Una agencia de markting holandesa desarroló un videojuego en el que los usuarios podían recorrer los mapas de Google Street View con un rifle de asalto y dispararles a las personas y a los lugares «reales»; Google, sin embargo, prontamente retiró el jugo de la Red.
Navegar con tu avatar en POV por el “mundo real” con un rifle de asalto M4A1 para dispararle a las personas capturadas por Google Street View –a la Call of Duty– es una simulación demasiado fantástica y violenta para las buenas conciencias. Google Shoot View, desarrollado por la agencia de marketing holandesa Pool Worldwide, causó sensación por varios días, ofreciendo a usuarios recorrer con un arma de alto calibre los mapas de 360 grados de Google — esas copias baudrillard-borgeana de la realidad que amenazan con reemplazarla– y aunque las personas y los objetos no se veían afectados por el fuego virtual, de cualquier forma había algo en el juego que perturbaba nuestra representación del mundo y su seguridad. (Uno puede imaginar una escena hipotética, un jugador navega por su colonia y se encuentra con que el coche de Google lo ha tomado haciendo una diligencia, entonces apunta al rifle a la sien y se dispara, cometiendo un autoasesinato simbólico).
Google ha argumentado, probablemente con razón, que el juego infringía sus derechos y políticas y por lo tanto lo ha removido de la Red. Según la agencia holandesa, que busca captivar el zeitgeist, en su apogeo, el juego estaba recibiendo hasta 3 mil visitas por minuto, por lo cual se puede decir que su campaña de viralización ha sido un éxito.
Lo interesante de este juego es que se incrusta en una creciente área de desarrollo en la que se embebe la ficción sobre la realidad (aumentada), lo cual evidentemente acaba cuestionando nuestra realidad cotidiana. Borrar las fronteras entre las diferentes plataformas y entre los mundos digitales y los mundos “reales” arrastra el lúdico peligro de que nos volvamos incapaces de distinguir la realidad de la ficción (o de lo virtual). Y sin embargo, esta distinción quizás nunca haya existido y nosotros estamos incrustados en una platataforma virtual, sólo que creemos que es inexorablemente real porque todo lo que percibimos lo percibimos desde nuestro (único) punto de vista.