Como un novelista creativo y talentoso, escritor versátil que lo mismo destacó en el periodismo, el guión cinematográfico o la reflexión política, fue recordado aquí el escritor colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014), en un homenaje ofrecido por la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
En el Auditorio Juan Rulfo del recinto ferial, la periodista Pilar del Río, los escritores Ángeles Mastretta, Senel Paz y Jorge Franco; la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina Cepeda, y Jaime Abello, director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, destacaron el trabajo literario del Premio Nobel de Literatura 1982, al tiempo que compartieron un par de anécdotas.
Moderados por Claudio López Delamadrid, los ponentes ponderaron la vida y obra literaria de Gabo, como cariñosamente se le conocía, al tiempo que compartieron un par de anécdotas sobre el periodista y escritor.
Antes, Raúl Padilla López, presidente de la FIL, recordó al «Coloso de Aracataca», como el autor con el que se inauguró el llamado Salón Literario en 1993, además de haber asistido a la mayoría de las ediciones de la FIL, desde hace 27 años.
«Su nombre y prestigio, forman parte de los cimientos de la FIL y su memoria nos acompaña por siempre», dijo Padilla, quien agregó que el homenaje significa un acto de alegría, una celebración de su vida, generosidad y su genio.Al tomar la palabra, la escritora Ángeles Mastretta dijo desconocer de dónde le salía el genio a García Márquez; «que las estrellas lo adivinen, a nosotros nos tocó atestiguarlo».
De igual manera, señaló que leerlo «era volverse su amigo» y destacó que era imposible no quererlo.»Uno lo admira con la misma naturalidad que al mar, y del mismo modo se acerca a su prodigio, lo quiere como a la luna, porque al igual que la luna le pertenece a cada quien de distinto modo, y nadie que yo recuerde ha sido tan pródigo con su talento, ni tan drástico con su audacia.
«Sé que el espejo que puso García Márquez frente a nuestro ojos, nos asombra como los ejes excepcionales que encontró para regalarnos. Sé que las palabras con que dijo el mundo, lo mejoran, lo alumbran, nos lo devuelven como aliviado de sí mismo.»Solo él supo cómo le hacía, sólo nosotros cuando se lo agradecemos, eso y la serenidad con que vivió; fue hombre excepcional y lo suyo no era morirse», expresó.
En tono similar, Pilar del Río, la viuda de José Saramago, se refirió a los encuentros entre su esposo y el autor de «El coronel no tiene quien le escriba», una relación de «dos hombres tímidos que conversaban sobre cualquier tema, pero no sobre sus libros».
La también periodista, afirmó que fue en Guadalajara «donde se consolidó su amistad, siempre llena de una enorme libertad y respeto».
La ministra Rebeca Grynspan Mayulis, Secretaria General Iberoamericana, recordó a García Márquez como un «espeleólogo ejemplar» y refirió que Gabo nunca olvidó su principal compromiso: imaginar al mundo sin contar historias y a través de ellas, nos ofreció respuestas breves.
Dijo que tras la publicación de su obra «Cien años de Soledad», el imaginario de nuestra región fue cartografiada con un precisión, «hasta entonces desconocida».
«En esas páginas y otras novelas suyas, se revelan muchos de nuestros sueños y pesadillas, de nuestros atavismos y de libros y desde entonces, somos más conscientes de ellos y el resto del mundo nos conoce mejor», dijo.
Comentó que cuando «Cien años de Soledad» apareció, en 1967, en la mayoría de las naciones de Iberoamérica gobernaban dictaduras militares, el mundo desde entonces como Macondo, «se ha transformado a velocidad de siempre y Latinoamérica también, y a ello contribuyó García Márquez para bien, no sólo desde la literatura, sino desde su activismo social».
Por su parte, la directora del INBA, María Cristina García Cepeda, habló de su encuentro con el colombiano, al tiempo que compartió anécdotas de Gabo cuando asistía al Auditorio Nacional a disfrutar de los espectáculos, siendo ella, directora del inmueble.
Recordó haber conocido a García Márquez, a quien calificó como un personaje construido a partir de un mito literario, en un restaurante de la zona Coyoacán.
«Llegué con retraso a una cita, un lugar donde el mismo García Márquez estaba con un amigo común, Rafael Tovar, quien me lo presentó y así como la sal, la vida me puso a un hombre que parecía estar en esta tierra para abrazar y ser abrazado, que parecía existir sin mayores deberes», señaló.
Cepeda comentó que el García Márquez se encontraba más allá de la fama y el reconocimiento público, «pues su sonrisa era reflejo de intensas y profundas emociones, de una felicidad que se hacía más grande cuando la música sonaba».
En su andar por el mundo, dijo, Gabo era un hermoso ejemplo, «era amigo de la humanidad, de la cultura, del arte, de su tierra maravillosa, esa capacidad de fraternizar, nacía de su pasión por la vida, pues tenía una profunda raíz en la música de la que para él nacía la alegría de vivir».
En su oportunidad, Senel Paz enumeró un par de sus encuentros con García Márquez durante los cursos que ofreció en la escuela internacional de cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, donde pasó horas «regalando sus conocimientos con la mayor bondad del mundo», en clases que, aseguró, «se alimentaban no sólo de su saber sino de su entusiasmo».
Mientras que el narrador colombiano Jorge Franco, ganador del Premio Alfaguara de Novela 2014, retrató la relación que tuvo con la obra del colombiano «antes de conocerlo».
Un encuentro que, dijo, desde su juventud le hizo saber que «tenía ante mis ojos otra forma de narrar, un estilo único, que es el legado que nos ha dejado; porque nos reinventó para el mundo».
INF./GRUPO FÓRMULA