiende a indígenas en situación de discapacidad, y su padre es grabador, artista plástico, en una comunidad que está regida por usos y costumbres.
“Los libros que me han marcado son ‘Antigua vida mía’, de Marcela Serrano; ‘Las Venas abiertas de América Latina’, de Eduardo Galeano; por supuesto ‘Lilus Kikus’, de Elena Ponaitowska, que es muy importante para mí, y ‘El viento distante’, de José Emilio Pacheco”, concluyó.
Para saber y colaborar con el proyecto, consultar el sitio: https://www.facebook.com/Bibliotecas-Comunitarias-374257956695541.