Rosina González y los cinco activistas más de Greenpeace México quedaron libres de cargos frente a las ridículas acusaciones de “daños” y “allanamiento de morada” que Petróleos Mexicanos (Pemex) había formulado en contra de ellos, luego de su participación en una manifestación pacífica en el puerto de Veracruz, el pasado 1 de marzo, en la que exigieron energías renovables en las leyes secundarias de la Reforma Energética.
Los activistas se manifestaron en la torre de Pemex desde donde desplegaron una manta de 125 metros cuadrados. En un principio, la paraestatal encabezada por Emilio Lozoya determinó que Rosina habría roto una lámpara accidentalmente durante la protesta, lo que pudo llevarla a prisión hasta por 10 años.
“Es absurdo que activistas comprometidos con el planeta y con un futuro mejor para el país sean criminalizados por manifestarse pacíficamente en demanda de más energías renovables y un país digno para nuestros hijos y las futuras generaciones”, aseguró Rosina. “Protestar pacíficamente es un derecho, no un delito”, añadió.
Durante tres meses, Greenpeace llamó a Pemex a reconocer que protestar pacíficamente no es un delito y que el supuesto daño –accidental en todo caso- a una lámpara no es motivo de persecución. Para ello, la organización lanzó la campaña “Pemex no nos calla” dirigida al titular de Pemex, Emilio Lozoya, para demandarle que retirara los cargos contra Rosina. Más de cien mil ciudadanos, personalidades de distintas esferas públicas y decenas de organizaciones se sumaron a esta causa.
Finalmente, la paraestatal se desistió del cargo presentado contra Rosina, una vez que la organización ambientalista pagó el presunto daño al reflector. Más tarde, el juez federal ratificó el dictamen de libertad. Además, desechó los cargos por allanamiento de morada en contra de los 6 activistas dado que no fueron comprobados por el Ministerio Público.
Con el apoyo de más de 400 personas que hicieron un donativo para ayudar a Rosina, la organización cubrió el monto de más de 78 mil pesos demandado por Pemex para reparar el supuesto daño a la luminaria.
El caso de Rosina ha sido emblemático porque gracias a su trabajo y el de los cinco activistas más, junto con la solidaridad de miles de personas, la exigencia por apostar por un futuro con energías renovables ha tenido un eco de dimensiones extraordinarias. Confiamos en que este caso sea un antecedente para que en nuestro país se desista de cualquier intento de criminalizar y encarcelar a los activistas pacíficos.
Lo más importante ahora es seguir apoyando la causa por la que Rosina y los cinco activistas se manifestaron: el deseo de un futuro mejor y más verde para México, con un aprovechamiento de energías como la solar y la eólica.
Greenpeace y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental tienen ocho puntos elaborados con base en argumentos técnicos, científicos y económicos, que pueden sentar las bases de una verdadera transición energética hacia un modelo más sustentable. Ya las hemos puesto al alcance de todas las fuerzas políticas y queremos verlas reflejadas en el texto de la legislación secundaria de la Reforma Energética, que diputados y senadores están discutiendo.