Tlaxcala.-Apegado al principio universal de respeto a los derechos humanos, el Gobierno del Estado de Tlaxcala emprendió acciones con instituciones federales y agrupaciones civiles, a efecto de evitar que se cometan abusos o actos de delincuencia contra migrantes que cruzan por la entidad rumbo a Estados Unidos.
La Dirección de Atención a Migrantes (DAM) sostuvo ya sus primeros encuentros con los responsables de la casa de ayuda “La Sagrada Familia”, apoyada por la Diócesis de Tlaxcala, y mantendrá la comunicación para comprobar que se protejan las garantías individuales de los migrantes y así evitar las redadas.
“El Gobernador Mariano, González Zarur, nos ha dicho que debemos trabajar para que ninguna persona en Tlaxcala se sienta desprotegida”, afirmó Maricela Cuapio Cote, Directora de la DAM, pues enfatizó que “antes que cualquier otra cosa, están los seres humanos”.
Uno de las primeras acciones que la DAM ha puesto en marcha es trabajar de manera coordinada con el albergue y la Secretaría de Salud (Sesa), para prestar ayuda a los migrantes en los Centros de Salud, en caso de ser necesario.
Si se tratara de una emergencia, los indocumentados serían trasladados al Hospital Regional de Tzompantepc, donde podrían practicarles cirugías especializadas.
Cuapio Cote aseguró que no sólo la Sesa brindará atención a los migrantes, pues también se han comprometido en este sentido autoridades estatales y federales, como el Instituto Nacional de Migración (INM), el Instituto Estatal de Protección Civil (IEPC) y la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).
De hecho, José Mateo Morales Báez, titular del IEPC donó cobijas y colchonetas al refugio de migrantes y, en su oportunidad, sostuvo que él tiene el compromiso de participar en este proyecto que enaltece el respeto a los derechos humanos.
EL ALBERGUE “LA SAGRADA FAMILIA”
El albergue para Migrantes “La Sagrada Familia” está en Apizaco. Comenzó a funcionar en octubre de 2010, a iniciativa de la Diócesis de Tlaxcala, a través del apoyo del Obispo, Francisco Moreno Barrón.
Este refugio está coordinado por la organización “Un mundo, una Nación”, integrada esencialmente por sacerdotes. En el caso de Tlaxcala el responsable es el padre Ramiro Zárate Tónix.
Su objetivo es apoyar a los migrantes de manera física, emocional y legal, comentó Rommel Chacan Pale, coordinador del albergue, donde el primer filtro consiste en valorar la condición física de los migrantes, a fin de determinar si alguno de ellos necesita atención médica u hospitalización.
Una vez que los centroamericanos se asean y alimentan, reciben información respecto de su situación legal, como el derecho de contactar con el Instituto Nacional de Migración (INM) para que regresen de manera segura a su país, pues solo pueden permanecer tres días en el refugio.
Chacan Pale agradeció el apoyo de la DAM, del IEPC y de todas las personas que han contribuido a la operación de este lugar, al que arriban, en promedio, de 20 a 30 personas al día, la mayoría provenientes de Honduras, aunque llegan también del Salvador y Guatemala.
Por eso, pidió el apoyo de las autoridades estatales y de la sociedad en general para que esta labor altruista y de nobleza se vuelva más sólida y con el respaldo de todos.
WALTER EN EL REFUGIO
Apenas cumplió 13 años, Walter decidió salir de Guatemala con la decisión de abordar el tren (al que llama la “fiera”) para intentar llegar a Houston y buscar ahí a su tío, aunque ni siquiera sabe exactamente dónde se encuentra.
Salió de su casa, en febrero pasado, con 200 quetzales (unos 313 pesos) que de inmediato entregó a los “polleros”. Viajó con un grupo de paisanos que lo dejaron a su suerte cuando cayó a las vías del tren.
Por fortuna, salió ileso del accidente, sólo con algunas raspaduras en el brazo derecho y en una costilla.
Alguien le habló del albergue ubicado en Apizaco y de su trabajo para ayudar a los migrantes. Como pudo, abrumado por el calor, la sed y el hambre, llegó al refugio de “La Sagrada Familia”, donde de inmediato recibió atención.
Casi al cumplir sus tres días en el refugio, Walter decidió ir a Estados Unidos, a donde espera encontrar una vida mejor, y rodeado de una familia.
Su mayor ilusión, dice es convertirse en abogado dentro de unos 15 años, para tener la posibilidad de ayudar a sus paisanos en esta lucha por llegar al país del norte, pero con mejores condiciones.
Tostado por el sol y con lágrimas en los ojos, el adolescente guatemalteco está consciente de que no podrá regresar a su lugar de origen. En realidad, dice que no tiene a qué. El golpe de la muerte de su madre dejó a su padre sumido en el alcohol y un hueco profundo en sus hermanos, quienes un día también se fueron y lo dejaron solo.
Su estancia en el refugio le permitió comer, descansar y recibir atenciones que en la calle jamás hubiera encontrado. Luego, dio gracias a Dios por las atenciones recibidas y porque en muy pocos lugares, como en Tlaxcala, el Gobierno vigila que los traten bien.