La exposición «Dirt» (Suciedad) en la Wellcome Collection de Londres explora la relación de los hombres con sus desechos e inmundicias, productos inseparables de la vida humana que habitualmente tratan de ocultarse.
Desde la obsesión por la higiene que surgió en la Holanda del siglo XVII tras la observación de los primeros microbios al microscopio hasta la contaminación y las toneladas de basura que generan las grandes urbes modernas, «Dirt» ahonda en el papel de la suciedad en el comportamiento social.
Hasta el 31 de agosto, los visitantes de la sala londinense, dedicada a la relación entre el arte y la historia de la medicina, descubrirán alrededor de 200 artefactos reunidos para mostrar «las mugrientas verdades y los sucios secretos» del pasado y el presente de la humanidad.
Entre esos objetos figuran una botella con «el aire más contaminado del mundo» , recogido en la provincia china de Shanxi, una pila de ladrillos fabricados con el polvo recogido por la artista británica Serena Korda en decenas de lugares distintos, y unos muros construidos con heces humanas por el español Santiago Sierra.
En el plano histórico, la exposición se adentra en el gabinete del holandés Anthony van Leewenhoek, el comerciante de telas y científico autodidacta que con las lentes de microscopio que pulía en su tiempo libre observó por primera vez las bacterias y microbios que transmiten numerosas enfermedades.
El trabajo del médico inglés del siglo XIX John Snow sobre el cólera en los barrios obreros londinenses ejemplifica la lucha desigual que libraron los hombres contra las grandes epidemias antes de descubrir los mecanismos biológicos que las provocan.
Documentos e instrumentos médicos de la época, una gran urna sellada para transportar los cadáveres consumidos por la enfermedad, y hasta una «excreción intestinal de un paciente con cólera» conservada en una probeta, ilustran el drama provocado por la insalubridad en el Londres victoriano.
En la década de 1860, el 90 por ciento de los pacientes que acudían a la Enfermería Real de Glasgow (Reino Unido) con un hueso roto terminaban sufriendo la amputación del miembro debido a las infecciones.
El cirujano inglés Joseph Lister, representado en la exposición como uno de los precursores de la limpieza y la desinfección en los hospitales británicos con los métodos del químico francés Louis Pasteur, consiguió revertir esa situación.
Ya adentrado el siglo XX, las campañas para extender la higiene cobraron un cariz siniestro cuando el nazismo mezcló la necesidad de asepsia con sus planes de limpieza racial.
Pese a los avances logrados en pleno siglo XXI, «Dirt» recuerda que el alto nivel de higiene en las sociedades occidentales contemporáneas todavía contrasta con la falta de salubridad que lastra la esperanza de vida en las ciudades del tercer mundo.
Varias proyecciones y fotografías de la vida cotidiana en Nueva Delhi sirven para ejemplificar las condiciones insanas en las que todavía vive una parte de la humanidad.
En un planeta cada vez más poblado, las sociedades deben encontrar nuevas fórmulas de manejar sus desechos, una idea que se materializa a través de los pequeños muros de heces humanas creados por Santiago Sierra, que los comisarios de la exposición ubican en una imaginaria Nueva York del año 2030.
Agencia El Universal