La negociación con Grecia para prestarle ayuda financiera a cambio de reformas entra en una fase crucial. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, se han reunido en la noche de este lunes en Berlín con la cúpula de la antes conocida como troika (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea) para intentar cerrar una propuesta -según nota de El PAÍS-.
A la reunión ya prevista de Merkel, Hollande y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se unieron de urgencia el presidente del BCE, Mario Draghi, y la directora del FMI, Christine Lagarde, acudieron, según explican fuentes europeas cercanas a la negociación que exigen anonimato y confirma un portavoz del Gobierno alemán.
Las instituciones llevan semanas intentando sellar un compromiso con Atenas, de momento sin éxito. Con varios pagos por delante al FMI que suman 1.600 millones de euros este mes —el primero vence el viernes—, los representantes de los acreedores de Grecia trabajan en una propuesta con la idea de que el Ejecutivo de Alexis Tsipras la tome o la deje, aseguran las mismas fuentes.
El acuerdo, que Tsipras lleva días augurando mientras los socios europeos se declaraban aún lejos de él, debe permitir desbloquear el último tramo —7.200 millones de euros— del segundo rescate a Grecia. El programa vence a final de junio, por lo que el acuerdo entre Atenas y sus acreedores es indispensable.
Atenas parece dispuesta a aprobar una reforma de pensiones para endurecer el acceso a las prejubilaciones. Y va a tener que hacer recortes, de en torno a 3.000 millones de euros, aunque en eso el FMI y la Comisión discrepan. Pero el Ejecutivo de Tsipras se opone a aprobar una nueva reforma laboral, prácticamente la última línea roja que queda en pie. El Eurogrupo trabaja desde hace unos días en un borrador de un acuerdo técnico, que los líderes pulían anoche antes de presentárselo a sus socios, para después ofrecer ese acuerdo a los griegos.
«Va a ser una oferta más que un ultimátum, más que un o lo tomas o lo dejas», decía anoche una fuente diplomática. Pero ese acuerdo necesita una doble venta: los acreedores deben estar de acuerdo (y varios Parlamentos nacionales deberán dar luz verde), y sobre todo Tsipras deberá convencer a los griegos de las virtudes de ese pacto. Por un lado, al Parlamento. Por otro, a su propio partido, con el ala izquierda de Syriza cada vez menos partidaria del euro en general y del acuerdo en particular. Y finalmente a los griegos, tras unas promesas electorales que, si Tsipras acepta el pacto, serán imposibles de cumplir.
Los analistas esperan un referéndum o incluso elecciones anticipadas. Grecia necesita el dinero: llega muy justa a pagar sueldos y pensiones además de los 1.600 millones del FMI en junio, y no llega para pagar 6.700 millones al BCE (más, de nuevo, sueldos públicos y pensiones) en verano. La alternativa al pacto es el impago. E incluso con un acuerdo no son –ni mucho menos– descartables los controles de capital: un corralito como el de Argentina, como el de Chipre o, salvando las distancias, como el de Islandia.
Un portavoz del Gobierno alemán confirma que al planeado encuentro a tres se unieron en la tarde del lunes Lagarde y Draghi. Del encuentro, que terminó pasada la medianoche, no salió un acuerdo cerrado. Los cinco líderes reunidos en la cancillería alemana mostraron su acuerdo en que deben de seguir trabajando «con gran intensidad». Tras días de intensos contactos, los participantes en la reunión de la noche del lunes seguirán negociando en los pocos días que quedan hasta que Grecia se quede sin fondos.
Fuentes del Gobierno alemán explican que durante la noche del lunes los líderes no telefonearon al primer ministro griego, Alexis Tsipras. Pero que «por supuesto» que en los próximos días hablarán con él para presentarle la oferta que le harán, que por ahora no está definida al 100%.