Es un honor y un gran compromiso ser miembro de la Academia Mexicana de Lengua (AML), expresó visiblemente emocionado el doctor en historia Javier Garciadiego al concluir la ceremonia en la que recibió dicho nombramiento y mientras esperaba a que la larga fila de amigos y colegas avanzara para felicitarlo; todos, sin excepción, mostraron su admiración por el trabajo del investigador.
La sala de actos del Museo Nacional de Arte fue el lugar donde se llevó a cabo la ceremonia de investidura del nuevo miembro de la AML, quien en su discurso de aceptación tomó como referencia de su labor en dicho corporativo las figuras de Alfonso Reyes y José Vasconcelos “cuya grandeza le imponen un tono de irrealidad a mi ingreso”.
Encabezaron la ceremonia el director de la Academia, Jaime Labastida, el director adjunto Felipe Garrido y el secretario de la misma, Gonzalo Celorio; Garciadiego recordó que en el 2001, el maestro Ernesto de la Peña le llamó para preguntarle si estaba de acuerdo en ser postulado para su ingreso a la Academia.
“Mi enorme felicidad duró poco, pues pronto me di cuenta de lo que tal investidura representaba en realidad, pues al revisar los nombres de los historiadores que han merecido ser miembros de la Academia me di cuenta de que había incurrido en un exceso de soberbia. Mi felicidad se convirtió en angustia.
“Téngase en cuenta que los que iniciaron esta presencia permanente de cultivadores de Clío entre nuestros campeones de las letras y la lengua fueron Joaquín García Icazbalceta y Manuel Orozco y Berna, seguidos de gigantes de la disciplina como Alfredo Chavero, Francisco Sosa y Justo Sierra, así como Ignacio Bernal, Edmundo O’Gorman y José Luis Martínez”.
Garciadiego, quien ha estudiado a fondo el proceso de la Revolución Mexicana, refirió entonces que entre sus lecturas favoritas y personajes históricos más admirados y leídos, se encuentran Alfonso Reyes y José Vasconcelos, de quienes ofreció un detallado recuento de su vida y relación de amistad, misma que se extendió al campo profesional.
“Con diferencias relacionadas con sus posturas políticas, filiaciones e intereses profesionales, ambos personajes mantuvieron siempre una profunda amistad, que no estuvo exenta de admiración por sus respectivos trabajos, además de los literarios, uno como creador de la Secretaría de Educación Pública, y el otro de El Colegio de México”, destacó el nuevo miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
“Fueron coetáneos y convivieron en algunos tramos de sus vidas –apuntó– al principio en el Ateneo y al final en El Colegio Nacional y en la Academia Mexicana de la Lengua. Sin embargo, sus trayectorias y conductas fueron divergentes; sus pensamientos y proyectos rotundamente disímbolos: mestizo mesoamericano Vasconcelos, criollo norteño Reyes; el primero tuvo expresiones antisemitas y pronazis, el segundo fue liberal y francófilo. Acaso coincidieron en su rotunda y enfática yancofobia; uno busco educar al país y el otro simplemente refinarlo”.
El historiador refirió entonces en su discurso al escritor José Emilio Pacheco, quien en uno de sus cuentos hace convivir a los fantasmas de Vasconcelos y Reyes, en una narración en la que el primero le dice el segundo: “ni en la muerte nos podemos separar, pues las calles que llevan nuestros nombres hacen esquina”.
Garciadiego continuó con su discurso al señalar que los dos personajes referidos fueron protagonistas de su tiempo; adalides de la civilización, héroes de la educación y la cultura; los dos fueron constructores del México de hoy y de mañana. En caso de ser cierto lo que Pacheco plantea de manera tan divertida, ahora que ingreso a esta institución que ellos engalanaron, les pido guía y consejo, en tanto su devoto y humilde lector”.
La respuesta del nuevo miembro de la AML corrió a cargo del también historiador y escritor Adolfo Castañón, quien destacó que la propuesta de Miguel León-Portilla, Ernesto de la Peña y Fernando Serrano Migallón, para que Garciadiego (ciudad de México, 1951) ingresara la Academia fue al más que acertada.
“Nuestro nuevo miembro domina y ha estudiado a detalle la Revolución Mexicana, cuyos aspectos culturales, sociales y políticos ha analizado en sus diversas obras. Además, el también Presidente del Colegio de México es un estudioso de la vida y obra de Alfonso Reyes, a quien ha consagrado no pocos ensayos y artículos. Su presencia estoy seguro generará nuevos aportes a nuestro corporativo. Sea bienvenido”.
Garciadiego es autor de los libros Así fue la Revolución Mexicana, Rudos contra científicos. La Universidad Nacional durante la Revolución mexicana, Porfiristas eminentes, Alfonso Reyes, La Revolución Mexicana. Crónicas, documentos, planes y testimonios e Introducción histórica a la Revolución Mexicana, entre otros.
Entre los reconocimientos y distinciones que ha recibido figuran el Premio Salvador Azuela 1994, del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana (INEHRM), y el Premio Biografías para Leerse 1997, por la biografía de Manuel Gómez Morín. En 2010 recibió el Premio Juchimán de Plata en Tabasco.