¡Frío intenso!

El país padece un frío intenso, que cala hasta los huesos. Los cambios climáticos se han dejado sentir con dureza en los años recientes. En los meses de lluvia los daños ocasionados por la fuerza del agua han sido cuantiosos. No al grado de lo que viene ocurriendo en Brasil en estos días, pero sí con efectos que han dejado sin vivienda, sin muebles, sin ropa que ponerse, a muchas familias. Grandes áreas del territorio nacional han llegado a quedar bajo el agua, en más de una ocasión. Las pérdidas han sido cuantiosas en diversas regiones del país. Los deslaves de los cerros humedecidos han cobrado, inclusive, vidas humanas.

Las temporadas de calor también han dejado su huella destructiva. Las elevadas temperaturas, que en algunos lugares han superado del todo los 40 grados centígrados, han ocasionado incendios forestales, que han contribuido seriamente a la desforestación tan grave que daña a muchas áreas de nuestro pauperizado y abandonado campo mexicano. Cada año se agudiza la situación, que redunda en la emigración de miles de conciudadanos, que a riesgo de perder inclusive la vida, cruzan de alguna manera la frontera norte, en busca de la solución a sus problemas familiares. Al no contar en su suelo patrio, el mínimo sustento para los suyos, optan por lanzarse a la peligrosa aventura, que constituye para muchos el final de su propia vida.

Ahora son los frentes fríos, los que golpean sin misericordia a millones de personas. Pareciera increíble, pero desafortunadamente es cierto, el hecho de que millones de niños mexicanos carezcan de ropa adecuada para protegerse de las bajas temperaturas. Muchos niños tiritan de frío durante el día por no tener un suéter que ponerse. De noche es peor, pues dormir en chozas de carrizo o cuartos sin paredes o con techos de palma, no encuentran protección ante la rudeza del viento congelante. Muchos duermen en el piso, teniendo como “colchón” no más que unos cartones de cajas de desecho.

Sin embargo, con casa o sin ella, con buena ropa o de segunda, con colchón o en cama de piedra, el frío que más cala a la mayoría de los mexicanos, en los años recientes que nos ha tocado vivir, es el frío que causa la desesperanza, la inseguridad, el temor, la ausencia de equidad y de justicia, la violencia extrema que ha sido provocada y alimentada como prioridad nacional. Ante tal situación no tiene el pueblo la solución. La vuelta a la paz, la tranquilidad, el orden, la seguridad en las calles de México, la garantía de no caer ante el fuego cruzado en cualquier ciudad o pueblo, dependen de la inteligencia, la voluntad, la intención de hacer las cosas bien, que alcancen a llevar a la práctica los gobernantes de todos los niveles.

La solución debe empezar desde arriba y permear a todos los peldaños del entramado nacional. Eso es lo que el pueblo viene esperando por años y que cada vez parece más lejano. La falta de capacidad, los intereses particulares, la extendida e institucionalizada corrupción, no pueden permitir que haya soluciones. A la educación se le ha dejado a un lado. Al nepotismo se le abrieron todas las puertas. La injusticia y la falta de equidad parecen haber echado raíces y estar garantizadas. ¡Ése es el frío que cala profundamente a los mexicanos! Nada de eso es parte del “calentamiento global”. Seguiremos esperando y desesperando.