Oaxaca.- La Gran Plaza de la ciudad prehispánica de Monte Albán no sólo pudo haber tenido uso ceremonial, sino también habría servido para el mercadeo entre las distintas poblaciones del Valle de Oaxaca, señaló la doctora Nelly Robles García, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).
Abundó que esta hipótesis se basa en la continuidad etnográfica de esta tradición entre los zapotecos y otros grupos indígenas de la región, pues según cálculos, la Gran Plaza tiene una capacidad para alojar hasta 10 mil personas.
Durante una conferencia dedicada a esta urbe, impartida en el marco de la exposición temporal «Seis ciudades Antiguas de Mesoamérica», que se presenta en el Museo Nacional de Antropología, Robles comentó que estas comunidades reconocían a Monte Albán como su gran capital y constantemente acudían a ella, en particular a su plaza principal para realizar una serie de actividades, entre las que debió incluirse el intercambio de productos.
«Mucho se escribió y se dijo acerca de que Monte Albán fue una ciudad estrictamente ceremonial y su Gran Plaza servía para actos rituales, pero es muy probable que ésta también haya sido un gran mercado regional como los que hasta el día de hoy existen en ciertas zonas de Oaxaca, por ejemplo en Tlacolula y en la Mixteca», refirió.
«También es posible que, como ciudad, Monte Albán haya fungido en un momento dado como un área de mercado, aunque fundamentalmente se reconoce su carácter religioso. La Gran Plaza era el espacio público, mientras que los templos tenían entradas ciegas (en forma de S) que indican un acceso restringido, de tal manera que siempre hubo esta dualidad en Monte Albán, la diferenciación entre lo público y lo privado».
Abundó que la escala de Monte Albán es monumental y guarda relación con las líneas de los cerros cercanas, sus edificios no rebasan el horizonte que marcan las elevaciones. «Eso nos habla del respeto y del conocimiento que tenían sus arquitectos, respecto de la escala humana como parte de la naturaleza divina».
Según cálculos, comentó la delegada del INAH en Oaxaca, la Gran Plaza tiene una capacidad para alojar hasta 10 mil personas, «de ahí se infiere el bullicio de la gente que en un momento dado pudo concentrarse en ella, sobre todo durante el esplendor de la ciudad hacia 650-850 después de Cristo, cuando se calcula alcanzó una población de 40 mil habitantes».
El surgimiento de Monte Albán -apuntó Robles- no fue producto del azar sino de un desarrollo milenario en los Valles de Oaxaca; su fundación ocurrió hacia 550 d.C., emplazándose en un cerro, a 450 metros sobre el nivel del valle, el cual además fue cortado para nivelar un área de 350 metros de largo por 200 de ancho, destacando así la planeación y organización social que requirió.
Monte Albán, dijo, tiene 30 plazas, mientras en el sitio de Atzompa -que representa su principal expansión al norte y donde actualmente se trabaja para su futura apertura al público-, se han descubierto otras 11.
No obstante, este desarrollo en la arquitectura se vio interrumpido alrededor del 850 d.C.; para esa época se suspendieron las construcciones y el acceso a algunas de ellas se limitó mediante muros, además de que no existe evidencia material de que se hayan seguido realizando ofrendas.
La presidenta del Consejo de Arqueología del INAH indicó que la decadencia de Monte Albán, cuyo nombre prehispánico en zapoteco pudo ser «Cerro del jaguar» (animal ampliamente representado en la ciudad), quizá se debió a varios factores como: epidemias, falta de agua y/o de tributo por parte de los pueblos sojuzgados, y severos cuestionamientos a su clase política.
Robles comentó que el concepto de ciudad sagrada siguió vinculado a Monte Albán, como lo demuestra el hecho de que entre 1400 y 1500 d.C., los mixtecos que se asentaron en los alrededores del Valle de Oaxaca, continuaron subiendo a la antigua urbe únicamente para ofrendar o realizar entierros de sus altos dirigentes, caso de la Tumba 7.
La ciudad zapoteca abarcó más de dos mil hectáreas e igual cantidad de terrazas de cultivo, cuya producción era modesta comparada con lo que requería toda su población para vivir.
Agencia El Universal