Hacen de la robótica un ingenioso juego

México.- Clases de computación? No, ya cualquier niño sabe mandar un mail, navegar por internet o consultar una red social. Los niños de ahora necesitan más: retos más avanzados y aventureros.

Muchos han encontrado en la robótica una nueva forma de jugar y usar esa naturalidad que tienen para relacionarse con lo tecnológico.

Hoy existen niños que se aventuran a armar robots y no sólo eso: los hacen caminar, girar en su propio eje, arrastrar una pelota y jugar un partido de fútbol con otro robot.

Podrá sonar sencillo para algunos, pero tiene su mérito si se trata de niños entre 4 y 11 años que a su corta edad están haciendo razonamientos matemáticos iguales a los que se aplican en los primeros semestres de la carrera de ingeniería.

No son genios ni tampoco pocos. Desde hace seis años, las escuelas, sobre todo privadas, han tenido la visión de implementar cursos y talleres de robótica en sus aulas, algunos opcionales y otros obligatorios, pero están formando a las futuras generaciones que serán capaces de facilitar la vida a través un robot.

De momento sólo sacan las piezas de un robot que viene en caja, lo arman, programan con la computadora y le dan vida, muy básica, pero logran que sus robots caminen, carguen cajas de un lado a otro, levanten los brazos o recorran distancias largas.

Estos niños quieren, en un futuro, generar un robot que facilite la vida. “Que sea amigable con el medio ambiente, controle las plagas en casa, haga la limpieza de la casa, cocine con las calorías adecuadas y por qué no, que haga las tareas escolares”, eso dicen niños de uno de los grupos de robótica de Microbotix, la escuela de robótica más grande de la ciudad de México.

Georgina y Gabriel, de cinco y siete años, sueñan con crear un robot tipo Disney, como Wall-e, sólo que éste volaría por encima del agua y después se convertirá en submarino. Por ahora, los niños sólo distinguen entre sensores y sentidos. Aún así, los alumnos más pequeños de Microbotix son capaces de armar pequeños robots con piezas de Lego y distinguir la estructura de cada uno.

Zelma —de ocho años—, Valeshka , Alex, Diego y Eduardo —de nueve—, y Omar, el más grande de todos —de 11— se reúnen todos los lunes en una de las escuelas de Microbotix para tomar clases de robótica.

Dicen que no sólo aplican matemáticas en la programación de los rotos, también se divierten. “No es nada aburrido, aquí siempre tenemos que vencer retos y cuando logramos que nuestros robots pasen los retos es muy padre”.

La mayoría son hijos de papás que tienen que ver con la ciencia: ingenieros o químicos, pero algunos más que simplemente vieron un letrerito en alguna plaza comercial que decía “clases de robótica” y les pareció importante que sus niños aprendieran a armar un robot, primero como juego y mañana quién sabe, tal vez hagan realidad sus sueños.

“Nos gusta la robótica porque es divertida. Todo es como un juego. Mi hermano y yo somos hijos de ingenieros y siempre hemos querido ser como ellos. Para nosotros poder armar robots es padre porque nos estamos entrenando desde ahora para lo que queremos crear después”, dice Omar.

Pero él y Eduardo no son los únicos. Desde 2006, las escuelas del Distrito Federal han implementado talleres de robótica. Microbotix tiene convenio con 95 escuelas en el área metropolitana. Jorge Menchaca es director de la zona norte y cuenta que han implementado un modelo educativo y divertido para que los niños se interesen en la robótica.

En pocos años, dice, la robótica se ha convertido en una tendencia educativa que está tomando auge, incluso ya hay niños mexicanos que han ganado torneos mundiales representando a México. En 2006 —añade— sólo impartíamos cursos en cinco escuelas, para septiembre de éste año estaremos enseñando a armar y programar robots a los alumnos de 140 colegios.

Hemos comprobado, dice Jorge, que los niños deciden estudiar alguna carrera científica después de sus primeros acercamientos con los robots, además de que mejoran sus calificaciones una vez que se interesan en el robótica. Cada movimiento de sus robots en un reto tanto teórico como práctico para ellos.

Trabajo en equipo

El trabajo siempre es en equipo, por lo que los pequeños aprenden a compartir los conocimientos y hacerse responsables de los retos. Además, suelen competir entre equipos. Por eso para los niños se vuelve primordial hacer bien los ejercicios. Son guiados por profesores en su mayoría jóvenes: psicólogos, pedagogos e ingenieros que logran que sus pequeños alumnos creen sus propios autos de control remoto.

La mayoría son niños, tal vez un 80%, pero las niñas también se interesan en la robótica. Valeshka, por ejemplo, nunca imaginó que le gustaría tanto la clase. Ahora presume orgullosa que ella hace robots. Cree posible que en un futuro exista una vía aérea en la que los automóviles puedan volar sin contaminar y que ella junto con su grupo pueden ayudar a crear la tecnología necesaria para que los coches vuelen.

Los cursos tienen un costo de 700 pesos al mes si se toman en las instalaciones de Micorbotix. Algunos colegios los venden a los padres en el mismo precio y se imparten en las escuelas. Son 16 niveles y están planeados para niños de cuatro a 11 años, aunque también se imparte a nivel secundaria en un nivel más avanzado.

Generalmente éstos niños se preparan para competir. En el ámbito de la robótica se organizan torneos entre escuelas o a nivel nacional en los que los equipos tienen que cumplir con retos, quienes logren hacerlo en menos tiempo ganan las competencia. Por eso siempre existe la competencia entre equipos en las clases de robótica: en ésta lo más importante es poder demostrar que tu robot es el mejor, aunque tengas sólo seis años, si se mueve correctamente significa que la fórmula matemática está bien aplicada y los más orgullosos de ver que sus niños pueden darle vida a un robot son los padres.

Agencia El Universal