Espionaje político, traba a la democracia

Acabamos de escuchar a Josefina Vázquez Mota espetar un “pinche Sota”, pero ya antes había generado un escándalo el “tú eres el héroe de la película, papá” dicho por Mario Marín. También oímos el famoso ofrecimiento hecho por Claudia Corichi de “unos zacatecanos bien pinches locos” para operar electoralmente y el aún más comprometedor «Salinas se robó la mitad de la cuenta pública» dicho por un entonces secretario de Estado, Luis Téllez.

Evidentemente en México ya se ha vuelto un delito totalmente impune el espiar a los adversarios políticos, quizás aprovechando que se cuenta con lo que otro exhibido, Fidel Herrera, llama “la plenitud del pinche poder «.

La lista de los nombres de los políticos mexicanos víctimas de espionaje en los últimos años es tan larga como alarmante, pues llega hasta las más altas cúpulas del Estado mexicano.

Felipe Calderón, Josefina Vázquez Mota, Vicente Fox, Martha Sahagún, Elba Esther Gordillo, Santiago Creel, Jorge Castañeda, Kamel Nacif, Mario Marín, Pedro Cerisola, Eugenio Hernández Flores, Emilio Gamboa, Manlio Fabio Beltrones, Luis Téllez, Javier Lozano, Fidel Herrera, son solo algunos de quienes han sido desnudados políticamente por prácticas ilegales durante los últimos años.

Incluso en uno de los recintos mejor resguardados y con mayor seguridad de todo el país, la Cámara de Diputados, recientemente se descubrieron micrófonos ilegales. Solo alguien muy, pero muy poderoso, pudo haber instalado equipos ilegales en ese espacio.

Delito sin castigo
No obstante la seriedad de esta práctica ilegal, al gobierno poco o nada parece importarle, pues los espías actúan bajo uno de los más poderosos estímulos para el crimen: la impunidad.

Muy probablemente el lector conoce por la prensa varios de los casos de espionaje aquí mencionados, pero seguramente no conoce siquiera uno que haya sido resuelto por la autoridad.

Esto no es solo una percepción, sino que también se sustenta en información oficial. Según investigó un periódico nacional, “de acuerdo con una solicitud de información presentada ante la PGR y respondida apenas el 21 de marzo pasado, al menos 45 de las denuncias que existen por espionaje telefónico de 2000 a 2010, no tuvieron como resultado ninguna persona condenada”.

Es decir, muchos de los involucrados en los escándalos más sonados decidieron no presentar denuncias, pero los que sí lo hicieron obtuvieron resultados nulos a pesar de contarse entre las personas con mayor poder económico y político de la nación.

Independientemente de los discursos cargados con frases comunes como “llegaremos hasta las últimas consecuencias” y “caiga quien caiga”, los hechos demuestran que el gobierno ha renunciado a castigar estos delitos, quizá porque las denuncias —hechas por políticos del más alto nivel— repetidamente han señalado a funcionarios del propio poder Ejecutivo.

Por su parte, el Partido Acción Nacional en tanto institución tampoco ha defendido a sus militantes contra el propio gobierno. A pesar de que su candidata presidencial afirmó que es espiada ilegalmente por el hombre fuerte del calderonato, Genaro García Luna, el partido de inmediato desechó esa posibilidad, aún antes de que se hubiera dado la más mínima investigación.

A la sociedad y a la militancia, se mandó una clara señal: la dirigencia panista prefiere defender a un funcionario calderonista que a su propia candidata presidencial.

Los espías en las campañas
Esta epidemia seguramente se agravará durante los próximos tres meses, ya arrancadas oficialmente las campañas presidenciales. Entre los obuses ilegales que ya han de haber preparado los generales de la guerra sucia ha de haber varias andanadas destinadas a desprestigiar a sus oponentes con la exhibición de grabaciones ilegales.

Para los mexicanos todos y para la esencia misma de la república esta situación es una pésima noticia, pues la privacidad es un derecho indispensable sin el cual es imposible vivir en una genuina democracia.

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